MIRANA OBSERVÓ con tristeza a las dos bebés, una de ellas era su hija y la otra su sobrina. Una de ellas tenía el cabello plateado, y la otra era pelirroja. Ambas eran diferentes, pero iguales.
Al enterarse de que su hermana tuvo una hija en la Isla de los Perdidos, la Reina Blanca envío a sus hombres por la niña; secuestrandola. Mirana sabía que no era la forma de hacerlo, pero no podía dejar que su sobrina viviera en esas condiciones tan deplorables, además, ella la criaría con amor, cariño y paciencia. En su mente, Mirana solo intentaba convencerse de que había hecho lo correcto para su sobrina.
Al crecer, a ambas niñas se les dejó en claro que eran primas y Mirana se encargó de que Larissa, como llamó a su sobrina, supiera la verdad a penas cumpliera los 15 años de edad. Así que el dichoso día llegó.
El país de las Maravillas estaba de fiesta por el cumpleaños de una de sus princesas, que poco a poco les fue robando el corazón. El castillo estaba siendo decorado, pero la pelirroja había pedido que su fiesta se llevara a cabo en el jardín de las rosas rojas. A su prima, Juliette, le disgustaban las rosas rojas, le parecían demasiado llamativas y clichés, ella prefería las blancas. Pero respetó la decisión de su prima y la apoyó en todo.
───. Lari, Letty, antes de que salgamos tengo algo que contarles ─── las detuvo Miranda, con un tono de voz nervioso que no pasó desapercibido por ambas jóvenes. Letty asintió impaciente por salir y ver a sus amigos.
───. Claro, tía.
───. Lari, querida. Tú sabes quién es tu madre y por cuales motivos está en la Isla ─── tomó las manos de su sobrina con delicadeza y la llevó junto a ella a sentarse en un sillón. Juliette las imitó y se sentó junto a su prima, ignorando el raro comportamiento de su madre. Larissa asintió ───. Pero no sabes como llegaste aquí ─── continuó. Y, por primera vez en toda su vida, Larissa se lo preguntó. Era verdad, nunca se enteró de ése pequeño detalle ───. Cuando me enteré de mi hermana había tenido una hija, Letty apenas tenía un par de meses. Había escuchado historias de como era la Isla de los Perdidos y no pude dejar que tu vivieras en esas condiciones. Así que hice lo que consideré mejor.
───. ¿Y qué fue eso?
Larissa no estaba de acuerdo con lo que había hecho su madre. Aún conociendo cada pequeño detalle de la historia, ella siempre se había mantenido del lado de la Reina Blanca y Alicia. Ella pensaba que su madre se merecía su castigo, pues había asesinado sin remordimientos. Larissa dudaba mucho ser hija de su madre, y apenas supo todo lo que había hecho decidió que no quería conocerla. No le interesaba hacerlo. Larissa no era como ella.
