En una habitación completamente oscura y solamente iluminada con velas, se encontraba un joven rubio dibujando con gis un montón de signos que —según él— eran para invocar al demonio más sádico, malo, vil, despiadado y ruin que podía jamás existir.
¿Por qué estaba haciendo eso? Todo había comenzado unos días antes, cuando su fiel amigo Drakken se burló de él al decir que era un bebé, y eso solo porque se ocultaba bajo las sábanas al ver películas de terror. ¡Cualquier persona en su sano juicio lo haría, ¿verdad?! Era de sentido común hacer tal acción al ver como una tipa toda loca salía de una pantalla, ¿verdad? Él no era un bebé llorón, él era una persona normal que reaccionaba como toda persona haría en esa situación, ¿verdad?
¡Patrañas!
Ya le demostraría a Drakken que él no era un bebé llorón, que él era un hombre macho pecho peludo, todo un alfa líder. ¡Pero claro que sí! Su amigo se disculparía de rodillas cuando le demostrará que había invocado al demonio más poderoso y aterrador del mundo y lo sometiera. Ya lo vería. Solo sería cuestión de tiempo.
O eso era lo que pensaba. Si supiera...
—Ya verá Drakken... Invitaré a Lucifer ¡o a Satanás! Y le demostraré a todos que no soy un bebé llorón ¡y que no le temo a nada! —Se decía a sí mismo.
Mientras tanto, a miles y miles de metros bajo tierra, ciertas personas estaban esperando que las invocaran. Se trataba de Fer y Tsu en el inframundo.
—Oh, sí, ¡invócame, Mikey, invócame! —Era lo que pedían con gran esmero.
De regreso con el adolescente...
En el momento en que finalmente terminó con su obra maestra, miró el libro que compró en una librería de lo oculto y lo comparó con una de las páginas. Se veía igual, o lo más parecido que pudo hacerlo.
—Listo... Ahora... ¡Yo te invoco, demonio del mal! ¡Aparecete y cumple mi deseo! —Siguiendo las instrucciones del libro, comenzó a recitar las palabras y espero...
Y espero, y espero, y espero...
Pero nada pasaba.
¿Se había equivocado?
En el momento que ese pensamiento cruzó su mente, un fuerte viento comenzó a surgir del círculo de gis. Las velas se apagaron y el remolino se detuvo.
¿Eso era todo? ¿Acaso había fracasado?
Cuando la desilusión lo invadió, una cegadora luz comenzó a brillar de la nada. Unas alas de murciélago surgieron y cubrieron un cuerpo que Mikey no pudo distinguir, pero de algo estaba seguro: era un demonio lo que estaba frente a él.
En ese momento lo supo: había invocado a un demonio, a un ser super malo malote, el más malo de malolandia, el ser más vil y despreciable que...
¿Eh?
Mikey lo había logrado. Había invocado a un demonio, ¡al demonio más temido y ¿adorable del inframundo?!
Tan rápido como lo invocó, en un "puf" las grandes alas de murciélago se encogieron y el demonio que apareció no fue nada como el que pensó en un principio. Era pequeño, muy parecido a un humano de su edad, en su espalda estaban las diminutas alas de murciélago que caracterizaba a los demonios y su vestimenta era completamente negra, aunque sus brillantes ojos azules contrastaban con su vestimenta. Una pequeña colita se meneaba a su espalda. Sus manos apretaban fuertemente su tridente y lo miraban entre curioso y miedoso.
—... Dije que quería un demonio, no un posible futuro esposo. —Fue lo primero que dijo Mikey al salir de su asombro.
—¿Qué?

ESTÁS LEYENDO
Mi Adorable Demonio.
FanfictionMikey quería demostrar que no le tenía miedo a nada. Quería demostrar que por no soportar ver películas de terror era un bebé llorón. Quería hacer que sus amigos se comieran sus palabras. ¡Y qué mejor forma de hacerlo que incovando a un Demonio! Er...