Black Magic Woman

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En Salem, a finales del año 1692 se hicieron grandes rumores acerca de personas practicantes de brujería. Unos meses después, ya en 1693, en la horca, se llevaron a cabo las ejecuciones de algunos acusados, incluyendo animales.

La noticia no se quedó solo en esa localidad, sino que también llegó a oídos de pequeños pueblos cercanos. Uno de estos quedó impactado ante semejante noticia, pero como no había ningún habitante que pareciera extraño ni les ocurrían cosas fuera de lo común, decidieron ignorar la alerta sobre las brujas. Pese a esta despreocupación, hubo un par de mujeres que se alarmaron: la señora Correy y su hija; pues sabían bien que cualquier pequeño rumor podría encender una hoguera.

Alice Correy era descendiente de una solitaria bruja y su hija, Ruth, también había heredado aquel don. Ambas mantenían en secreto sus poderes, ni siquiera se les ocurría usarlos para huir de aquel pueblo tan esclavizador porque si eso hicieran ¿a dónde irían? Estarían condenadas a vivir la eternidad escondiéndose.

Habían llegado al pueblo cuando Ruth tenía tan solo ocho años, siendo acogidas por la familia Roberts, donde la tercera hija poseía la misma edad, cosa que ayudó a que las niñas se hicieran amigas rápidamente. Jodie le prestaba sus juguetes y la defendía si otros niños querían molestarla. Crecieron juntas sin ningún problema. Con los años la confianza entre las chicas fue creciendo, por lo cual sabían los secretos y pensamientos la una de la otra. Todos, excepto uno: el de los poderes de Ruth.

La vida dentro del hogar de los Roberts era muy tranquila; eran una familia destacada y privilegiada, sin embargo, no eran como otros que trataban a sus trabajadores como una miseria. Ellos las respetaban a pesar de que otras familias murmuraban que no deberían tratar tan bien a los esclavos.

Entonces, en 1693, cuando escucharon sobre lo ocurrido en Salem, Ruth no pudo decir lo feliz que se puso al saber que defendía a todos los acusados de brujería.

–Son solo blasfemias de la gente que no puede dejar sus narices en sus propios asuntos. –Exclamó la joven. Ruth emitió una pequeña sonrisa, pues le divertía cómo se expresaba la otra chica.

–No es muy diferente a lo que ocurre aquí. A la gente le encanta inventar rumores. –Comentó Ruth.

–¡Lo sé! Ayer me enteré de que medio pueblo piensa que salgo con el hijo de los Denson. ¿Puedes creerlo? Es detestable.

–¿Qué es detestable? ¿El rumor o el hijo de los Denson?

–¡Ambos! –Las dos chicas comenzaron a reír– Él sería el último chico con quien saldría. –La rubia recostó su cabeza sobre las piernas de la otra, quien se encontraba sentada sobre el césped.

–Apuesto a que todos los chicos del pueblo quisieran salir contigo.

–Pues es una pena, porque no estoy interesada en ninguno.

Después de su pequeña charla quedaron en silencio durante unos minutos, solamente contemplando el atardecer con sus hermosos colores naranja y rosa; hasta que Ruth recordó que debía regresar temprano a casa.

–Jodie, debemos irnos. Mi madre quiere que ayude con la cena. –Ambas se reincorporaron y corrieron hasta la casa de los Roberts, donde ya estaban esperándolas. La casa era una de las mejores del pueblo, por lo que a veces conseguían ganarse miradas de celos pertenecientes a las personas que transitaban por la calle. Pero eso a nadie de la familia le importaba.

Una vez dentro, el lugar se inundó de gritos y movimiento.

–¡Jodie, te dije que hoy es la cena con los Denson, debías estar alistándote desde hace mucho!

–¡Ruth, se nos está haciendo tarde y la cena aún no está lista, debías estar aquí desde hace minutos!

Compartiendo pequeñas risas de confidencia, ambas chicas se miraron mientras sus madres las regañaban.

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