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Recomendación de lectura con playlist: SPECULUM en Spotify.

No quería dejar solo a Seol, pero esta era la única manera de averiguar lo que hacía su esposo en las noches frente a ese espejo que lo aterrorizaba con solo recordarlo, se tragó su miedo y entró a su casa decidido.

Caminó directo hacia el espejo y quitó la manta de un tirón mostrando su reflejo al instante.

—¿Qué eres?—preguntó temiendo por una respuesta.—¿Qué le estás haciendo a Jungkook? ¿Por qué a él?—volvió a atacar con sus preguntas y el silencio fue su única respuesta, se sentía como un estúpido, cayó al suelo avergonzado de lo que estaba haciendo, echándole la culpa a un espejo de la miserable vida que tenía para evitar su propia responsabilidad.

Lloró observando sus ojeras, su cabello desarreglado, su figura y las marcas en su cuello que aún podían notarse.

—Soy un maldito fracaso, no puede ser que haya terminado así. Me niego a creer que ese tipo es el hombre con quien me casé. ¡Lo quiero devuelta! ¡Lo quiero a él, conmigo, con nuestro hijo!—exclamó entre sollozos golpeando el suelo con sus puños hasta que se quejó del dolor porque una astilla de la madera vieja se incrustó en su mano haciéndolo sangrar al retirarla.—Mierda.

Cansado de estar en el suelo, se levantó y sacudió el polvo de su ropa para quedar nuevamente frente al espejo.

—No estoy totalmente loco, ¿cierto?—insistió observándose a sí mismo.—Yo vi a alguien o algo justo aquí.—Acercó su mano astillada intentando recordar el lugar exacto donde apareció aquella huella y al retirarla, la sangre de su mano manchó el cristal. Dio un paso hacia atrás con resignación, pero el sonido de un golpe sordo lo alarmó.

Sus ojos se abrieron de par en par y su mente discutía entre dos opciones: Escapar o llegar hasta el final.

Por su cabeza pasaron todos los momentos vividos hasta ese instante, tal vez de esta manera lograría recuperar a su esposo y aunque se sintiera como un enfermo mental, corrió a la cocina y tomó una navaja.

—Supongo que te alimentas de dolor.—comentó y abrió un poco más su herida en busca de sangre suficiente como para que no solo la mano de esa cosa se pudiese ver y como lo esperaba, aquello mostró una mano pálida que ahora estaba hecha un puño golpeando con una fuerza brutal, como si hubiese estado encerrado ahí por un largo tiempo.

El sonido del motor de un auto hizo que cayera al suelo, pero inmediatamente se levantó y cubrió el espejo con la manta para evitar que este descubriera lo que estaba haciendo, caminó rápidamente hacia la sala para recibirlo escondiendo su mano en el bolsillo de su pantalón.

—Volviste rápido.—comentó al verlo ingresar, estaba bastante nervioso y parecía estar alerta a cada acción que se realizara a su alrededor.—¿Te encuentras bien?

—¿Qué has hecho? ¿Dónde está Seol?—preguntó ignorando la interrogante de Jimin.

—Lo llevé a jugar con Seo Joon, el hijo de los Kim. Ellos han traído a sus sobrinos y me comentaron que sería buena idea que pudieran jugar juntos, si deseas puedo traerlo aunque hace poco lo he llevado, seguramente estará inquieto durante la tarde si no lo dejamos jugar un poco más.

Jungkook se tragó el cuento, pero seguía estando bastante inquietó. Caminó hacia su habitación en busca de algo que pudiese ser sospechoso, solo le faltaba un paso para entrar cuando retrocedió lentamente observando en dirección al espejo.

La piel de Jimin se erizó y sintió miedo, terror de ser descubierto y lo que le pasaría si este lo descubría, por su cabeza pasaban miles de maneras de escapar de su esposo, de la persona con la que había decidido compartir su vida, quien diría que llegaría hasta ese extremo.

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