Crema batida

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—¡Saaaanji! — fue lo único que pudo protestar antes de aplastar su rostro contra la puerta. Luffy lloriqueaba infantilmente ante los rugidos de su gran estómago. La hora del almuerzo se estaba acercando y el primero en desesperarse era el capitán. Como siempre.

Fue tan intruso de su parte husmear dentro de la cocina horas antes de cocinar, que Sanji tuvo que sacarlo a rastras, siempre pasaba ese tipo de situaciones con Luffy, el rubio pensaba considerar estrictamente colocar trampas para su capitán, ya que era increíble lo insistente que era el gran apetito de Monkey D. Luffy. Un candado ya no bastaba. Los pucheros de sombrero de paja se esfumaron con tal rapidez al enterarse de la pesca que sus otros amigos estaban haciendo, el cambio repentino logró calmar sus súplicas dramáticas y se concentró en la divertida batalla con la carnada y la criatura en el agua. Mientras que el resto se entretenía en ello, (T/N) aprovechó la distracción, dirigiendo su presencia hacia las puertas de la cocina, entrando con facilidad y cerrando la puerta tras ella para fingir normalidad ante el acto. —¡Luffy! Te dije que te esperaras, ¡¿qué no entien… — La voz de Sanji se esfumó cuando sus ojos se encontraron con su bella sirena. Tragó como reacción, y su actitud bronca cambió completamente a una dulce y afectiva. —¡Mi (T/N)! ¿Tienes hambre? El almuerzo estará listo muy pronto mi linda sirena~ 

El expresivo tono lograba hacerla reír de forma muy tierna, cosa que enamoraba aún más al rubio. Sus gestos cómicos alimentaban su cariño hacia él, cosa que cada vez más era un premio para Sanji. 

(T/N) se peinó un mechón y se acercó un poco a la barra. —Me preguntaba si podía ayudarte en algo. — propuso, no era tan buena cocinando, pero cortar algunos vegetales o algo de niveles novatos le servirían. 

Sanji sonrió alegre, exaltando su actitud ante la joven. —¡POR SUPUESTO QUE Sí MI (T/N)! — aceptó entusiasmado, soltando pequeños corazones inamigarios a su alrededor. Cosa que a ella le hizo gracia.

Y así prepararon los aperitivos, su cercanía, a pesar de tener diferencias de profesionalismo en el ámbito gastronómico, disfrutaban de la compañía mutua, aunque quien más se regocijaba en aquel momento era el mismo cocinero. La hoja del gran cuchillo partía en finos pedazos en pequeño cebollin, calculando y copiando la acción otra vez con cada mandato del chef. También ayudaba a condimentar, claro, con la supervisión y enseñanza. Sanji aprovechaba el tiempo para enseñarle el arte de la cocina, cosa que le encantaba y en especial si era para ella. Se sentía muy especial compartir su sabiduría y con tan solo ver ese hermoso interés de (T/N), lograba que su corazón enloqueciera aún más por su nombre. 

Procuraba cualquier accidente, protegía las prácticas de (T/N) con demasiada delicadeza, como si estuviera cuidando a un hermoso ángel ante cualquier corte o quemadura. La guiaba entrelazando sus manos, enriqueciendo sus sentimientos con ese armónico aroma de su perfume. Sanji estaba que se moría por dentro, pero su caballerosidad lo mantenía sólido, pensando en su deber como cocinero del barco. —Bien, ahora meteremos la carne a la olla y esperaremos a que tenga su cocción. — explicó, sereno. Ya habían terminado con gran parte importante del almuerzo, pero Sanji también estaba preparando más platillos, entre ellos, sus manos sostuvieron un pequeño bol lleno de crema batida, a su lado, un plato con numerosas frutas, pero lo que más resaltaba eran las fresas, plátanos y duraznos. —(T/N), ¿Te gustaría probar? — preguntó con entusiasmo, mostrando el bol hacia la joven.

Aceptando su propuesta, la joven metió una pequeña cuchara y con el permiso de Sanji, saboreó la crema. Los ojos de (T/N) se iluminaron como si hubiera visto el cielo, el sabor ni siquiera podía explicarse con palabras, exquisito, glorioso, un dulce manjar que reflejaba el increíble talento del cocinero detrás. Esponjoso y muy grato, la cavidad bucal de (T/N) se regocijaba ante tal maravilla y no quedó satisfecha con una probada, necesitaba saborear por lo menos una vez más. —Oh, Sanji. ¡Está demasiado rico! — hasta su voz se contagió con el dulzor de la crema. Ese gran elogio provocó otra tierna reacción a su compañero. Los pómulos de Sanji obtuvieron un suave rubor, como un niño feliz ante su trabajo. 

(T/N) no tuvo problemas para sacar otra probada, aunque no debía comer antes del almuerzo, Sanji se lo permitió con confianza, aunque la gran razón era por lo embobado que estaba en ese momento. No podía decirle que no a tal bella mujer a su lado, aparte de que le tenía mucho cariño. No quería interrumpir el momento, pero tampoco estaba tan atento, (T/N) rió por sus adentros cuando las ideas maliciosas susurraron y el pobre Sanji no esperaba ser la víctima. Sacó una nueva cucharada, pero esta vez con sus dedos y con su juicio infantil, manchó la mejilla de su compañero. —Pero, qué…— Sanji alzó sus cejas, despertando de sus sueños, limpiando, mirando en un estado de sorpresa a su compañera, pero comenzando a sonreír y siguiendo la pequeña travesura. —Con que estás con esas. — Vinsmoke rió, su venganza llamó a la puerta, copió el mismo gesto de la joven, y con la misma crema de su mejilla, atacó a (T/N), manchando también su rostro, pero esta vez la comisura de sus labios.

Sanji no pasaba por alto que jugarán con la comida, pero cuando se trataba de (T/N) aceptaba cualquier cosa. Sus risas llenaban la cocina, el ambiente tan agradable los contagiaba con sus juegos infantiles, marcando el afecto que se tenían recíprocamente y que solo ellos podían entender. Por un rato de entretenimiento, el punto de descenso llegó cuando ambos cuerpos quedaron en contra de la barra, sus risas disminuían cansadas, recuperando energías gastadas con las respiraciones densas y sonrisas radiantes. Sus caras confiadas se transformaron en miradas tímidas, pero llenas de cariño, lo único que quedó fueron sus suspiros. Sus rostros eran terribles, el postre cremoso estaba impregnado en sus caras, como marcas de su juego y por ello no dejaban de sonreír tontamente. Toda la buena imagen quedó arruinada y ahora sus cuerpos habían olvidado el significado del espacio personal. Las manos de Sanji no se despegaban de la cintura de (T/N), sentando a su dama encima de la barra despejada, y ella por su parte, abrazaba la nuca del rubio para quedar más cómoda entre su presencia.

Traviesos, era la palabra que sus nombres en conjunto describen. El silencio no podía ocultar la suave risa risueña de la joven. (T/N) sacó sus gestos de oro, y limpió la crema batida impregnada en las mejillas de Sanji, precisa, pasando su pulgar hasta llegar a la comisura de la boca. Sanji estaba hipnotizado, sumido ante los delicados roces, sus pómulos ya estaban sonrojados, toda su expresión era dócil, entregando su confianza y recibiendo ese tan querido cariño sobre él. Las finas manos de la joven llegaron hasta sus labios tímidos, acariciando con sentimiento. Un último roce de aquella zona, fue transportado hasta la boca de (T/N), llevando su dedo a la boca para saborear la exquisita crema de forma muy provocativa, mirando el alma de Sanji a través de esos hermosos ojos brillantes. —Delicioso. — comentó, sonriendo apetitosa en ese momento.

El corazón de Vinsmoke se disparó como una bomba de pasión, un calor profundo quemaba su pecho, abrazando todo su ser ante esa escena que su cuerpo reaccionó por inercia, acercando a su dama con la más delicadeza del mundo y con una desesperación gentil, unió ambos labios en un profundo beso.

Movimientos lentos como un vals romántico, era un beso tierno, lleno de deseo por ambos cuerpos ardientes. Sanji no pudo soportarlo, por lo que soltó un pequeño gemido, extasiado de tanto amor y aún más de una mujer tan bella en todo sentido. Estaba a punto de desmayarse, pero aquel sabor tan único lo mantenía vivo. Sus respiraciones chocaban, separando esa íntima conexión bajo el fuego de sus corazones rosas. —Maldición. — Sanji gruñó, drogado ante los besos y fragancia de la dama en sus brazos, cosa que (T/N) le pareció gracioso. —¿Uhm? ¿Qué es ese olor? — el olfato de Sanji se manifestó por otro aroma en particular, era fuerte y algo ahogante, pensando al instante en el fuego. Sus ojos volvieron a la realidad, buscando respuestas, pero lo único que encontraba era un extraño humo rodearlos por completo. —¡LA CARNE!

La olla gritaba por auxilio, avisando que lo que tenía en el interior se estaba consumiendo por el fuego. Se habrá quemado la carne, pero al menos se llevó una buena ronda de mimos. Un precio equivalente para el rubio cocinero.

Eyebrows in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora