Jeon Jungkook un chico adolescente que pertenecía al salón más bullero y problemático, si, hablamos de la sección B y Kim Taehyung que pertenecía al salón más tranquilo e inteligente, la sección A, ambos se muestran en un pequeño conflicto.
Iniciada...
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Eran exactamente las seis y media de la mañana y Jungkook ya estaba en el salón esperando a los demás de sus amigos para empezar con aquel plan que se les ocurrió de repente.
—Hasta que por fin —exclamó Jungkook viendo a los chicos entrar— trajeron todo.
—Todo esta en esta mochila.
Sun-Hee se agachó y abrió su mochila para sacar el balde de pintura, todos miraban aquel balde con unos brillos en los ojos.
Tan divinos.
—Ya —Jungkook vio a Jimin— la soga.
—Aquí está —abrió su mochila y sacó la soga, que quien sabe cómo entró en esa pequeña mochila.
—Debemos de ir al otro salón —Hablo Yoongi— traigan las cosas, iré a ver si esta alguno de ellos.
—Espera —Jimin lo detuvo— ¿y si están?.
—Los atamos en una silla y los traemos acá —Momo dio esa idea y Jungkook solo la vio con orgullo.
—Lo que dijo Momo, andando.
Yoongi salió primero y fue al salón de los taraditos, como ellos los llamaban, reviso y vio que no había nadie haciendo señas para que los demás puedan ir.
—Debemos apurarnos —Hablo Jimin— nos quedan veinte minutos.
—Ellos siempre llegan en grupo —Sun-Hee recordó— el balde de pintura les caerá a todos al mismo tiempo.
—Nos mandaran a detención después de esto ¿verdad? —Jimin preguntó.
—Es lo más probable —Contestó Jin acercándose para ayudar a Momo— empiecen.
Jin ayudó a Momo a abrir el tarro de pintura y ponerlo en un balde más grande, ya que habían traído como tres tarros de pintura roja, el color perfecto para un plan como este.
Pusieron toda la pintura en un solo balde e iniciaron con los nudos, la idea era simple. Los taraditos llegaban, abrían la puerta y todo lo demás pero al momento de abrir harán que la siga de vaya para atrás haciendo que le balde de pintura caiga encima de ellos.
—Ya esta listo —Dijo emocionado Jin— ya quiero ver sus caras todas manchadas de pintura.
—Ya salgamos —Jimin vio su reloj— todos al salón, rápido.
Los chicos salieron con mucho cuidado de aquel salón, al llegar a su salón todos tenían una sonrisa en la cara, una sonrisa muy maliciosa.
—Jin —lo detuvo— ¿a dónde vas?.
—¿yo? —se señaló— voy al baño.
—No tardes, no quiero que te pierdas la cara de los taraditos —Jungkook hablo.
—Ya vuelvo.
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