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Narra Grecia Evans

Alana y yo entramos en una habitación y ella se metió al baño mientras yo me sentaba sobre la cama. Toqué mi mejilla y me queje ante mi propio acto. La puerta se abrió y ví a Amelia entrar y mirarme de pies a cabeza

—Grecia —se sentó a mi lado y acarició mi espalda —¿Qué sucedió linda?

Miré su vientre y sonreí

—pronto nacerá —dije en susurro —¿Puedo...? —apunté su vientre

Ella asintió sonriendo levemente. Toqué su vientre, lo acaricié y sentí como su bebé se movía

—Se está moviendo —reí —Qué lindo...

—Si, mi princesa es una niña muy inquieta —la mire.

Iba a hablar pero Alana salió del baño

—Ven Grecia —puso un pañuelo con líquido frío sobre mi mejilla

—Ay —me quejé

—Tranquila...¿Te lo hizo Albert no? —asentí

—No entiendo porque ese hombre es tan cruel —dije con voz débil —Fabián es su hijo... Me violó —ambas se miraron —Y... mató a mi madre —lloré

—¿Qué? ¿Cómo...? —dijo Amelia

—Nos platicas luego —ña interrumpió Alana —Grecia tiene qué descansar

—¿Ustedes...ustedes saben quien es Moly? —ambas se miraron

Alana suspiró profundamente dejando el pañuelo a un lado, se sentó en la cama. Nos acomodamos bien en esta y Amelia se recostó de la cabecera

—Grecia...—comenzó Alana —Eso es un tema del qué Fabián tiene qué hablarte

—¿Ella fue su mujer? —pregunté

—Grecia...

—Alana —interrumpió Amelia y me miró —Si, Moly fue su mujer hace un par de años

—¿Qué pasó entre ellos? ¿Dónde está? —pregunté mirándolas a ambas

Escuchamos el sonido de la puerta y levanté la mirada, era Fabián

—¿Me dejan solo con Grecia? —Ellas asintieron, me miraron una última vez y salieron de la habitación

Fabián se sentó a mi lado y acaricio mi rostro

—¿Cómo te sientes? —preguntó por lo bajo

—Bien —mire los golpes en su cara
—Te amo Fabián...—mis ojos se humedecieron —Pensé qué te iba a matar. Me asusté mucho

Negó. Me acercó a él

—Yo también te amo —en medio del dolor mi corazón saltó de una alegría infinita al oír sus palabras —Y en cuánto ví como te tocaba... Quise matarlo, quiero matarlo

—No —lo mire a los ojos —No digas eso, el...es tu padre

Negó, se levantó de la cama y jalo su cabello con frustración

—Le prometí a tu familia que te iba a cuidar...

—Fabián

—Y mira lo que sucedió hoy. Quizá debimos firmar el divorcio

—¡No!. —me puse frente suyo —Yo elegí estar a tu lado, tu me aceptaste

—¿Pero qué precio tienes qué pagar para estar juntos? —dijo y mordí el interior de mi mejilla

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