Prólogo

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Linder City, 14 de marzo de 1894

Querida Dorothy:

He extrañado mucho escribirte, Dorothy, pero no más de lo que he añorado abrazarte. Recuerdo aun, impregnado en mi alma, el dulce y fresco olor de tu perfume. Las marcas que tu carmín dejaron en mi corazón alejando de mi mente pensamientos corruptos, te hacen real y no un sueño de algo que mi mente imaginó recordar. Por las noches te pienso en mi soledad, en mi momento más íntimo mientras agarro mi guitarra y te dedico las canciones que la luna compone por mí. Y si aquí escribiera lo que tu belleza despierta en mi probablemente esta carta fuera interminable. Tus ojos de color miel agitan mi corazón al recordarlos cuando me mirabas con una copa de whisky entre tus carnosos labios.

Aquí en la costa todo huele a sal, la brisa se encarga de transportar el aroma del mar por toda la ciudad refrescando mis días y vistiéndolos de verano todo el año. Y no te mentiré amada mía, ha hecho más llevadera tu ausencia. Todo el mundo aquí ama la mar como nosotros amamos el olor a tierra seca, el olor a whisky casero e incluso la pestilencia de la casa del viejo Frank. No termino a acostumbrarme a que todo huela a una falsa realidad. Solo el mar es natural, el resto es una ilusión, miles de olores superpuestos para camuflar el hedor de un cuerpo sudado por la cargante atmosfera de la ciudad. Las personas no son reales aquí, Dorothy, buscan aparentar ser otra persona, les avergüenza ser quienes son realmente. Créeme, los tengo bien calados. En fin, deberías de venir a ver el gran horizonte azul y mojar tus lindos pies en la fría orilla, aunque ambos sabemos que tus raíces te aferran a Nueva Esperanza.

Lamento decirte que mi amor por ti no es el asunto de esta carta. mi cometido es hacerte saber que pronto regresaré de la universidad y tras siete largos años volveré a casa. Posiblemente cuando estes leyendo esta carta me queden unos diez meses para estar allí, a tu lado. Solo tú sabrás de mi regreso y aunque ambos muramos por vernos y devorarnos el uno al otro, nuestro encuentro deberá de esperar hasta que resuelva unos asuntos. Te haré llegar otra carta para que nos reunamos. Hasta entonces, aunque me veas por la calle actúa como si no me conocieras. Sobre de la herencia de Padre... Me ha llegado a mis oídos que la granja, la que está cerca del río del este, ha sido robada y varios de los animales mutilados sin ninguna razón. ¿Dónde estaban Billy y Mary Rose? ¿No se supone que quedaban al cargo de la granja hasta mi vuelta? Te agradecería que les llamaras la atención, pero no les menciones mi regreso.

Ya no soy un crio. Dorothy, ahora soy un hombre nuevo. La universidad me ha abierto los ojos y la mente y he llegado a conclusiones que de haberme quedado en Nueva Esperanza nunca habrían invadido mi mente. Agradezco el esfuerzo que hizo Padre por insistirme tanto en vida de que fuera a la universidad de que viera un mundo distinto y tan... corrupto. Tengo tantas cosas que contarte, sin embargo es un peligro hacerlo por escrito. Solo has de saber que pase lo que pase entras en todos mis planes.

Por último, y lo más importante. He estado dejándolo para el final buscando las palabras y el sentimiento necesario. Porque no necesito que leas esto sino que lo sientas, que tu piel se erice como la mía mientras escribo esto. Solo de pensarlo tengo el corazón desbocado como un caballo sin domar. Mi regreso traerá revuelo, no el esperado, pues no sabrán quien soy y junto con la revolución ferroviaria, una tecnología que ha evolucionado tan rápido en tan poco tiempo... mi cuerpo se estremece ante tal proeza. Estamos ante una oportunidad perfecta, Dorothy, única me atrevería a decir. Por fin podremos vengar la muerte de Padre.

Te quiere.

Tu sobrino.

Un tren hacia Nueva EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora