Parte 1 - Culpa

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Miles de aves revoloteaban sobre una nube de humo que parecía no tener fin, mientras un calor abrasador se extendía cada vez más por el aire.

Acompañado de este sentimiento, los gritos desesperados de aquel joven amo resonaban aún al aire libre.

- Gege, ¡¿cómo pudiste?!, te dije que practicaría mañana, ¡era una promesa!

A su lado, otro joven maestro mantenía la calma, pero su semblante no reflejaba aquello en absoluto.

Y es que en el mundo de la cultivación es bien sabido que aquellos hermanos no pueden ser más opuestos en cuanto a personalidades, pues mientras el joven Huaisang disfrutaba del arte y la belleza, Mingjue sólo mostraba interés en tan pocos actos que se podrían contar con tan sólo una mano, y la paciencia no estaba en aquella lista.

-No esperaré ni un momento más, ahora enfrenta el castigo que tú mismo te buscaste.

-¡Gege, te odio!

Proclamó el menor, pues para él no había algo más valioso que su preciada colección de abanicos y pinturas, tan hermosas que hasta sus cenizas y el fuego que se alzaba sobre ellas era un espectáculo digno de ver.

Aunque Mingjue no expresara otro sentimiento mas que enojo, esto no quería decir que no le guardara un espacio a su pequeño hermano en su corazón, por lo cual estas palabras le perforaron lo más profundo de su alma, y esta vez se rehusaba a ocultarlo.

Después de apagar las brasas y cuando el viento soplaba tranquilo, dando fuertes pasos y con una expresión fruncida, se dirigió a la habitación del menor, quien todavía se encontraba conmocionado por lo que había sucedido.

Primero un sonido de azote, y seguido una puerta deslizándose con fuerza. Si Huaisang no conociera tan bien a su hermano, habría pensado que se tendría que enfrentar a un intento de secuestro.

Después de unos momentos de silencio, Nie Mingjue se dirigió a con el menor, y sentándose a su lado lo miró con una expresión fruncida, que era lo más parecido a una disculpa en su lenguaje.

La culpa se sentía en su mirada, reflejada en el brillo de sus profundos ojos ámbar, y es que una de las miradas de aquel apuesto general decían más que mil palabras.

Nie Huaisang sabía esto muy bien, pero aquellos hermosos ojos no serían suficientes para apaciguar el enojo y tristeza que sentía no sólo por ver su preciada colección reducida a cenizas, sino también porque el orgullo de su querido hermano era tan inmenso que ni siquiera podía disculparse con palabras.

-Vienes aquí irrumpiendo en mis aposentos, y no haces más que mirarme a los ojos...
Susurró el menor.

Una vez que estas palabras fueron terminadas y preso de una sensación eufórica momentánea, no pudo evitar abrir aún más su boca y pronunciar lo que en otro tiempo no se atrevía a decir ni obligado.

-Siempre me pides que esté practicando, me gritas que soy un inútil y me haces sentir como si no valiera nada, no importa cuántas veces me equivoque, ¡A-yao jamás me trataría así!

Los ojos de Mingjue se fruncieron y su boca se torció velozmente junto con el movimiento de su mano, que rápidamente fue dirigida hacia la boca del menor con una fuerza no medida.

Una vez que escuchara ese nombre bastaba para encenderlo en fuego, estaba furioso y su pequeño hermano era el único en aquella habitación.

De pronto, una sensación húmeda empapó únicamente su pulgar, seguido de una ola de calor y el suave tacto de... ¿una lengua?

Así era, su mano, todavía fuertemente incrustada en la boca del menor vaciló por un momento.

-Tu... tu boca..

Una Disculpa Adecuada [Niecest] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora