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Las murallas del edificio eran lo que Yeonjun más odiaba, porque parecían ser un maldito papel, el más delgado que pueda existir

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Las murallas del edificio eran lo que Yeonjun más odiaba, porque parecían ser un maldito papel, el más delgado que pueda existir.

Cuando llegó al departamento en el que actualmente reside, su vida fue relativamente normal, pero había momentos que escuchaba fuertes discusiones, o a sus vecinos… Bueno, disfrutando del arte de la procreación.

Estaba bien, de todas formas se trataban de casos fortuitos, casi siempre son cuidadosos con ese tema. Incluso a veces los vecinos se disculpaban por los ruidos ocasionados. Era una comunidad que sorprendentemente entendía los problemas de los otros y se mostraban lo más responsables posibles al respecto.

Pero habían otros momentos como ahora, que simplemente rozan lo inhumano.

¿Quién en su sano juicio comienza a martillar a las doce de la noche? Nadie. Exceptuando a su vecino.

Nunca le vio la cara, llevaba poco tiempo en el lugar, sin embargo aquello era básicamente una llamada a la guerra civil, porque en todo el tiempo diurno el cual decide estar en su departamento no escucha nada, pero cuando recién puede cerrar los ojos por el cansancio comienzan los martillazos y fuertes golpes a la pared.

Sabía que estudiar leyes no era sinónimo de dormir sus ocho horas de sueño, pero no creyó que mudarse a un departamento tenía el precio de no dormir por un vecino que se la pasa tres horas martillando, cada noche. Sin falta.

¿Acaso estaba creando un mural de cuadros que el idiota se la pasa desde las doce hasta las tres de la mañana? Lo peor era que ni siquiera se disculpaba. Era la maldita oveja negra de la comunidad, y le caía mal sin conocerlo por ese simple motivo.

Aquello no sería tanto un problema a destacar, si no fuera porque los días en la oficina del bufete se han vuelto cada vez más espesos. Es la última vez que se involucra en un divorcio, el matrimonio es algo que definitivamente ya no quiere probar. Porque divorciarse en malos términos es horrible para el abogado.

Estaba seguro que su vecino ruidoso estará incluso más relajado con su vida al saber que no lo deja dormir. Él quisiera tener esa paz de hacer lo que se le diera en gana sin tener que arriesgar nada.

Incluso si lo quisiera, él también podría ponerse a martillar como desquiciado a las tres de la madrugada, pero era muy arriesgado, si los otros vecinos se quejan entonces habrá sido en vano.

Ah… ¿cinco de la madrugada? Y su molesto vecino estaba aún martillando, un nuevo récord.

Presionó la almohada en un fallido intento de silenciar el pesado ruido en su muralla, que encima podía sentir los golpes en el colchón. En esos momentos estaba considerando fervientemente dormir lo que le queda de la hora para dormir.

Le esperaba una jornada larga, y ya estaba resignado a no poder pegar el ojo esa noche. Por lo que simplemente suspiró y se sentó en el colchón que lo volvía a tentar. Gruñó ante el evidente cansancio y se puso sobre sus pies.

Walls of Paper || soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora