Sueños inentendibles, alucinaciones vagas, dolor de cabeza y espasmos momentáneos.
Abrió los ojos con pesadez, confundido al escuchar ruidos en la sala de su hogar, miró su reloj que anunciaba las 4:00 a.m. Frunció el ceño, tallándose el rostro con ambas manos, ¿quién putas lo despertó por la madrugada?
Más específicamente, ¿por qué Roy lo dejó entrar?
Se sentó en el frío colchón, dejando ver su torso desnudo, únicamente su hombría siendo cubierta con unos pantalones de dormir, suspiró con pesadez, se levantó, tomó su arma que estaba debajo de la almohada blanquecina y bajó a punta de pie a la planta baja de su hogar.
Los ruidos se hacían más fuertes a medida que se acercaba, cargó su arma, asomó la mirada a la puerta de la cocina, teniendo en su campo de visión un cuerpo pequeño y curvilíneo en la cocina, tomando un vaso de agua.
¿Era una puta broma? —pensó.
Se acercó a él a paso lento, cauteloso, aprovechando que el intruso estaba de espaldas, observando por la ventana que daba vista al jardín.
— ¿Quién carajo eres? –cuestionó apuntándole con el arma la nuca.
—Señor Brown. – respondió con voz lenta y pausada, un clásico tono masculino.
No le pareció raro que conozca su apellido, después de todo, su empresa es mundialmente famosa.
— ¿Quién eres y qué quieres? – cuestionó con frustración, haciendo presión en la nuca del más joven.
—Bueno, ¿podría dejar de apuntarme con su arma? –intentó girar el cuerpo, siendo impedido por Brown, pues hizo presión con la mano desocupada en sus omoplatos, reclinándolo en la barra de la cocina.
—No. –respondió con autoridad.
El chico suspiró. — ¿Quién lo diría? el respetado dueño de "fantasy dream" apuntando a un pobre chico en la nuca con un arma.
—Es en defensa personal, tú eres el puto loco que entró a mi hogar a las 4 de la madrugada.
—Quiero pedirle un favor. –dijo, mirándole por el rabillo del ojo.
— ¿Y no podías hacer una maldita cita a mi oficina? –cuestionó con incredulidad. — ¿Cómo descubriste dónde vivo?
—Semanas siguiéndolo, señor Brown, además creo que el tema para lo que requiero ayuda, no sería adecuado hablarlo en su respetada oficina.
— ¿De qué mierda hablas, puto acosador? –hizo una mueca, arrugando el rostro.
— ¿Podría dejar de decir groserías?
—No, jódete.
—Bien. – cerró los ojos, soltando un suspiro. — permítame voltearme para hablar con usted.
Lee se alejó un poco, lo suficiente para que el más bajo pudiera incorporarse, pero sin dejar de apuntarlo, no podía confiar.
—Buenas noches, señor Brown, soy Kyle O'Brien y tengo 18 años.
Un puto niño. —pensó.
Lo era, mientras que él tiene 30 años.
— ¿Y puedo saber Kyle O'Brien por qué mierda estás en mi casa? – cuestionó en un tono de voz más alto, tomando una taza de café y estampándola casi en la cara de Kyle, de no ser porque se agachó en un movimiento rápido.
Kyle se asustó, comenzaba a perder el control total de la situación, desde el inicio sabía que era muy arriesgado pero no podía echarse para atrás ahora.
