Primer día: Visitando al otro.

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La luna brilla y las estrellas se burlan de ella desde el cielo, suspira pero no por el frío que se cuela por su ventana abierta, sino porque la noche prometía ser emocionante al ser el Ninja Nocturno quién robó un montón de artilugios extraños para hacer, seguramente, una de sus travesuras.

Amaya estornuda un par de veces seguidas y maldice en voz alta al terminar. Odia estar enferma, las cosas más divertidas pasan cuando está en cama; amaneció con una horrible fiebre que no la dejó levantarse, un dolor de cabeza espantoso y el cuerpo adolorido como sí Armadylan le hubiera dado una paliza.

La brisa que se cuela por la ventana es fría pero se niega a cerrarla, la verdad es qué la flojera y el dolor de cuerpo la consume como para mover siquiera un pie fuera de las cálidas sábanas. Sus amigos seguramente la están pasando bien, pensando como quitarle todo al Ninja y luciendo sus habilidades.

Le prohibieron ayudarlos, la mandaron a descansar y desde que salieron al cuartel no se han dignado a informarle nada. Se tomaron muy enserio lo de la noche libre.

Apaga la tablet, siendo sincera no había estado viendo nada, y la deja sobre la mesita de noche. Le gustaría estar ahí, dónde sea que la pelea se esté llevando a acabo; desde hace un par de meses que se comenzó a llevar bien con el Ninja y sus adorables ninjalinos, obviamente nadie sabe de eso.

Es secreto y a ella le gusta ese secreto.

El Ninja es un escape para Amaya, cuando está aturdida, en problemas o simplemente no tiene el control de la situación, algo que ella detesta no tener, él llega y la hace reír, la hace sentir bien y siempre se encarga de hacerle recordar que todo estará bien. Claro, a su modo.

Es un villano, obviamente no lo diría con palabras cursis es más bien cómo: “A nadie le importa lo que te pase pero, cómo eres tú de quién estoy hablando, al final no será tan problemático”.

Las batallas se volvieron divertidas, incluso bromeaban en medio de la pelea con chistes estúpidos y sarcásticos que posiblemente nadie más que ellos entienden. Los ninjalinos la quiere y eso a ella le alegra puesto que es divertido jugar con ellos. Lástima que hoy no los pudo ver; luego de las batallas en la que los Pj Mask ganan, ella se escapaba de sus amigos e iba con ellos.

Suspira y con flojera mirá la hora en la tablet, faltan quince minutos para las diez, quizás ya debería dormir. Se acomoda en la cama y se arropa hasta el cuello con las tres cobijas que tiene desde la mañana, todo el día ha sentido frío, producto de la fiebre. Cierra los ojos y una ráfaga de helado viento entra por la ventana, suave pero le congela los dedos de los pies.

—Creo que debería cerrar la ventana —murmura con una mueca mientras se acuesta de lado, junto a la mesita de noche.

—Sí, deberías —escucha decir en voz alta. Oír esa respuesta la sobresalta y abre los ojos rápido y un chillido de espanto sale de sus labios; gracias a la luz de la luna pudo ver a alguien frente suyo—. ¡Shh!

Le tapan la boca y se siente aterrada, no se puede mover mucho pero no le harán algo sin antes luchar. Con valentía muerde la mano en su boca y ahora el grito ahogado es de su agresor.

—¡Estúpida pajarraco! —se queja con dolor y aprovecha la distracción para encender la luz de noche en la mesita. Abre un poco más los ojos cuando logra distinguir a quién tiene enfrente—. Maldita sea, muerdes duro.

—¡Ninja! —exclama con sorpresa aunque luego frunce el entrecejo—, es tu culpa por entrar así.

—¿Mí culpa? —reclama en Ninja molesto mientras deja de sobarse la mano para señalar la ventana—, tiene las ventana abierta, ¡Cualquiera que se atreva a escalar puede entrar, hasta un ladrón!

—¡Cállate! —rueda los ojos y dice mientras con fuerza le tira la almohada en la cara, el ninja con sus reflejos la atrapó con facilidad—, mis padres están durmiendo.

—Tú fuiste la que gritó primero —reniega con la almohada en manos.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con curiosidad. Es muy temprano para que su plan malévolo haya terminado.

—A tus amigos, los “Insectos en Pijama”, se les escapó decir que estás enferma.

—¡Que lindo! —dijo Ululette con un burla y un poquito de ternura—, dejaste que te ganarán para venir a verme.

—No —responde molesto el ninja—, dejé que mis ninjalinos causarán estragos en la ciudad para poder buscar algo importante para él más grande ninja en el mundo.

Pone los ojos en blanco al oírlo hablar sobre si mismo, se sienta cómodamente en la cama y lo invita a sentarse junto a ella. Él le hace caso, tomando asiento cerca.

—¿Eso tan importante que buscas es...?

—A tí... —lo oye responder en un murmuró y una exclamación quedó atorada en su garganta. El ninja tose y si no fuera por la amarillenta luz de su lámpara pensaría que está sonrojado, aunque rápidamente continúa hablando— ¡Que te importa!

Amaya lo mirá sin saber que decir, siente las mejillas un poco rojas pero lo atribuye a la fiebre, cuando por fin logras articular palabras, el Ninja Nocturno se levanta con apuro y se encamina a la ventana; se sienta en el borda y cuando está apunto de saltar dice:

—Ya ví que estás bien, bueno no tan bien porque estás enferma pero al menos sigues viva.

—¿Esperás que muera por gripa? —habla con sarcasmo. Con toda la fuerza de voluntad se pone de pie y despacio se acerca a la ventana, dónde se encuentra él.

—Si te digo la verdad te enojas —Amaya ríe cuando lo escucha decir eso y con falso enojo le golpea el hombro. El ninja hace una mueca de dolor pero ella sabe que no es verdadera—, bromeó. Me voy, nos vemos. Y ya que estás aquí ¡Cierra la ventana!

Y tras decir eso, desapareció con velocidad en la noche. Amaya sonrió, cerró la ventana y volvió a la cama.

—Tonto —expresa con diversión antes de dormirse.

Extrañamente se siente mejor luego de la visita de su amigo el villano.

Pj Shipping Week.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora