Pasado

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-¡Le dije Srta. Nal que no hiciera absolutamente nada! - la profesora de posiciones se acercó furiosamente a su alumna, con la que confió un gran secreto, sin embargo, no salió como lo esperaba.

-Miss Luthor no sé de qué habla, yo no hice nada- trató de defenderse la chica, ya de por sí la maestra daba miedo, y enojada era peor.

-No se haga la inocente, ahora afrontará las consecuencias, fue un error confiar en usted- sin más da media vuelta, agita su mano izquierda para desvanecerse en el aire.

La joven Nia se quedó parada en el mismo sitio, normalizando la respiración, inconscientemente había dejado de respirar, luego comenzó a correr para su habitación para iniciar su investigación en todos los libros que había prestado en la librería de la academia.



Una pequeña pelinegra, aburrida de sus clases decidió romper las reglas del internado. Se supone que no debían de abandonar el instituto en sus límites por nada del mundo, y peor aún, visitar la zona de los mortales, humanos comunes y corrientes ignorantes de la magia.

Sin embargo, la pequeña Kieran justo cuando llegaba a la academia volando en su escoba, desde la altura había visualizó un pequeño parque y le dio mucha curiosidad la emoción de los pequeños humanos en aquellas estructuras metálicas. Realmente le daba mucha intriga el mundo humano, y desearía saber el por qué la prohibición de los magos en acercarse a los humanos, incluso hasta un hechizo de invisibilidad tenían para que no tengan interacciones entre ellos.

Y en un descuido de sus maestros, escapó hasta dirigirse a aquel lugar en su escoba. Se sentó en una banca cerca de los juegos e inconscientemente se le escapó una sonrisa mirando el correteo de los otros infantes.

Se levantó del lugar donde estaba, dejando su escoba en una esquina y correteo hasta donde estaba lo demás, sin embargo, olvidó el detalle de su protección de invisibilidad, los niños que corrían a su alrededor podían traspasarla, se sentía frustrada, por primera vez deseó no tener sangre bruja y ser un infante normal. Lágrimas de frustración se asomaron mientras regresaba de regreso, derrotada hacia donde se hallaba su escoba, no fue buena idea haber ido a aquel lugar, o eso era lo que pensaba.

-¿Pero qué es lo que te pasa?¿No te puedes fijar por dónde vas?- Una rubia sumamente enojada le reclamaba a la pequeña Kieran

-Tú..uu... - incrédula la pelinegra la mira -¿Tú me puedes ver? - se apuntó a si misma mientras preguntaba con un poquito de emoción.

- ¡duh! - puso los ojos en blanco ­- ¿Por qué no te podría ver? - para la rubia, la niña frente de ella actuaba muy raro, supuso que debía estar un poco descuerdada.

-Es que no todos me pueden ver-

- ¿Acaso eres un fantasma? -

- ¿Fantasma? - Arrugó el entrecejo Kieran -no... no, no lo soy - pero justo en ese rato un niño corrió a su dirección

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