Capítulo 4: Cena.

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POV Valentina

Juls es la persona más especial, divertida y ocurrente que he conocido en mi vida, hay tanta luz en ella que me resulta increíble pensar que ella misma aun no se da cuenta. Siento que se deja arropar por las dudas y ciertos miedos, aunque no para de creer en sus sueños, y eso no permite que alcance todo su potencial. El brillo en sus ojos delata la energía que habita en su ser, su sonrisa refleja claridad y la forma en que habla indica que su vida, hasta ahora, no ha sido fácil. Tal vez esa sea la razón por la que no se atreve a ciertas cosas, el miedo suele apartarnos siempre de la felicidad y la comodidad de sentirnos bien en nuestra propia piel.

Un par de horas hablando con ella son suficientes para saber que es, simplemente, diferente al resto de las personas. Es directa, franca, concisa, una mezcla perfectamente imperfecta de seriedad y buena onda. Esto último ya lo sabía porque, seamos honestos, con el egoísmo imperante en estos tiempos nadie pensaría en alegrarle la vida a otro con chistes de los que salen en los chuches. De hecho, no me imagino a nadie teniendo un detalle tan simple, y a la vez tan excelso, conmigo. Del mundo de donde vengo lo usual es darse la puñalada por la espalda, sonreír a los demás solo si te traen algún beneficio, ser despiadado y solo velar por el bienestar propio. Nada de pensar en lo colectivo, impera lo individual, sentirse dueño del mundo, pensar que el resto está por debajo y que por eso no importa lo que diga, haga, piense o sienta. Así es mi mundo, aparentemente maravilloso, pero cual alfombra, el sucio lo esconde para que nadie pueda verlo.

Ella es muy distinta. Es genuina, sin poses, empática y transparente, dice lo que piensa y lo que cree. Me encanta su sonrisa, es tan linda, la manera en que se achinan sus ojitos marrones al reír es hermosa y ese gesto que hace con sus cejas cuando sabe que tiene la razón me hace suspirar. Esa morena expide luz a su paso y deja sin palabras a cualquiera con su belleza y lo imponente de su presencia.

Los días lejos de ella, como este fin de semana en Barcelona, son un infierno, ya sé que suena dramático, pero es así. Me da paz saber que está al otro lado de la pared y que nuestros corazones están cerquita, que solo nos separan unos pasos de distancia y que en cualquier momento me la puedo topar en el pasillo, la lavandería o en las salas comunes. Amo escuchar cuando canta mientras realiza el aseo de su apartamento y el sonido de su festejo cuando gana el Real Madrid. No le digan esto a mi familia, por favor, ahí si que me desheredan porque estos si son bien intensos con el Visca Barca.

- Ay, Valentina, y luego te preguntas si estás enamorada. Ya esto es otra cosa, estás perdida por esa chica de ceño fruncido y que parece vivir peleada con el mundo. Ahora piensas en futbol y googleas al respecto para estar enterada del tema, al menos ya no googleamos "amor entre mujeres" eso es un amplio avance – no me juzguen, después de verla en el ascensor, la primera vez, me quedé con dudas sobre las cosas que sentí en mis partes bajas al ver su sonrisa. No sean mal pensadas, con partes bajas me refería al temblor en mis rodillas.

Los días junto a los míos fueron interesantes, por no decir otra cosa, muchos Carvajal juntos nunca es buena idea. La parte buena es que acabó y ya estoy de regreso en mi apartamento, muriendo por ver a Juls. ¿Será muy desesperado llamar a su puerta? ¿O escribirle? Creo que no, además ella me dijo que le avisara al llegar para estar tranquila. Adoro que sea tan protectora. Es que es una hermosa, todo el fin de semana estuvimos hablando por mensajes y me envió un montón de stickers divertidos, según ella los había robado todos porque sabía que me harían reír. Esas son las cosas que más me gustan de ella, su honestidad en todo momento y la manera tierna en que logra poner una sonrisa en los demás.

Estoy agotada, odio viajar en tren, y mañana tengo clases a primera hora. Alguien que me pase una cuerda, por favor, o que me mande a mi Juls para alegrarme la noche. Estoy emocionada por entregarle lo que compré para ella, espero que le guste mucho, mi hermano, Antonio, dice que es el regalo perfecto para alguien que estudia arquitectura.

- Ella es la arquitecta Juliana Valdés Carvajal, mi esposa - que bello suena eso. Calma corazón, aun no está pasando, solo estamos soñando un poco despiertos, pero algún día sucederá. Compartiremos el resto de nuestra vida juntas y seremos muy felices.

Cuando escucho el sonido de mi puerta, me pregunto quién será, no he pedido nada en la recepción ni espero a nadie. Debe ser Luis que necesita algo, ese loquillo, siempre buscando sal o alguna cosa para terminar de preparar su cena. Camino a la puerta y allí estaba ella, sonriente, vestida de manera algo desordenada, con una gorra negra puesta al revés, ahora si me tembló algo más que la rodilla. Que sexy se ve, madre mía, espero que mi cara de baba no sea muy evidente.

- Buenas noches, Val – mi corazón se detuvo un instante como cada vez que la veo. Necesito que me llame así por el resto de mi existencia, que me haga piojitos en la cabeza los sábados a la tarde y que los domingos nos vayamos a la plaza a noviar y besarnos, bajo los faroles, como locas enamoradas.

- Buenas noches, Juls – respondí sin dejar de mirar sus ojitos lindos y su sonrisa de anuncio de pasta dental.

- Espero no molestar, pero hace un ratito sentí ruidos en tu puerta y – hace una pausa para jugar con sus dedos nerviosamente - ¿no te molesta, cierto? – negué con la cabeza. Obviamente no, si yo lo que quiero es verte todos los días y a todas horas – Tenía miedo de incomodar, que bueno que llegaste bien. ¿Qué tal Barcelona?

- Bien, el tiempo con la familia siempre es especial y más cuando no puedes verlos tanto como quisieras por vivir en otra ciudad – me disgusta parpadear cuando la tengo en frente – pero a ti qué te voy a contar si estamos en las mismas. Madrid nos aleja de casa.

- Valdrá la pena – dice con optimismo – un día terminaremos la universidad y empezaremos una nueva vida junto a nuestros seres queridos.

- Tienes razón, es un sacrificio que vale la pena – respondí y nos quedamos unos segundos en silencio.

- Traje esto para ti – me estrega un tóper – creí que llegarías cansada y no querrías hacer de cenar. Es pasta, el día del café dijiste que te gustaba, y también pan de ajo. Lo hice yo misma, espero que te guste.

- Me encantas, quiero decir, me encanta el pan de ajo y la pasta – no puedo creer lo torpe que soy - ¿Tú ya cenaste? – asintió y allí murió mi esperanza de invitarla a que me acompañe y tenerla cerca un ratito más.

- Disfruta la cena, luego me dices si te gustó. O mejor no, me moriría de vergüenza – ambas reímos del comentario.

- Tengo algo para ti – me di la vuelta y fui hasta mi maleta – es una réplica en miniatura de la Sagrada Familia, dicen que todo arquitecto sueña con tener una. Aquí vienen las instrucciones de armado – comenté.

- No era necesario... – amo hacer que se sonroje - Es maravilloso, muchas gracias, siempre quise una. También muero por visitarla en persona, dicen que es fascinante, una experiencia única en la vida.

- Cuando quieras te invito a mi ciudad, hay muchas cosas por ver, prometo llevarte a los lugares más importantes – y así decides si quieres que vivamos allí cuando nos casemos.

- Será lindo tenerte como guía turística – respondió – Me voy a la sala de estudio, debo terminar unos deberes para mañana. Que aproveche la cena.

- Seguro que sí, mucha suerte con los pendientes – no me veas así o te voy a besar – Gracias, otra vez – me muero de amor. Cierro mi puerta suspirando, ¿Cómo puede ser tan especial? Se acordó de preparar cena para mí. Es que yo me caso con ella y tenemos dos bebés, guapísimos, de esos que salen en los anuncios publicitarios.

¡Qué buena mano para cocinar tiene, por favor! La cena estuvo deliciosa, nada que envidiarle a ningún chef, quedo claro que ella se encargara de cocinar en casa y yo le apoyaré moralmente. Así evitaremos accidentes indeseados.

Después de pensarlo, mil veces, decidí escribirle un mensaje de buenas noches, pero cuando empecé a escribir justo entró uno de ella que decía:

- ¿Desayunamos juntas? Prometo compartirte de mis cereales ☺️ – eres justo como te imaginaba, perfecta.

- Por supuesto, me encantaría, ¿a las 8:00? – respondí.

- ¡Super! 🙌🙌 –

Habemus tercera cita, un momento, ¿esto cuenta como cita? No lo sé, me da igual, yo solo sé que mañana desayunaremos juntas y será hermoso.

***Buenas noches,

Segunda entrega del maratón. Nos leemos mañana.

Love you❤️***

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