Love's Legacy | YM ✓

𝑷𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐

•'¯'•» 🐱𝑩𝒂𝒏𝒅𝒊𝒕𝒂𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐́𝒏🐥 «•'¯'•
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El ambiente de la gran fiesta era vibrante, con risas resonando, conversaciones animadas y parejas bailando sin parar, las luces tenues daban el toque, al igual que la música, pero todo quedó en completo silencio cuando esta fue cortada y el tintineo de una copa se hizo presente.

— E-eh, ¿podría tener su atención, por favor?

Una voz familiar para la mayoría de los allí presentes se hizo escuchar, y en ese preciso momento tomaron asiento en sus respectivos lugares obedeciendo al pedido del jovencito que aún mantenía la copa en sus manos temblorosas.

— Gra-gracias — Su mirada se dirigió a su mejor amigo, quien lo miraba extrañado por lo que estaba haciendo, y a su lado estaba el hombre que había elegido para compartir su vida — Sé que te estás preguntando ¿Qué está haciendo éste loco? ¿Verdad? — Una ola de pequeñas risillas se escuchó — También sé que esta no es la boda y que no debería estar haciendo esto ahora.

Mordió su labio inferior tratando de callar todo lo que tenía para decir y solo pedir disculpas para luego volver a su lugar como si nada hubiera pasado, pero en este punto de la vida ya no tenía nada que perder.

— Quiero contarles a todos los presentes las vivencias que tuve contigo, Yoongi ¿Me lo permitirían? — Cuestionó, no esperando solo la aprobación de su amigo, sino también la de su prometido y del resto de invitados.

— Claro que puedes, Jiminnie — Afirmó con una gran y tímida sonrisa. Esa que alguna vez fue dirigida solo para él y ahora se la estaba llevando alguien más.

— Gracias — Suspiró hondo, conteniendo todas sus ganas de correr y partir en llanto — Conozco a Yoongi desde que tengo seis años, él fue uno de mis primeros amigos y el único a lo largo de mi vida, nunca fui un niño sociable y menos alguien bonito a la vista, o eso solían decirme... Hasta que un día, un pequeño con sonrisa de gomita y ojitos de gatito que puedo jugar brillaban más que las mismas estrellas, se acercó a mí y me dijo que era el niño más bonito que sus ojos hayan visto. Obviamente en ese momento lo patee y le grite que se alejara de mí.

Risas se escucharon nuevamente, pero la única que los oídos del jovencito percibieron era aquella risita contagiosa.

—Pero él no se detuvo, él siguió "acosándome" por meses, hasta un día me salvó.

Todos comenzaron a murmurar y no le sorprendía, ya que sus lágrimas habían comenzado a caer y su voz a cortarse. Jimin vio el momento en el que Yoongi quiso ir hacia él y abrazarlo, pero su prometido tomó fuertemente su mano impidiéndoselo. Así que el rubio solo se limitó a limpiar sus lágrimas con el puño de su camisa, para luego proseguir con su discurso.

— ¿Lo recuerdas? — Preguntó mirándolo a él y solo a él.

— Claro que lo recuerdo.

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Odiaba ir a la escuela, mi cerebro parecía apagarse cada que llegaba a ese horrible lugar, y eso me causaba bastante problemas con los maestros, mis manitos son la clara prueba de que no soy una gran estudiante, además los niños no me querían ¿Para qué ir si solo la pasaba mal?

Iba tan perdido en mis pensamientos que no me di cuenta que choqué con alguien.

— L-lo siento no te vi — Murmure cabizbajo.

— Pero miren qué tenemos aquí, si es el cerdo asqueroso — Los demás niños comenzaron a reír y yo solo quería desaparecer — Claro que lo sientes, mira cómo ensuciaste mi uniforme con tus mugrosas manos — Tomó mi mentón e hizo que la mirara — Pídeme perdón — Estaba a punto de hacerlo, pero me interrumpió — De rodillas.

Cerré los ojos con fuerza dejando salir un poco mis lágrimas y de a poco flexioné mis rodillas quedando frente a ella, las risas burlonas no dejaron de resonar, y eso me hacía sentirme más que humillado.

— Pe-perdóname, Yunha — Mi voz comenzaba a fallar y maldita sea como odiaba ser tan débil.

— Maldito cara de sapo — Comenzó a reírse, para luego ponerse a mi altura y tomar mi cabello con fuerza — No sirves para nada, grábatelo bien en tu cabeza estúpida, solo eres un estorbo para todos ¿Por qué no desapareces de una vez? Nos harías un gran favor a todos nosotros, nadie te quiere.

— ¡Yo sí!

Esa voz, esa chillona y tierna voz, yo la conocía...

Todos voltearon al dueño de esas palabras, incluyéndome, y no podía creer lo que estaba presenciando. ¿Qué hacía él aquí?

— Yo sí quiero a Jiminnie, él es mi mejor amigo, aunque no lo sepa — susurró lo último. Se acercó a nosotros y empujó a Yunha con un poco de fuerza, haciendo que cayera al suelo. Esta vez era ella de quien se burlaban.

— ¿Estás bien? — Su mano se extendió hacia mí — Déjame ayudarte.

Lo miré, esos ojitos de gatito me miraban de una manera extraña, ¿con ilusión? ¿o pena? No podía descifrarlo, pero no importaba demasiado. Enlacé nuestras manos y él tiró un poco, ayudándome a levantar.

— Esa niña es una tonta — susurró molesto, frunciendo el ceño.

— Supongo.

— ¿Por qué hiciste eso? Mi mami dice que no hay que arrodillarse frente a nadie, ya que no somos esclavos. Entonces, ¿por qué tú lo haces?

— No lo sé.

— No lo vuelvas a hacer, por favor — se acercó a mí. Lo miré con extrañeza, ya que estaba demasiado cerca.

— ¿Q-qué haces? — cuestioné nervioso, observando cada movimiento que el niño hacía.

— Tienes tus rodillas heridas — lo miré confundido y luego bajé la mirada hacia mis rodillas — Tranquilo, te llevaré a la enfermería. Allí te ponen venditas de panditas.

— ¿Cómo lo sabes?

— Soy un paciente habitual, mis clases de piano lastiman mis deditos. Me salen ampollas y duelen mucho — me miró con preocupación, pero se apresuró a tranquilizarme — ¡Pero ya me acostumbré! — exclamó con alegría.

Este niño definitivamente era raro...

— ¿Vamos? — solo asentí. Mis rodillas estaban comenzando a arder, las miré nuevamente y estaban algo raspadas. Volví en sí cuando una mano tomó la mía — Muy bien, en marcha.

No dije nada, solo lo seguí, mirando nuestras manos entrelazadas. Sonreí sin darme cuenta, me sentía realmente bien a su lado.

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— De verdad estoy muy agradecido por eso y por las lindas banditas de pandita.

Miré a todos una vez más. Mi silencio se estaba volviendo largo e incómodo, pero no era fácil estar haciendo esto, para nada lo era.

Cuando lo miraba a él, todo se detenía. Y en aquel momento en el que vi su leve asentimiento, pidiéndome que siguiera, simplemente lo hice. Aclaré mi garganta y retomé mi discurso.

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¡¡Gracias por leer!!🐥