Prólogo + nota

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Miedo, eso es lo primero que mi cuerpo puede manifestar. Es lo primero que recuerdo cada vez que regreso a ese día; recuerdo que eran casi las doce de la noche cuando, —con el corazón ardiéndome—, contesto esa llamada sin dejarlo sonar más de dos veces.

Esa noche se había vuelto interminable y la espera insoportable. Estaba alerta. No pude pegar el ojo desde lo que me dijo lo que haría. Si tenia que explicar con detalles lo que sentía por su decisión, diría que estaba orgullosa, feliz y aterrada. Pero tenia la sensación de que aquellas emociones no durarían demasiado, que cuando parpadeara todo acabaría y el resultado seria el que tenia imaginado.

Ambos lo habíamos pensado demasiado y esa llamada estaría decidiendo nuestro futuro.

—Lo hice… —lo oigo jadear como si acabara de correr, helando cada parte de mi cuerpo—. Dudo que se quede con los brazos cruzados.

Una moto se enciende de fondo y no dudo en que sea la suya, la misma con la que siempre vagábamos por la ciudad, igual a dos almas perdidas.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —me tiembla la voz, casi entrando en lagrimas.
—Escapa conmigo —sugiere, al punto que lo imagino con esos preciosos ojos grises, similares a los de un cachorrito rogando y, su cabello rubio natural todo revuelto por tanto rascarse la cabeza, nervioso.

—Ok… Lo haré.

Había tenido todo el día y la noche para pensar en lo que le respondería si las cosas llegaban a este punto. No tuve que pensarlo demasiado justo en este momento. Y, aun así, me encuentro temblando. Deslizo una mano por mi cabello llevándolo hacia atrás, intentando de calmar todas mis emociones que de apoco iban desbordándose.

—Por favor, no tardes. Te estaré esperando fuera de tu casa. —Su voz implorante es suficiente para que me termine de mentalizar que esto estaba sucediendo, y no encontraríamos vuelta atrás.

Mi respiración de por si ya era un completo desastre y, el nudo en mi garganta amenazaba con salir a la luz las ganas de llorar que, con mucho esfuerzo estaba conteniendo; pero no por mucho. La sensación de impotencia, no tenia palabras para describirla; solo podía decir que era como sumergirse en un vacío de profunda oscuridad, sin posibilidades de volver a ver la luz del día. Debía mentalizarlo y convencerme de ello, no hay vuelta atrás.

Miro a mi alrededor, la habitación aún esta sumida en la oscuridad. Debía tener cuidado antes de encender la luz, ya que, la habitación de mi hermano estaba enfrente de la mía. Y no hace mucho, se había percatado de que las cosas no estaban yendo muy bien conmigo. Últimamente, la mantenía abierta para vigilarme.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2023 ⏰

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Si le dices, te mato © PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora