Prólogo: Premonición de un triste destino

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La anciana mujer, asustada, libera a la joven embarazada de su agarre y con rapidez cambia su gesto con el fin de evitar alarmarla, pues su reacción a la visión del destino ajeno ha sido muy poco sutil como para fingir que no pasa nada.

—Ah, ¿hace cuánto no te lavas el cabello? Siento las manos grasosas, niña —se queja con fingida molestia tan pronto ella abre los ojos, distrayéndola. —Si ya no puedes bañarte sola, deberías pedir ayuda. Dudo que tu hermana se niegue. 

La joven se sonroja de vergüenza y apenada pasa las manos por su cabello.

—No es que no pueda lavarlo, señora Wang, es solo que por alguna razón mi shampoo ahora me deja el cabello muy seco o muy grasoso. He usado esa marca por años y nunca me había pasado eso.

—Es por la bebé —afirma, tomando el mazo de cartas con ambas manos. Pregunta mentalmente sobre el destino de madre e hija, con esperanza de haber malinterpretado su visión y empieza a barajar—. A veces pasa por el desbalance hormonal, pero en sí no es nada de lo que preocuparse. Recuerdo que cuando estuve esperando a mi segundo hijo parecía un espantapájaros; tenía el cabello y la piel muy resecos, tsk. Unas semanas después de dar a luz tu cuerpo ya se habrá nivelado por si mismo, vas a parecer esas chicas de los comerciales. ¿Tu obstetra no te lo dijo?

—Sí, pero esperaba que me dieran los buenos síntomas, ya sabe, que se me fortalezcan las uñas o algo así. Ni siquiera se me ocurrió que podía ser por eso, para ser honesta, si no fuese por la barriga olvidaría que estoy embarazada —bromea.

Tres cartas saltan a la mesa y la anciana las acomoda, entremezclando el atado una última vez antes de dividirlo en dos y elegir unas cuantas más. Frunce el ceño muy preocupada; no le gusta para nada lo que muestran las cartas. Hay señales confusas y no sabe si se trata de que no puede o, en realidad, es que no quiere entender el mensaje para fingir que todo estará bien. 

Es completamente inquietante.

Se ha dado cuenta que su primera pregunta fue ambigua, pues incluso cuando la bebé aún no ha nacido ya hay una relación de madre e hija, así que la respuesta es sí, sin embargo se habla de dos, una bastante mas larga que la otra. La otra respuesta, acerca de lo que vio, confirma que la desgracia y la muerte la están esperando, aunque no es claro a cuál de ellas, y se la llevará en un momento no tan lejano, pero tampoco tan cercano, de una forma brutal. 

No puede decirle nada de eso, lo único que lograría es alterarla e incluso adelantar los hechos. 

Hará una última pregunta y espera esta le diga algo más optimista.

Coge otro mazo, uno más pequeño, y lo mezcla durante unos segundos antes de elegir tres cartas. Las coloca con un poco de esperanza al lado de las demás, y sonríe con miseria al leer el cuadro entero.

—Es algo bueno, ¿cierto? ¿Mi niña tendrá un buen futuro? —pregunta con ilusión, y la anciana asiente en respuesta.

—Podría decirse que sí...

Pero no cuánto tiempo durará eso.

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⏰ Última actualización: Aug 25 ⏰

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