Un día de rebajas

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Hoy es el primer día de rebajas y tengo el encargo de mi mujer de conseguir un vestido rebajado que vimos el viernes pasado. Esta mañana no trabajo, y un tanto a disgusto me someto al "trauma" de hacer la conocida cola a las puertas de los grandes almacenes. Luego haré que me compense de alguna manera.

Faltan treinta minutos y ya hay varios metros de cola; yo he venido con tiempo para asegurarme que conseguiré el "botín", quizás si lo consigo mi esposa me de algún premio para recompensar mi esfuerzo.

En pocos minutos la cola se prolonga largamente detrás de mi. Súbitamente, alguien me coge del brazo: me vuelvo y sorprendido me encuentro a una mujer joven. Sin mediar palabra me da dos besos en la mejilla y me saluda como si yo la estuviese esperando. Tras unos instantes de duda la reconozco como Tere, amiga de mi mujer.

En voz baja me comenta:

­­­­­­­­­­­­­­—Menos mal que estabas aquí...me he ahorrado hacer un buen rato de cola.

A mí no me parece adecuado que se cuele en la fila. Sin embargo, me conformo porque así al menos tendré a alguien con quien hablar durante la espera.

A estas horas de la mañana ya hace bastante calor. Tere parece venir bien preparada. Tiene una cola que le recoge el cabello en lo alto de la nuca, viste un vestido de tirantes muy finos hecho de tela estampada con pequeñas florecillas muy vaporoso.

Después de unos minutos la cola ha crecido enormemente. De pronto la hilera humana hace un extraño movimiento, como un acordeón...se acorta y ensancha. Enseguida quedamos todos apelotonados y apretujados. Tere se ha quedado justo delante de mí. Ha encontrado en la mujer de su costado una nueva compañera de conversación, que seguro resulta más amena que la mía

Tal y como estamos, no puedo evitar el contacto directo de mi cuerpo con el suyo. Al principio no se ni tan siquiera como y donde poner las manos. No quiero que piense que soy un aprovechado y la ando sobando aprovechándome de las circunstancias.,

Sin embargo, ni Tere ni resto de la gente parecen darle ninguna importancia, y supongo es lo habitual en estas situaciones...muchos apretujones y mucho contacto corporal. Yo poco a poco me voy excitando, no acostumbro a tener el cuerpo de una mujer joven y hermosa pegado al mío... salvo el de mi esposa. El roce ocasional hace que se me ponga dura.

Ya que a ella no le importa nada en absoluto que su culo se encaste en mi entrepierna, decido sacar partido de la situación. Dejo caer mi brazo a lo largo del cuerpo. Enseguida se queda pegado al culo de Tere, justo en la raja. Con la muñeca empiezo a rozar muy levemente en sus redondeadas curvas. Primero un cachete, luego sobre la raja... girando un poco el brazo y luego el otro cachete.

Voy a aprender de memoria como son las curvas de su culo rotundo. Doblo un poco la muñeca hacia arriba y el dorso de la mano se adapta perfectamente a la curva inferior del culo, donde empieza la pierna. Le acaricio esta zona como antes pasando de una parte a la otra, entreteniéndome un poco más cuando pasa por encima de la raja.

Tere sigue charlando con la otra chica que hay a su lado, aunque de vez en cuando mueve las caderas lo que interpreto como que quiere de participar activamente en el sobe que le estoy dando a su precioso culito.

Yo ya tengo una erección de campeonato, dadas las circunstancias no dudo ni un instante en ponerla apretando sobre su culo. Con los movimientos de la gente, mis frotamientos pasan totalmente desapercibidos y estoy disfrutando como un loco.

Tere me pregunta por la hora, a duras penas consigo sacar la mano para mirar el reloj.

—Faltan todavía quince minutos para que abran — le digo.

—Bueno, todavía tenemos que esperar un poco— dice ella, mientras que yo le estoy apretando el culo con la mano.

Animado por su complicidad y colaboración, soy más osado, bajo la mano, toco su culo y pellizco su vestido tirando de él hacia arriba.

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