│Parte 01: Capitulo 02│

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El tiempo solo es tiempo y los años pasaron tan rápido como el globo de helio que se te escapa de las manos y se va lejos, tan lejos que desaparece en el cielo.

Aquel bebe paso a ser un niño, o como decía su madre "un bebe más grande", seria siendo su pequeño, no importaba cuántos años pasarán o lo grande y maduro que se hiciera, seguiría siendo su bebé. No nos adelantemos mucho, ahora solo tiene cinco años y medio. Y pese a la poca edad que tenía, sabía valerse por sí solo, mostraba una cierta madurez e independencia que un niño de su edad simplemente no tendría. Algo que dolía levemente en el pecho de su madre, pues, sabía que debido a la vida que tenían, su pobre hijo se vio forzado a llegar a aquel punto sin ni siquiera saberlo.

Hasta ese entonces Rahaf había intentado de todo para separarse de aquel hombre, pero todo era inútil. Él no firmaría los malditos papeles de divorcio, ¿por qué lo haría? Jamás dejaría a su única fuente de ingresos, además, si la dejaba, tendría que pagar manutención por el niño y era algo que no podía permitirse, ni quería hacerlo y que tampoco haría si llegara a separarse.

Al no tener un padre y el hecho de que su madre tuviera que trabajar por varias horas para poder obtener una paga decente, Killer tuvo que aprender varias cosas para cuidar de sí mismo cuando tanto su madre como "el hombre" -quien es su padre, pero él lo conocía por ese sobrenombre- desde hacer sus propias comidas -que en realidad eran diferentes ensaladas de frutas picadas para cada hora de la comida- a poner en el microondas la comida que le había dejado su madre en la nevera, ordenar su habitación, lavar sus propios platos y a ocultarse cuando "el hombre" llegaba ebrio, ya sea solo o con alguien más.




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Una noche, cuando ella tuvo que quedarse hasta muy tarde en uno de sus trabajos ocasionales -ya que el no portar un título universitario era suficiente excusa para condenarte y tacharle como un inepto que no merece un trabajo decente- Salió apresurada, estaba muy preocupada por su niño y con mucha razón, no se puede engañar el sexto sentido de una madre. Pronto descubriría el motivo de su intranquilidad, y no sería nada bueno.

Cuando abrió la puerta de su casa y vio el interior, supo que todo estaba mal. Se quedó quieta en el umbral de la entrada, congelada, tratando de penetrar con la mirada la oscuridad de su casa, con los ojos temblorosos y sus oídos atentos a cualquier ínfimo ruido. A pesar del ligero temblor en todo su cuerpo y de la gran inseguridad que sentía por haber puesto el primer pie dentro de su casa, siguió entrando en el interior con pasos sigilosos y con la cabeza moviéndose de un lado a otro, con un sudor frío deslizándose por sus sienes.

Habían destruido el interior de la casa y se habían llevado lo poco que tenían, habían roto las paredes y puertas por el mero gusto de destruirlo todo. No era la primera vez que ocurría algo así. Aquellos actos de delincuencia eran consecuencia de las apuestas y deudas de su esposo. Como dije, no era la primera vez que pasaba, y en el par de veces que sucedió tuvo que enfrentarse a esos delincuentes, ya sea porque la atacaron por sorpresa o cara a cara, ganándose como recuerdo grandes cicatrices en los brazos, un par en el cuello, pecho, abdomen y unas pocas en sus piernas.

Por su mente no paraba de transitar la idea de que alguien la estaba esperando, escondido en alguna esquina oscura o detrás de ella con cuchillo en la mano, listo para matarla. Y aunque todo su ser le gritaba que saliera de allí, no lo haría, tenía que encontrar a su hijo.

Life is a theater play │NightkillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora