agosto 1994
Hace poco más de un mes, justo el día de mi cumpleaños, el ministro de Magia vino a verme. Los nervios parecían sobresalir de mi piel puesto que era la primera vez en trece años que recibía una visita.
Durante todo este tiempo en Azkaban sólo he interactuado con ambos guardas de mi celda. Los considero como mi familia, y ellos me aprecian, de verdad, solo que les doy un poco de miedo. Cuando llegué, con poco más de un año de vida, me separaron de todos los otros presos. Incluso de mi propia madre, Bellatrix Lestrange. Me asignaron una celda alejada de todas las demás, decían que yo era potencialmente peligrosa. ¡Era solo un bebé!
Con el paso de los años, los carceleros me enseñaron lo básico que debía saber para poder sobrevivir una vez saliera de la prisión.
Y, por fin, ese momento había llegado.
– Buenos días señorita Black. – Me dijo el ministro – No sé si estará al corriente de la situación. – Yo negué con la cabeza – Bien, entonces es momento de informarle que sus años en Azkaban han llegado a su fin.
– ¿Qu... qué? - dije sin entender nada.
- Su condena ha terminado, ya ha cumplido los 13 años que le impusieron.
De verdad que no supe cómo reaccionar. ¿De verdad podría salir? Quiero decir, todos mis recuerdos están entre estas cuatro paredes. ¿Y dónde iré? ¿Mi madre sigue en prisión? ¿Tengo más familia más allá de estos muros?
– Estoy seguro que ahora tiene muchas preguntas, señorita, y pronto le llegarán las respuestas. – Le miré confusa – De momento confórmese con saber que pronto vendrá a recogerle Albus Dumbledore, el director del colegio de Magia y Hechicería de Hogwarts, y le ayudará con todo lo que necesite.
Sin decir nada más se levantó y se fue. Se notaba perfectamente el ácido en su voz, la poca gracia que le hacía mi libertad, y aún así consiguió falsear su sonrisa hasta el final.
Hoy en día sigo en mi celda esperando esa tan ansiada visita del director.
De pronto, escucho el sonido de los pasos de Atwood. Él se acerca a mi celda y, mirándome de una forma que no logro descifrar, saca una llave y abre la celda.
– Es la hora. – Me dice invitándome a abandonar la pequeña habitación.
Me levanto de la cama y cojo una pequeña maleta dónde he guardado las pocas pertenencias que tengo. Antes de traspasar los barrotes miro atrás y observo lo que durante casi toda mi vida ha sido mi casa. Suspiro y salgo al pasillo. Con los ojos vidriosos miro a Atwood.
– Te echaré mucho de menos, pequeña.
Sin apenas pensarlo, me lanzo a abrazarle.
– No se si estoy preparada para lo que viene. – Le confieso insegura mirando al suelo.
– Créeme, has nacido preparada. Tú no te merecías esto. – Me dice ofreciéndome una sonrisa sincera. Le devuelvo la sonrisa y con paso firme me dirijo al encuentro con Albus Dumbledore. Cuando me ve llegar, se levanta de la silla y se acerca a mi.
– Buenos días, Ella. – Me saluda mientras me tiende la mano. – Es un verdadero honor conocerte.
– Lo mismo digo, señor.
- ¿Estás lista? - dice señalando la puerta principal. Asiento y empiezo a caminar detrás de él. De pronto la puerta se abre y me quedo cegada por el Sol. Cuando consigo abrir los ojos, lo sé. Nunca he estado tan lista para este momento.
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A la mañana siguiente, me despierto con la voz de alguien pronunciando mi nombre. Abro los ojos y veo a un hombre de más de dos metros mirándome sonriente.
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La niña que no debió nacer // Harry Potter // Ron Weasley
Fanfiction¿Qué pasaría si te hubieras pasado toda tu vida encerrada por algo que tus padres hicieron? He crecido entre los muros de Azkaban. Ahora que mi condena ha terminado, por fin podré descubrir lo que el mundo puede ofrecerme. Eso si nadie descubre mi...