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El primero de septiembre del 86'.

—¡Eres un idiota, Harrington! —le grito mientras me río, poniendo mis brazos como una barrera entre nosotros—. Te dije que la próxima vez que subieras por mí ventana te caerías de culo y no me hiciste caso.

—¿Y no me sanarás? —sonríe, sentándose conmigo en mí cama.

—Tienes suerte de que mis padres sean más idiotas que tú y sólo yo haya escuchado el golpe.

—Yo digo que somos muy suertudos, Less —me mira y traza círculos con su pulgar en mí mano.

—¿De verdad lo crees? —le pregunto y entrelazo sus dedos con los míos.

—El tiempo deja de existir cada vez que cruzo tu ventana —se acerca hasta quedar a centímetros de mí oído—. Sí eso no es suerte, entonces soy el bastardo favorito de Dios.

Me río, tomando el rostro de Steve Harrington entre mis manos y manteniendo su mirada.

—Eres mí bastardo favorito.

Nos miramos durante un tiempo, perdiéndonos por una eternidad. Y pienso que ninguno de los dos dirá nada hasta que suelta.

—¿Mañana irás? —refiriéndose al instituto de Hawkins.

—Sabes que no me perdería el primer día de último año —contesto dirigiéndome al armario, escogiendo unos jeans de tiro alto y una camiseta de los Rolling Stones, doblándolos y colocándolos en la cama junto a nosotros—. ¿Te lo perderías tú?

—Tal vez... —ladea la cabeza—. Podríamos faltar mañana. Ya sabes, ir en el auto a ver una película.

—¿Tantas ganas tienes de faltar al Scoops Ahoy, Harrington? —abro una lata de Cola y se la paso—. Pensé que te gustaba.

—Considerando que la última vez los rusos casi nos vuelven comida para Demoperros, sí.

Le sonrío con ternura y le revuelvo el cabello.

—Todo salió bien, Steve. Los niños están a salvo, todavía siguen jugando ese juego, ¿recuerdas? Calabozos y Dragones.

—Tienes razón, eso es lo más importante, ¿cierto? Que estén bien.

—¡Steve! —le lanzo una almohada y acaba golpeando su cara—. Sabes que tu bienestar también es lo que importa.

—¿Era necesario lanzarme una almohada para decirme eso? —se ríe y se pasa la mano por la mejilla.

—Sí, eso le da más importancia —sonrío.

Se me queda viendo con intensidad y sé que dirá algo que haga que las mariposas traicioneras de mí estómago peleen entre ellas.

—Sí querías que fuese algo que tuviese importancia, pudiste haberme besado, Sawyer.

Sé que se refiere a lo que pasó. Y el momento pasa por mí cabeza como una de esas cintas cortas del autocine.

. . .

—¡Sería más fácil intentar sacarnos la cuerda si dejaras de moverte, Harrington! —intento romper la cuerda, presionándola con el filo de la  navaja que guardo en la cintura de mí pantalón.

—¿Cómo es que tienes una navaja en tus jeans? Cuando te recogimos estabas jugando Calabozos y Dragones con Érica —dice Steve a mis espaldas.

—¡Precisamente por eso!

—Oigan, no quisiera interrumpirlos, pero que no los vea no quiere decir que no siga atada —contesta Robin desde la silla al otro lado de la habitación.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2022 ⏰

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MIND FLAYER. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora