La inocencia de Momo

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Un radiante sol esclarecía los aposentos de una bella señorita, que hace apenas unos meses había cumplido una década de edad, pero eso no era impedimento para poseer uno de los más grandes coeficientes intelectuales en la actualidad.

Si alguien podía ser más radiante que el mismo sol, sería por supuesto Momo Yaoyorozu, quien en esta mañana despertó con una seguridad que jamás había sentido, se había preparado con días de anticipación para este momento.

Se había ganado el apoyo de sus padres haciendo uno que otro favor, que incluían arreglar su cuarto sin ayuda de la mucama, o darle de comer a Campanita, por lo que, habiendo preparado en su pequeño bolso todo lo necesario, fue a la recepción donde sus padres bebían té.

—¡Buenos días padre y madre! —saludó mientras los abrazaba con mucho amor—. ¡Ya estoy lista para mi aventura! —declaró alzando sus manos, sus padres juraron verla reflejar el brillo del mismo sol como el más fino diamante.

—¿Estás segura de lo que quieres hacer cariño? —interrogó su madre—, Recuerda no asustarlo —dijo curvando un poco sus labios, sonriendo con dulzura— ¿No lo crees así querido? —preguntó apretando con fuerza la pierna de su esposo— Eh, lo que tú digas querida —respondió el mandilón— Pero, eso sí, iras acompañada por guardias de seguridad —declaró el padre sobándose la pierna, recibiendo una respuesta afirmativa de su hija...

Momo repasaba una y otra vez el infalible plan que había creado hace unas semanas, sonriendo con felicidad y una mirada decidida le indicó al chofer la dirección, el contrario asintió con respeto para iniciar con la travesía que Momo nombró como el viaje de la princesa en busca de su príncipe azul.

No pueden culparla, al crecer aislada de muchas interacciones sociales es normal que haya buscado refugiarse en los libros de su interminable biblioteca, de un momento a otro le interesó la fantasía, dragones y princesas siendo salvadas por su valiente príncipe azul fueron los detonantes del elaborado plan de Momo...

Inko preparaba el desayuno para su querido hijo Izuku, que hace poco había cumplido los trece años, el día de hoy celebrarían la reciente victoria de su más grande orgullo en los concursos internacionales de matemática.

Ella estaba a punto de servir los panqueques cuando un llamado a la puerta principal captó su atención, dejando de lado los utensilios se apresuró para recibir a quien estuviere tras la puerta.

Al abrirla quedó atónita por lo que veía, por lo menos cuarenta hombres vestidos de negro rodeaban el jardín de su casa, una limosina y diez camionetas estacionadas en la calle principal habían alertado a los vecinos, antes de que pudiera decir algo, sintió un pequeño jalón en su vestido, descendió su mirada notando como una pequeña niña con radiante presencia, una fina capa roja y una tiara dorada solicitaba su atención.

—¡Buen día señora madre de mi príncipe azul! —Saludó con ternura descolocando un poco a Inko—¡Vengo en nombre del rey escondido en la montaña! —declaró alzando sus pequeños brazos, para este punto al menos diez hombres habían caído desmayados por el exceso de azúcar, le hizo una señal a Inko para que extendiera sus manos, ella aún en shock obedeció recibiendo pequeños diamantes.

—¡Reciba esta pequeña ofrenda por tener a tan maravilloso príncipe! Ahora, por favor... —dijo un poco suave mientras su blanquecina piel empezaba a sonrojarse— ¡¡¡Permita que me case con Izuku!!!


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