Capitulo 1// Sin voz

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¨ ¡Basta!, ¡ya por favor, paren! Dejen...déjenme. Se los suplico...ya no más. Ya no puedo.¨

Esos, son tan solo algunos de los ruegos que como a diario, Lía quería gritar...sin embargo de su boca no salen las palabras.

Cada que intenta expresar, lo que su alma clama por dejar salir. Ella solo...solo no puede hacerlo.

Recluida en ese inmundo lugar, al cual no pertenece y que por los malditos y despiadados deseos de esa mujer está obligada a quedarse ahí.

Cuando la encontraron pensaron, que de verdad estaba loca, pero que más pensar si la vieron totalmente devastada. En un lugar que no daba mayor explicación que al simple hecho de que ella ya no tenía sentido alguno de la cordura.

Pero valla que Lía de verdad sabía lo que sucedía y prefería...formar parte de aquel centro Psiquiátrico, que ser habitante de aquel insípido infierno...mejor nombrado como su hogar por aquella maldita una y mil veces maldita mujer.

Las enfermeras de aquel sitio, ahora se encargaban de llevar a los pacientes a sus cuartos.

Como cada noche Leo, el enfermero encargado de atender a Lía, le narraba alguna anécdota de sus amigos y él...con el único afán de que ella, esa chica castaña de ojos tan extraños, pero faltos de expresar sentimientos, lo escucharan y le tomara sentido a la vida.

Lo que Leo no sabe es; que en lugar de ayudar a mejorar el ánimo de la chica, hace que se sienta muerta, ¿Por qué? Pues porque ella no puede vivir, no puede seguir una vida común, mucho menos permitirse pensar en un futuro.

Tras todo lo que ha pasado, para ella el mundo es incoloro, sin sentido, vacío y muerto.

-Llegamos linda-el enfermero como siempre tan amable, ayuda a que Lía entre en su cama, dado que ella no puede...mas bien no quiere caminar.

-Muy bien, lista para dormir princesa. Mañana te veo...espero esta vez descanses y los celadores no se vean en la obligados a ponerte un calmante como ayer-el chico solo observa a aquella marchita flor...nunca, nunca a recibido respuesta de ella, solo una que otra mirada vacía.

-Veo que hoy tampoco hablaras, pero no me desespero...creo que lo harás a su tiempo ¿verdad? -Lía solo lo mira, si supiera...en ella ya no hay nada. Todo se consumió.

-En fin...me voy a descansar, hasta siempre Becky-cuando Leo sale del cuarto. Lía solo se larga a llorar, no aguanta más...ni siquiera la llaman por su nombre. La maldita bruja se encargo de que nadie supiera quién era ella, hasta eso le quito...y lo peor es que Lía se lo creyó porque ni siquiera ella misma sabe quién es.

Todas los días son lo mismo en ese lugar, por las noches los demás locos, gritan...lloran de formas poco agradables, evocan sonidos que a cualquiera harían que la piel se te ponga de gallina o simplemente salieras huyendo.

Pero no siempre, ni todo el tiempo es así. Sin saber cómo, hay momentos en los que aquel lugar está en un placentero silencio.

Y Lía lo suele disfrutar como ninguna otra cosa.

Después de intentar terminar con todo por segunda vez desde que ingreso ahí ya hace más de un año. Nadie suele dejarla sola. Por el día Leonardo no la deja ni a sol ni sombra.

Por las noches, los cuidadores se encargan de vigilar su cuarto unas tres veces, para asegurarse de que está bien y no ha cometido otra estupidez semejante como querer suicidarse.

Sin embargo y tan solo quizás, no es una barbaridad hacerlo estando en una situación como la de ella, con cada una de sus enfermedades tanto físicas como mentales.

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⏰ Última actualización: May 11, 2015 ⏰

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