Capítulo cuarenta y seis

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Las cosas maravillosas usualmente resultar ser aquellas que no podemos realizar, por lo que nuestras propias creaciones no generan un impacto emocional, al igual que a aquellos que solo observan y anhelan poder realizarlas, pero cuando por fin las alcanzamos no logramos sentirnos como pensamos que llegaría a ser.

El camión nos trasladó hacia un muelle de Carolina del Norte.

—Soy el único que tiene que usar esto —me quejo mientras caminamos hacia un bote.

Esta parte de la playa está abandonada. Se pueden escuchar los sonidos de las personas divirtiéndose a lo lejos. El bote está rodeado de algunas soldados esperando nuestra llegada.

—Es al único que quieren poner en ridículo —contesta Rubí.

—Solo esta celosa de que destaques más que ella —se burla Karen.

Veo como la espalda de Rubí hace un estiramiento, pero antes de que pueda girarse para sacarnos los ojos, ella toma un suspiro y se aleja caminado más rápido.

— ¿Aún crees que yo pueda gobernar este mundo con bondad y justicia? —me pregunta Karen.

—Sí, lo creo—contesto recordando la escena de ayer. La veo sonreír en respuesta.

—Ten cuidado con ese líquido —me dice Karen cuando lo sacó del bolsillo.— No solo hace que tus poderes crezcan exponencialmente, sino que inyecta tanta adrenalina a tu cuerpo con la que te puede llevar a hacer cosas impulsivas, aunque estemos en guerra, debemos procurar eliminar el menor número de vidas humanas posibles, son personas después de todo, también tienen una vida y familias a las cuales proteger.

Nosotros también. Quiero responderle, pero soy interrumpido.

—Bienvenidos, los estábamos esperando —nos reciben los soldados permitiéndonos el acceso al bote.

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El viaje en el bote es casi en silencio, si no fuera por el único sonido que proviene de la lancha golpeando las olas, ese sonido es posiblemente lo que tiene a nuestras mentes aliviadas.

Un gran barco de guerra se alcanza a ver al horizonte.

—Ese barco es nuestro —nos avisa al ver la cara que pusimos con el barco.

Luego de varios minutos llegamos al barco que segundos después nos permite entrar por una de las puertas en su nivel inferior. Solo cuando empezamos a subir al otro barco nos damos cuenta de lo grande que es.

El barco se pone en movimiento mientras somos recibidos por un sargento que nos transporta por varios túneles metálicos del interior hasta llegar a la sala de mando.

—Cuando te vi en televisión no pensé nunca poder luchar a tu lado —me dice quien parece ser el capitán del barco.

—Yo tampoco espere crear la tercera guerra mundial —le respondo con una risa. Él sonríe en respuesta y luego nos muestra un mapa cibernético de la zona. Unos cuantos barcos que imagino somos nosotros se acercan a una enorme cantidad de barcos enemigos.

—Encárgate de hundirlos a todos, mi salvador —me anima.

— ¿Nos permite unos minutos a solas? —nos pide el sargento mirando solamente a Rubí.

—Si, señor —contesto fuerte y salgo de la habitación.

Al salir de la habitación me llama la atención unas escaleras que conectan con la superficie. La luz del sol que cae sobre algunos peldaños.

Más soldados se encuentran en la superficie del barco. Camino por uno de los estrechos laterales del barco hasta que llego a la proa, la cual está cubierta de cuerdas y grandes armas a ambos lados del barco.

MARCA DE MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora