capitulo 3

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El hombre cayó estrepitosamente desde la cima de la reja, mientras aun sostenía a su hija. El resto de las personas solo pudo ver caer al hombre al frío y duro pavimento. Cayó de tal forma que su espalda golpeó el suelo por completo.
El pánico se apoderó de la gente que, por simple instinto, comenzó a retroceder apresuradamente empujándose unos contra otros, sin importarles que otras personas salieran lastimadas.
Leo, Ulises y todos los presentes alzaron la mirada solo para encontrar a uno de los guardias del Teniente Reyes-“Esa solo fue una advertencia”-Advirtió el guardia con pistola en mano. Si prestabas atención aún se podía apreciar el humo que salía del cañón tras haber disparado.
.-‘Ese maldito en verdad lo hizo’- Pensó leo, dirigiendo la mirada a Reyes quien permanecía inmutable.
Los familiares del hombre se acercaron a él pensando lo peor, afortunadamente la niña no resultó herida pero yacía en el suelo llorando a cantaros al mismo tiempo que agitaba desesperada el cuerpo de su padre-” Oye papá abre los ojos, por favor, Papá no me asustes así”-.
La anciana solo pudo abrazar a su nieta mientras intentaba alejarla lentamente.
Por su parte la madre se acercó a su esposo caído con la esperanza de que estuviera vivo, lo miró atentamente para darse cuenta de que aún seguía con vida. La bala había impactado en el hombro intencionalmente.
-“¡Está vivo, gracias al cielo, está vivo!”-La mujer gritó aliviada, olvidándose por un instante de todo lo demás. La herida no representaba un gran peligro, pero el hombre estaba inconsciente después de recibir el golpe de la caída.
Sobre la reja aún se encontraba el hermano que estaba muy alegre, pero fue solo por un instante.
-“¡Bastardo!”- Rugió, volviendo la mirada hacia el guardia que hace un momento disparaba. Sin embargo apenas cruzaron miradas cuando se percató de que ahora, era él quien estaba en la mira del arma.
-“Esta vez no será una simple advertencia, recuerda que las familias de los que se nieguen también serán eliminados”-Amenazó el guardia con un tono frío en su voz.
El hermano comenzó a bajar entre regañadientes. Cuando descendió por completo puso sus manos en alto mientras se alejaba de la reja, sin dar la espalda.
Su actitud parecía ser más sumisa, algo que era de esperarse después de ver que ésos hombres iban enserio, no se atrevía a realizar ningún movimiento brusco por el temor de perder a sus seres queridos.
El guardia en ningún momento había dejado de apuntar al hermano hasta que este estaba lo suficientemente lejos. La multitud se hundía en un profundo silencio una vez más, mirándose los unos a los otros.
El par de amigos junto con la familia se percataron de algo: los elementos que desaparecieron previamente, ahora se encontraban desplegados por toda la zona, al parecer se escabulleron entre la conmoción y actualmente rodeaban todo el perímetro de la carretera. Cada uno de ellos llevaba consigo un fusil preparado y listo para disparar.
-‘Así que ese era su plan desde un principio. Nunca tuvieron la intención de darnos una segunda opción’-, Leo dejaba correr sus pensamientos, creando conjeturas en su cabeza que le ayudaran a comprender la situación.
La indicación que Reyes dió a su séquito, cuando llegaron, era la de rodear a la multitud con todos los elementos disponibles una vez que ocurriera una conmoción, de esta forma evitaron que la gente retrocediera más de la cuenta e intentara huir. Sumado al hecho de que demostraron su determinación, con el acto hacia los opositores, la operación había sido considerada un éxito.
-“Escuchen atentamente”- Dijo Reyes una vez más. -“Esta es una gran responsabilidad que sé nos ha encomendado a todos, no tenemos suficientes suministros ni personal para mantener a gente que no brinde su apoyo. Deberán responder una simple pregunta:¿Tienen el valor de arriesgar su vida para proteger a su familia o las obligarán a perecer junto a ustedes?””-.
La pregunta penetró en lo más profundo de las mentes y corazones de la gente, querían que sus seres queridos sean felices. La idea de huir se desvanecía conforme los militares levantaban sus armas apuntando a todo aquel que pareciera sospechoso.
Una segunda opción no era posible, los hombres presentes sabían qué serian reclutados y mandados a pelear en el lugar del que huían, solo de pensar en ello muchos simplemente quedaron paralizados, pero si existía una posibilidad de sobrevivir y regresar junto a su familia, por más mínima que fuera, tomarían ese peligroso camino de ser necesario.

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