イチ (One)

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-En serio mamá....¿ahora vamos a vivir aquí?.- Preguntó Haruki con algunas cajas en sus manos. El camión de la mudanza acababa de dejarlos en lo que sería su nuevo hogar en los próximos meses.

- ¿Qué le pasa? Es antigua pero se ve bastante bonita.- Su madre intentaba mostrarse optimista, pues la realidad es que aquella casa por fuera aparentaba tener más de cien años. Era la típica casa japonesa tradicional, con puertas corredizas del estilo shoji e incluso con el suelo de tatami.- Además el alquiler es bastante barato, no podemos quejarnos.

Haruki y su madre estaban acostumbrados a mudarse a menudo debido a su trabajo, habían estado en diversas ciudades de Tokio e incluso mucho más lejos de la capital. También habían pasado por diferentes tipos de casa, desde estudios a casas con dos plantas, pero nunca en una casa taaan antigua. Al ser únicamente dos personas las mudanzas cada vez eran más fáciles y rápidas, pero también traía malas consecuencias ya que muchas veces dejaban cosas atrás por falta de espacio.

Cuando Haruki apenas tenía tres años sus padres se separaron, su custodia fue dada a su mamá y su padre desapareció del mapa desde aquel entonces. No era algo que le afectara realmente, pues no tenía ningún sentimiento hacia esa persona que se suponía que era su padre, pero lo que si le afectaba era el hecho de que su madre debía trabajar el doble para poder mantenerlos. Por eso Haruki nunca fue un niño caprichoso ni consentido, prefería pasar todo el tiempo posible con su mama. Incluso cuando llegó a la adolescencia siempre mantuvo una buena relación con ella. Debido a las constantes mudanzas, nunca tuvo un grupo de amigos fijo, no le costaba realmente hacer nuevos amigos, ni tampoco dejar a los viejos, pero envidiaba ver como los demás tenían amigos desde la infancia.

Sin embargo eso no le impidió seguir con su vida, pues no le quedaba de otra. Era solo su madre y él.

- Te dejaré la habitación maaas grande.- Le dijo su madre mientras terminaban de meter las pocas cajas que se habían quedado en la entrada.- Creo que es la segunda puerta a la derecha.- Y aunque esas palabras no le reconfortaba del todo, simplemente aceptó.

- Sigue sin convencerme vivir en una casa tan antigua, pero aceptó el trato.- Haruki siguió las indicaciones de su madre y se dirigió a la segunda puerta después del pequeño pasillo que separaba el salón de las habitaciones. Al abrir la puerta pudo notar el olor a antiguo y cerrado, no tenía ventanas pero si otra puerta que unía la habitación con el patio trasero, por lo que rápidamente abrió esta para poder ventilarla un poco.- Esta casa debió estar cerrada siglos...

La habitación era bastante grande pero se sentía algo vacía a pesar de tener algunos muebles, lo único que había en ella era una mesita de noche, un espejo, y un armario grande.

- Bueno.. podría ser peor...- Murmuró hablando consigo mismo, dejando la caja encima de la mesita. Aún faltaban por llegar los muebles de su antigua casa, o eso creía él...

Salió de la habitación dejando ambas puertas abiertas en busca de su madre.

- Mamá, ¿cuando llegan las camas y lo demás? .- Preguntó curioso mientras observaba como esta empezaba a sacar los primeros objetos de las cajas.

-¿Las camas?.- ''Oh no...'' Pensó Haruki, intuía que algo tramaba su madre.- En este tipo de casas los futones son mucho más cómodos y calentitos.- Dijo con una amplia sonrisa como si nada.

- Genial, genial.. no sabía que habíamos viajado al pasado.- Contestó en tono irónico.- Supongo que tampoco habrá televisión ni internet, como en la época Taishō.

- Haruki.- Dijo esta vez en tono serio. Este solo rodó sus ojos pues ya sabía lo que le iba a decir y a reclamar.- Sabes que no me gustan nada tus ironías. Tenemos casi todo lo que necesitamos en la casa así que, toca reutilizar y aprovechar lo que tenemos.

Jikan 時間Donde viven las historias. Descúbrelo ahora