Cuando Kageyama Daiki se dio cuenta que le gustaba alguien estaba junto a esa persona bajo los brillantes rayos del sol.
Era más alto en estatura que él, también mayor por tan solo un año. A diferencia del hijo mayor de los Kageyama, quien era un omega, el chico que hacía su corazón latir más rápido de lo normal era un alfa; sonriente, infantil, un excelente armador en el vóleibol.
Daiki veía el sol reflejado en los ojos de Bokuto Hiroaki.
Aquellos que eran grandes y dorados y parecían tener todo el brillo del mundo en ellos con tan solo observarlos, haciendo juego con su oscuro cabello y su figura atlética. Hiroaki siempre estuvo interesado en los deportes desde que era un niño, cuando su figura materna lo llevaba a ver los juegos de su padre o veía a este mismo practicando en casa, quizás por eso comenzó a tener una rutina seria de ejercicio cuando se unió al club de voleibol en preparatoria, teniendo la ayuda de Kōtarō y Keiji en todo momento.
De igual forma Daiki tenía buena figura, o al menos la que consideraban ideal para los deportistas, solo era unos centímetros más bajo que el alfa y eso de seguro se debía a lo poco que había heredado de Shoyo.
Según recuerda vagamente por historia de su familia, al nacer su padre cantó victoria. Una vieja apuesta que hizo con el pelinaranja. Daiki, quien en ese entonces era un bebé, nació con los cabellos lacios y azabaches, con grandes ojos azules y un gesto de desagrado.
Se parecía demasiado a Tobio, sin embargo, al ir creciendo se fueron notando los genes de su figura materna; sonrisa amplia, baja estatura para su edad y una gran energía.
— No.. No puedo más, Dai-Kun – Jadeaba Hiroaki, sus manos se encontraban apoyadas en sus rodillas mientras intentaba regular su respiración. El omega lo miró con una ceja arqueada, deteniendo su trote al ver a su acompañante hacer lo mismo —. ¿Cómo puedes hacer tantos kilómetros?
El azabache de cabellos lacios contuvo los genes de su padre al querer hacer una sonrisa triunfante porque tenía más resistencia que el de ojos dorados.
— No es una distancia tan larga.. — Atacó el más bajo, riendo suavemente. Hiroaki lo observó, sus ojos entrecerrados en dirección a su compañero —. Quizás, ¿solo un poco?
Hiroaki bufó, enderezado su figura y llamando la atención de varias personas que pasaban cerca del lugar. El omega podía entender la situación, su acompañante era apuesto, muy apuesto. ¿Quién no quedaría hipnotizado?
Sin embargo, eso no quitaba que seguía siendo el chico que le gustaba y, al igual que los alfas en muchas ocasiones, los omegas llegaban a ser igual de territoriales incluso de forma inconsciente. Por eso su ceño se frunció automáticamente, lanzando una mala mirada en dirección a los ojos curiosos que veían al chico de ojos dorados y dejando salir un aroma territorial.
Oyó una risa bastante fuerte, con un ligero toque infantil. Daiki no conocía mucho Bokuto Kōtarō, unas pocas palabras intercambiadas cuando Hiroaki lo invitó por primera vez a su hogar, pero aseguraba que la risa de los dos alfas era idéntica.
Recordaba el interrogatorio de Kōtarō y la manera en que Keiji había llegado a salvarlo. No era pareja de Hiroaki en ese entonces, pero el alfa de cabellos bicolor había entendido que sí. Ah, también estaba la reacción de Tobio cuando Daiki llevó a Hiroaki a su hogar y lo presentó como su pareja.
Era gracioso, según el punto de vista del omega, porque en un lado tenías a un sonriente Shoyo por la noticia y por otro lado estaba Tobio con una expresión nada agradable.
La misma expresión que tenía Daiki antes de escuchar esa risa que le causaba mariposas en el estómago.
— Oh, Dai-Kun — Inició el mayor, con una gran sonrisa, sus ojos dorados brillando más que nunca —, ¿acaso estás celoso?
Las mejillas del omega ardieron de la vergüenza.
— ¿Qué? – Balbuceó, negando con la cabeza — ¿Por qué dices eso?
— Bueno, es que miras a los demás con esa cara..
— ¿Qué cara?
— Ya sabes, con la misma cara que me miró tu padre cuando le dijiste que era tu pareja.
La misma expresión. Shoyo se lo decía muy a menudo, al igual que su pequeña hermana (realmente ya no era tan pequeña, pero para Daiki seguía siendo una niña). De los dos, Kageyama Emiko era la que más se parecía a Shoyo físicamente, con sus cabellos naranjas que nunca parecían estar peinados y unos grandes ojos marrones; no obstante, su carácter era más similar al de su figura paterna.
— No me lo recuerdes, ¿sí? — Pidió el menor, suspirando agotado — Deberíamos apresurarnos, está atardeciendo.
— Me gusta el atardecer. Me recuerda a cuando nos hicimos pareja.
— Hiroaki-San, te estás quedando atrás.
— ¡Daiki!
Dos adolescentes corriendo mientras reían, jóvenes, enamorados, haciendo su propio camino como algún día lo hicieron sus padres.
Era curioso ver como todo eso pasaba bajo un atardecer.
Fin.
...
¦Nos vemos en las palabras Finales, queridos lectores <3. ¦
Un beso y un abrazo virtual les manda: Lizie.
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Bajo el atardecer (Kagehina Omegaverse)
FanfictionLa primera vez que Kageyama notó que le gustaba una persona, fue estando junto a ésta bajo un atardecer color naranja. De la misma tonalidad que el cabello del chico que tanto le atraía. . [Los personajes no me pertenecen, créditos a su autor: Haru...