PSIRAKIONIA

Capitulo 2.

¿Bradley?

El aire golpea mi rostro, mi mente cuenta 1, 2, 3...10 pasos por la estación de la imaginación.

Mis auriculares detonan una de mis canciones favoritas, "all for us" de Labrinth.

La letra de la canción de algún modo me hacía sentir identificada, y la melodía era pegajosa.

Mis ojos ardían por el sueño, hacía frío y era bastante temprano, las 6:15 a.m exactamente.

— Ya para que me duermo —me levanté de la cama con pesar, no estaba lista para regresar a la escuela, lo único bueno era que entraba al último año de secundaria.

Lo malo, dejaría a mis amigos atrás.

Alistarme no me llevó mucho tiempo, así pude arreglar mi mochila y esperar a que mi mamá terminará de alistarse para salir.

La entrada era a las 7:00 a.m, lo cual no era problema, pues mi escuela no quedaba lejos.

Con mis audífonos puestos caminaba, mi mamá hablaba pero no la escuchaba, pero por su cara se veía molesta, no le tome importancia, mi mamá parecía que vivía con enojo.

Al entrar a la escuela los nervios recorrieron mi cuerpo, sinceramente no estaba lista para estar con mis compañeros, después de un largo aislamiento mundial por un virus, no sabía en como habían cambiado, no sabía que pasaría.

Laurelei estaba ahí, al lado de mi banca.

Era extraño estar al lado de ella sin platicar sin parar, ella fue a la primera persona que le hablé apenas entramos a la secundaria, pero estar un año separadas nos había cambiado.

Me sentía triste y a la vez ansiosa, quería hablarle pero no sabía cómo, hasta que una maestra presentándose hizo un chiste demasiado, encerio demasiado, tonto.

Cómo instinto nuestras miradas se conectaron, mirándonos con un toque de diversión así como de confusión, ¿porqué los profesores eran así?

Llegaron las tan esperadas 11:00 a.m, la hora de receso, dónde por la pandemia nos debíamos mantener separadas.

Ahí salió del salón A Magali, la mejor amiga de Laurelei, con quién había interactuando muy poco en primer año, pero me caía bien.

Las tres estábamos platicando junto con Laurelei dos, a quien decidimos llamar Moon de cariño y para no confundirnos.

Mi mente se fue por un momento de viaje.

Me sentía bien, me podía reír después de tiempo, encerrada en casa, dónde las cosas no estaban bien, y con el aislamiento fueron empeorando.

Mi mente se sentio en paz, por un momento todo parecía no estar perdido, un rayo de esperanza aparecía ante mí, yo de verdad necesitaba esto.

Mi mente regresaba, pues Moon me había sacado de mi trance.

— ¿Estás bien Dani? — pregunto confundida

— Si lo siento, me perdí —dije sacudiendo levemente la cabeza con una leve sonrisa, ella soltó una leve risa— Se siente raro volver, aparte de que la escuela está más vacía por estas "reglas" para evitar contagios —cerre mis ojos— Pero es mejor menos gente, menos tedioso, podré concentrarme.

Ademas de que las personas que no quería ver no estaban en la semana donde yo iba a la escuela, parecía que todo iba a mejorar.

Quería concentrarme en la escuela, pues los dos años anteriores no me había ido muy bien, además de que las distracciones, las cuales tiene nombre, no servían de mucho, aparte de que terminaron siendo una perdida de tiempo.

Mi vista recorrió la escuela, analizaba cada detalle, cada sonido, hasta que uno llamo mi atención.

Había sonada una pisada cerca de nosotras, giré mi cabeza hacia donde provenía tal sonido, todo se detuvo.

Un chico quizá un poco más alto que yo, sentado en las escaleras, cabello chino y tenis muy cool captó mi atención.

¿Quien es el?

— Se llama Bradley —contestó Moon, al parecer había hablado en voz alta— Va en mi salón, pero jamás lo había visto —dijo con una ligera risa para después seguir comiendo

— ¿Bradley? —dije confundida— No me suena, quizá es nuevo, yo conozco a casi todos los que están desde primero, al menos de vista

Me quedé pensando, el había llamado mi atención, sin embargo tenía un mal presentimiento, el cuál por otro lado me incitaba a lanzarme.

Todo el día Bradley estuvo en mi mente, me tenía confundida, y a la vez frustrada, las distracciones no estaban en mis planes.

Pero siempre hay algo que lo arruina.

Lizzie.