Única Entre Cien mil Otras (capítulo único)

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Mis dedos jugaban en su nuca mientras nuestros labios se juntaban y nuestros alientos se callaban mutuamente. Estábamos vivas, estábamos sintiéndonos vivas en ese momento, con el frío erizándonos la piel, o quizás era el calor de nuestros cuerpos lo que provocaba eso. En ese momento entendí lo que el zorro y el principito decían, nos habíamos domesticado, nos habíamos vuelto únicas la una para la otra, unas chicas similares cien mil otras.

No pude evitar sonreír al romper nuestro beso, mi corazón latía con fuerza, podría estar segura de que intentaba hacer un agujero en mi pecho. Sus ojos se conectaron con los míos, y pensé "¿Por qué no la había besado antes?" pero el temor que sentía había respondido a mi pregunta, temía a su reacción, y a la reacción de todos...

Pero solo hacía falta unir nuestros labios para que cualquier temor se esfumara de mi mente. Me sentía muy feliz, y un nuevo temor entró en mi cabeza, "quizás este es solo un sueño, ya para mañana ella no recordaría este beso elimina temores"

Noté que en mi mirada se había reflejado mis pensamientos en el momento que sentí sus suaves manos acariciando mis mejillas, quería preguntar, quería saber cómo se sentía, si estaba igual de ansiosa que yo, quizás solo exageraba un poco, era un simple beso... un simple beso que había alterado cada parte de mi sistema, podría jurar que había perdido el sentido de la gravedad, pero solo era un simple beso de una chica similar a cien mil otras, quien para mí se había vuelto única en el mundo.

Una sonrisa se había formado en su rostro, mientras mis neuronas colapsaban entre sí intentando interpretar la situación, sin duda solo era una adolescente enamorada y nerviosa. Pude escuchar un leve "no te preocupes" de su parte, pero ya era muy tarde, me había enamorado de mi mejor amiga, la había besado, y en ese momento ella me sonreía, pero yo simplemente no podía creer que algo de eso fuese real.

A pesar de la electricidad que sentía en mi cuerpo, no era capaz de creer que algo de eso fuese real. O solo era otra forma de negación, solo no podía creer que algo bueno me estuviera pasando, porque era impresionante creer que aquella chica única para mi hubiese correspondido aquel beso.

Nos dejamos caer de espaldas a su cama, la brisa entraba por la ventana refrescando el caluroso día, sus manos rozaban las mías, era feliz, pero como todo momento feliz, fue interrumpido por el sonido de las llaves en la puerta de entrada, separe mi mano de la de ella por inercia y me levanté para acomodar mi aspecto, ya mi corazón no latía por emoción, y solo pensaba "¿y si nos descubren?" volví mi mirada hacia ella, quien aún se encontraba en la cama, su cara también reflejaba miedo. Era lo normal si vives en un pueblo religioso donde ser homosexual se considera algo digno para encenderte en una hoguera.

El siglo XXI y aún temíamos amarnos libremente...

Salí de su habitación saludando a sus padres en el camino, sentía una pesadez en el pecho, me estaba ahogando, necesitaba salir de esa casa. El camino hasta mi casa no era tan largo, solo tenía que llegar para empezar a llorar, liberar toda la frustración que me llenaba y no me dejaba respirar.

Pasaron días y solo podía mirarla desde lejos, no quería que mis sentimientos afectara su vida, no quería que todo se hundiera por mi culpa, porque aún era joven, no sabía muy bien cómo manejar mis emociones, y sabía que si me acercaba a ella no iba a ser capaz de controlarme.

Quería volver a besarla, pero me daba miedo, no era miedo hacía ella, era miedo hacía mi misma. Siempre tienes miedo cuando no sabes controlarte, pero no puedo culparme por ser una adolescente, sentir todo con tanta intensidad al punto de que mi pecho doliera con la idea de no volverla a besar.

La chica única entre cien mil otras, me sonreía, me saludaba, me llamaba, acaso... ¿no sentía miedo?

Teníamos 15, claro que tenía miedo, pero por lo menos lo disimulaba mejor que yo.

Teníamos 15 años, y teníamos miedo de lo que estaba pasando, pero aun así ella me sonreía y yo quería besarla.

Pasaron los días, y mis cosas estaban en cajas, mi madre repasaba una lista con todas las cosas que debíamos hacer antes de irnos, pero solo podía pensar en aquella chica única entre cien mil otras.

Fui a su casa por última vez, sus manos tomaban las mías con fuerza, mis ojos se llenaron de lágrimas, tenía tanto miedo de empezar de nuevo en otro lugar con personas que no conocía en una ciudad que no conocía, sentí sus manos en mis mejillas un momento antes de volver a sentir sus labios contra los míos en un nuevo beso elimina temores, sentí mi pecho lleno de alegría mientras mi mente quedaba en blanco y solo me permitía sentir el calor de su beso.

Fue una despedida que me ha dejado una marca hasta el día de hoy, porque... ¿Quién podría olvidar su primer amor?

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Hola, gracias por leer, disculpa si habían muchos errores ortográficos y/o gramaticales.

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