Capítulo 1 Mi maravilloso y terrible regalo

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Me imagino que has llegado a experimentar cientos de cosas en un instante, indagaré que quizás alguna vez se trató de un torrente de implacables preguntas que cruzaron tu cabeza con la misma velocidad con la que te puedes empapar en un día de tormenta, y luego apareció un caprichoso deseo en tu corazón de averiguar o entender algo, un anhelo que requería de fuerza de voluntad para ser ignorado, sentías curiosidad con respecto a algo.

Es innegable que sentirla es algo natural, tal vez tenga un mayor impacto en algunas personas que en otras, sin embargo, no abordé el tema para hablar de estadísticas, sino para intentar definir este fenómeno. Dime, ¿Alguna vez has pensado en si debemos de ser curiosos? Si es así entonces puede que te interese que se han formulado varias teorías al respecto, por ejemplo: Quienes dicen que no mencionan fábulas o mitos como: La curiosidad mató al gato, o: Si Pandora no hubiera abierto la cajita no hubieran salido de esta todos los males que atormentan ahora a la humanidad; y los que dicen que sí defienden su postura diciendo que los descubrimientos no existirían si no nos sintiéramos curiosos.

Yo soy algo neutral al respecto, creo que esta sensación no es ni buena ni mala porque no en todas las situaciones conviene sentirla, así que es circunstancial, pero cuando se presenta es como si todo a nuestro alrededor se redujera a esa sensación, puesto que nuestra atención se centra sólo en el deseo de descubrimiento que provoca.

Muchos de estos descubrimientos se basan en el porqué, o en el origen de algo. En particular hay uno que se ha querido lograr desde hace mucho tiempo, tristemente las teorías que se han hecho hasta ahora son bastante incompletas y desenfocadas, me refiero al origen de nuestro universo y de la vida en este.

Seguramente conocerás las dos teorías más aceptadas: La del Big Bang, que dice que el universo estaba concentrado en un espacio muy pequeño y acabó explotando para formarse como hoy lo conocemos; y la del Creacionismo, que acepta literalmente el génesis religioso que identifica a Dios como el creador de todo.

Ambas teorías son puntos de vista opuestos, uno científico y uno religioso, sin embargo, ambos han sido descubiertos por muchas personas de formas muy parecidas desde tiempos inmemoriales, puesto que ha habido obscurantismo donde escépticos de estas teorías han tratado de reprimir a sus creyentes, y por más que han disipado dicha época, estas ideas siguen haciendo presencia hasta la fecha, llegando a ser controversiales.

Sin embargo, yo iré más allá de la teoría para identificar al Big Bang y al creacionismo como hechos: Es cierto que las galaxias que ahora conforman al universo comenzaron concentradas caóticamente en un diminuto espacio, pero en realidad la razón por la cual se generó la explosión se entendería de manera muy parcial si sólo se considerara a la ciencia y no al ser que creó esa ciencia. Y quien la hizo fue el creador, muchos lo conocemos también como Dios, nuestro padre celestial.

Dios originó nuestro universo partiendo de la nada, tuvo que estructurarlo separando a la luz de la oscuridad mientras le daba toda la vida que le otorga la belleza a su gloriosa creación y le da sentido a su existencia, te preguntarás quizás ¿Cómo fue tan perfecto para crear un sitio así? Pues simplemente porque es él de quién estamos hablando.

Esta es la verdad: En un principio se crearon las galaxias sin forma, orden ni vida, por lo que para agregarles algo de diversión, su inventor hizo uso de una herramienta maestra para darle al universo todas las cosas de las cuales carecía en ese entonces, fue cuando ocurrió por primera vez, el recibimiento del regalo de la vida que no se pidió previamente, nació la primera alma, nací yo.

Monocrosmos 1: AclimataciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora