Capítulo 1

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Con la pandemia en progreso y mi compañero infectado no era de esperarse a que yo lo salvará, podía hacerlo, talvez, pero el virus ya se había apropiado de su cuerpo y aunque ante mí se arrodilló pidiendo ayuda y que en sus últimos alientos de vida me haya maldecido, el H1 N1 lo había cegado de que en verdad quería ayudarlo para que él viera algo que yo nunca he visto, nuestro origen, aun así, el dolor de cabeza y fatiga, impedían que él pensara con claridad, diciéndome que si lo salvaba todo nuestro esfuerzo sería en vano, y istochnik estaría decepcionado.

El timbre resuena por los rincones de mi apartamento, a mi puerta llega la invitación al juicio de mi silencio eterno, me levantó de la mesa siendo libre de culpa de lo que se me acusa.

—¿Señor Vasíliev?.

— ¿En qué le puedo ayudar? — respondo sin interés pues había interrumpido con atrevimiento mi reflexión.

— Aquí tiene el citatorio para el juicio del próximo lunes, si decide hacer caso omiso al citatorio correrá el riesgo de recibir una multa o incluso penas de cárcel.

— Como si tuviera tiempo para decidir — recibo la carta con indiferencia y cierro la puerta dejando al oficial ahí con la palabra en la boca, dejo la carta en algún lugar de la sala y prosigo con mi declaración.

En Mikrobiologii i nauki, el instituto de ciencias más conocido del país, los estudiantes motivados en el conocimiento microbiológico eran cada vez más escasos, la aparición de las nuevas tecnologías lleva a los jóvenes a dejar de creer en nuestro Dios influenciados por pensamientos revolucionarios incoherentes.

Estaba en uno de los tantos seminarios que daba a los alumnos del tercer semestre de la especialidad de microbiología, explicando cómo un organismo tan pequeño podría generar enfermedades como el Ébola, los microbios invaden al huésped por vectores contaminados, la sangre, heces o fluidos corporales, se multiplican para producir la infección dentro de una célula sana, en su núcleo una molécula hará copias del virus que posteriormente saldrán a infectar otras células sanas consiguiendo el dominio del individuo infectado.

Para los estudiantes el tema no era de su interés mientras que Nikolay, mi compañero de trabajo e investigación, se mostraba fascinado por mi dominio del tema y aunque este tema ya fuera conocido por él, era gratificante saber que alguien en esa inmensa sala de cuatro paredes blancas me estaba prestando atención.

Nikolay era una persona sociable y agradable con el que compartí mis ideas, tenía empatía con él hasta que presentó una investigación que realice sobre los síntomas comunes que se presentaban en las personas contagiadas de H1N1, como suyo y quienes nos habían ignorado celebraron su triunfo, aun así no tenía rencor hacia él, me alegraba que mi mejor amigo fuera reconocido por todo mi esfuerzo para determinar además de los síntomas algunos posibles tratamientos.

Recuerdo que investigamos más tratamientos para la nueva cepa de la influenza que nos respiraba en el cuello, literalmente, nos había llegado la noche tras llegar de almorzar y concentrarnos en nuestro objetivo. Días atrás, Nikolay me informó sobre los síntomas que presentaba y fue tan egoísta de ir a trabajar conmigo cuando le pedí su ayuda asegurándome de que istochnik, en tono irónico, le daba la capacidad de estar vivo más tiempo por ser un guardián enviado por Dios, esa noche escuche su voz más ronca con tos constante a pesar de la distancia que imponía las medidas de seguridad biológicas entre nosotros (tapabocas, guantes y constante lavado de manos). 

A pesar de todos los cuidados que tuve con él, el virus pensó más rápido que los dos, su estrategia de entorpecer su sistema respiratorio e invadir su sistema inmunológico fue más efectivo de lo que pensamos al paso de cuatro días Nikolay estaba sometido al uso de tanques de oxígeno y su necedad produjo su muerte temprana. Arrodillado ante mi, me suplicó que le aplicara la vacuna de prueba pero ver como cada microorganismo destruía su alma y la poca humanidad que le quedaba me dejó atónito y mi única opción fue irme y dejarlo morir en paz, sé que istochnik cuidara bien de él.

Su muerte tomó por sorpresa a todos, los rumores me culpan por ser el último con el que Nikolay tuvo contacto pero no es culpa mía, no lo pueden probar Istochnik, nuestro Dios, había mandado a llamar a su guardián más hipócrita e ignorante, aunque después de un tiempo su partida dejó de ser relevante para mí y la investigación que descaradamente había pasado por suya volvió a mi dándome los reconocimientos que yo merecía.

IstochnikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora