renta

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POV de Rebecca

Estaba besando a Dominic Lucio, el mujeriego más grande que he conocido. Sus labios eran tan... suaves, después de tantas veces en las que lo vi, pensé que serían resecos, que estarían llenos de callos y que sería raro besarlo, tan raro como cuando besar a una persona con barba. Sabía a café, un café intenso en el cual podía saber que no le ponía nada y que era oscuro como probablemente era su alma.

Quería alejarme desde el primer momento en el que sentí el roce de sus labios sobre el mío y sus manos enterrándose completamente en mis brazos, no solo estábamos besándonos, pero él me beso sin mi consentimiento y jalándome de la nada cuando lo único que yo quería era darle su dinero del mes, asumiendo que sería de las últimas veces que lo haría. Intenté de luchar, intenté de alejarme lo más que podía, pero después de los días que he tenido, un beso era lo que necesitaba para relajarnos, al menos para aliviarme un poco, pero no podía creer que era con mi arrendador con quien he tenido dos conversaciones y quien es un mujeriego y cretino, y que fuera mejor de lo que pensé. Empezó a mover sus labios de una manera posesiva, lo cual hizo que quisiera alejarme aún más, quería hablar y decirle todas las groserías que se me pudieran ocurrir y que conocía, pero era más fuerte de lo que pensé. Profundizó el beso haciendo que me hiciera para atrás, aunque su mano no se tardó en estar detrás de mi nuca y mis manos estaban sobre su pecho intentando de alejarlo.

¿Lo peor de todo esto? Que no estábamos solos, una chica que ya había visto antes por aquí nos estaba viendo y sentía lo molesta que estaba, se sentía desde que los había visto llegar.

Créeme que no eres la única molesta.

Su pecho era más fuerte de lo que imaginé mientras intentaba de alejarme de él y al mismo tiempo disfrutarlo. No fue hasta que escuché como alguien se alejaba de nosotros, haciendo resonar sus tacones que pensé que Dominic se alejaría de mi por fin, quien olía a una mezcla de periódico y ácido que no me disgustaba para nada, al menos no como el hecho de sus labios sobre los míos de esta forma. Lo empujé cuando empezó a relajarse. Estaba furiosa, lo vi directamente a los ojos, esos ojos azules profundos que nunca me habían visto más de dos segundos antes.

—¿En qué carajos estabas pensando? ¿Acaso no conoces el consentimiento? Dios, hombres, son tan estúpidos, creen que pueden tomar lo que quieran cuando quieren y simplemente hacer lo que se les da la gana.

Pasé una mano por mi cabello frustrada y me acerqué a él con ganas de golpearlo, fue cuando reaccionó alzando ambas manos y yo fruncía el ceño intentando de contener todo lo que estaba pensando, aunque la presión de sus labios sobre los míos seguía ahí.

—¿Qué diablos fue eso, Dominic? ¿En qué estabas pasando? ¿Me puedes explicar por qué me has besado?

Parecía que no estaba poniéndome nada de atención, veía mis manos en las cuales en una seguía el dinero de la renta y en la otra mi super. Él parecía tan tranquilo que quería soltarle un golpe para que sintiera algo como yo en estos momentos. Soltó un bufido y su expresión cambió a tranquila.

—Así saludan en mí país, Rebecca, no hay nada malo en eso. Tranquila, solo ha sido un beso.

¿SOLO UN BESO? ¿Quién se cree este hombre que es?

—¿De qué país vienes entonces? ¿Del de los cretinos, idiotas, pendejos o del de los tres?

Estaba furiosa. Tan furiosa que solté mis cosas y puso su dedo en su pecho tocándolo una y otra vez intentando de enterrar mis uñas y al mismo tiempo queriendo contener mis ganas de arrancarle la cabeza en ese momento.

—¿Me puedes explicar por qué demonios hiciste eso?

—¿Podrías dejar de gritar por dos segundos? Estoy viendo si Hannah ya se fue o sigue afuera acosándome.

Déjame cuidarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora