Capítulo 7

2.3K 198 45
                                    

Después de la desastrosa visita de las hijas Dimitrescu, las cosas entre Lady Beneviento y tú han... cambiado.

Tampoco es un cambio para mejor. La mañana después de esa noche que pasaste en su cama, se siente como si hubieras sido arrojada al pasado, a esos primeros días incómodos de empleo en la mansión. Lady Beneviento te ha estado evitando sin lugar a dudas, y esas pocas veces que logras atraparla en los pasillos son forzadas e incómodas de una manera que no has experimentado en meses.

Intentas no tomártelo como algo personal. Lo que sucedió con las alucinaciones, o lo que fueran, evidentemente había perturbado a la fabricante de muñecas tanto como a ti. Sería una mentira decir que el evento no trajo de vuelta esos sentimientos de temor aterrador hacia la Madre Miranda y sus cuatro Jerarcas. A pesar de sus intimidantes presencias, tanto Lady Dimitrescu como Lord Heisenberg han sido bastante benignos en sus breves encuentros contigo. Y en el caso de Lady Beneviento, habías llegado a pensar en ella como... bueno, no inofensiva, pero quizás más o menos segura. Una tontería, pero tal vez una parte de ti estaba insensible a los peligros que acechan en este pueblo. Tu guardia había sido bajada, por así decirlo.

Bueno. Tu guardia no está tan baja ahora, pero tampoco te niegas a subirla por completo. Intentas decirte a ti misma que trates lo que pasó como un recordatorio. Un recordatorio de los peligros en este pueblo. Un recordatorio de que Lady Beneviento, por amable que haya sido contigo, sigue siendo un Jerarca. E incluso con eso en mente, estás decidida a asegurarte de que un contratiempo como este no destruya lo que has logrado durante los meses que has pasado aquí.

Con un tarareo, haces una pausa en tu tarea de quitar el polvo de los muebles y reflexionas sobre esos logros. En su mayor parte, son cosas pequeñas que podrían haber parecido insignificantes si estuvieras bajo el empleo de otra persona. La primera vez que escuchaste hablar a Lady Beneviento... esa fue la primera barrera que se borró entre ustedes dos. Cada victoria que vino después, comer en la misma mesa, visitar el pueblo juntas, poder entrar a su habitación, no querrás perder esas cosas.

No crees que nunca llegaría a eso, pero aún así te preocupa. Lady Beneviento no ha ido tan lejos como para tomar las comidas separadamente de ti o ocultar su voz cuando intentas iniciar una conversación, pero aún así definitivamente hay una distancia entre ustedes dos ahora. Una pared. Las cosas no están tan cómodas como antes del incidente. Esto incluso se refleja en el comportamiento de Angie hacia ti. La muñeca nunca podría ser tan retraída como su creadora, pero aun así ha estado más callada de lo normal. Te preguntas cuánto de ese cambio es la influencia de Lady Beneviento y cuánto es la propia Angie. Le preguntas tanto a la muñeca como completas tus tareas diarias, pero no recibes mucho más que respuestas vagas y distraídas en respuesta.

Y no es solo el día lo que te deja confundida sobre tu posición con la señora de la casa. A medida que el sol se pone lentamente y la oscuridad se apodera de la aldea, el crepúsculo trae un cambio de patrón completamente diferente entre ustedes dos. Porque a partir de esa emotiva noche te encuentras durmiendo a su lado.

—¿Malos sueños otra vez? —dice al abrir la puerta y verte vacilante allí de pie en tu ropa de dormir. Es una pregunta innecesaria y ni siquiera crees que espera una respuesta, pero aun así te la pregunta cada vez que llamas. Ambas saben perfectamente que ni siquiera intentaron dormir solas esta noche. La fabricante de muñecas te hace un gesto para que entres en la habitación y automáticamente te diriges hacia tu lado de la cama. Tu lado de la cama. Te hace apretar el pecho incluso de pensarlo. Que ridículo. No hay tu lado de la cama de Lady Beneviento, es su cama y es generosa de su parte incluso dejarte entrar en su espacio personal de esta manera-...

—Ven aquí —susurra la Dama, sacándote de tus pensamientos ansiosos. Te giras para verla estirando un brazo hacia ti. El tono de la fabricante de muñecas es vacilante pero casi suplicante. La inseguridad gotea de las palabras pronunciadas en voz baja y te regañas por dejar que ella vea el conflicto en tu rostro.

Ropa de la Dama || Donna BenevientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora