Takemichi tiene leves vómitos y náuseas desde hace unos días atrás, él y su esposo deciden ir al doctor al creer que comió algo que lo enfermó pero la respuesta que recibieron fue totalmente contraria a lo que ellos esperaban.
Entra y descubre qué p...
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Takemichi sale del baño luego de haber regresado su almuerzo, su alfa salió por un momento a realizar las compras del mes, está preocupado, es la quinta vez en la semana que vomita, su pensamiento más lógico es que algo que comió le hizo daño, jamás pensaría en un embarazo, él y su alfa son muy cuidadosos y usan siempre protección.
Algo cansado se acomoda en el sofa y busca algo interesante que ver, caricaturas son lo que más le llama la atención así que eso ve, ríe como un tonto cuando el correcaminos fracasa de nuevo en su tan ingenioso plan, aunque no se sienta del todo cómodo ni feliz, extraña a Haruchiyo, sabe que solo fue a comprar la despensa pero lo necesita cerca.
Largos minutos pasan y su amado alfa no regresa, no es consciente del tiempo pero sabe que ha pasado mucho cuando empieza a oscurecer y siente algo de sueño lo cual le resulta extraño pues antes podía mantenerse despierto sin problema pero el sueño es algo que ha aumentado, antes de levantarse para irse a dormir y esperar a Haruchiyo dormido la puerta de su casa es abierta, revelando la figura de su esposo.
—Michi, ya regrese—sin pensarlo corre hacia la puerta y se lanza sobre el más alto abrazandolo—¿Qué ocurre?—pregunta el pelirosa soltando las bolsas para sostener a su omega.
—Quiero mimos.
—¿Mimos?—no es como que Takemichi sea un omega arisco, solo le resulta extraño que pida tal cosa, algunas veces lo ha hecho pero siempre es cuando está en celo o celoso—¿Tu celo está cerca?—él niega con la cabeza—¿Recordaste algun ex novio mío del kinder?
—No~ solo quiero mimos ¿No puedo tener mimos por parte de mi esposo?—un puchero se forma en sus regordetes labios y más que dispuesto a bajarse de los brazos de su esposo hace el intento de alejarse como un gato al que no le gusta que lo toquen.
—Claro que puedes, ven aquí—besa la mejilla de su omega logrando convencerlo de quedarse en sus brazos, sigue con más besos por todo el rostro del más pequeño, un beso tras otro, en sus mejillas sonrojadas, en su frente, quijada, en sus ojos cerrados, por todo su rostro los besos son repartidos mientras el alfa cierra la puerta con el pie camina hasta quedar sentado en el sofá con su pequeño y bonito omega encima suyo.
