Takemichi tiene leves vómitos y náuseas desde hace unos días atrás, él y su esposo deciden ir al doctor al creer que comió algo que lo enfermó pero la respuesta que recibieron fue totalmente contraria a lo que ellos esperaban.
Entra y descubre qué p...
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Debido a que Takemichi sintió el primer mes como si fuera alguna baja en defensas por el sueño y los vómitos este segundo mes es más tortuoso, tiene asco a todo, no quiere comer y lo peor de todo es que el día de hoy sus padres llegan de visita y aún no les han dicho nada, este es el mejor momento para hacerlo según su alfa.
—Haru, cancelemos la cena.
—Mi amor, no podemos hacer eso, no vemos a tus papás casi nunca—le dice mientras le recibe las bolsas de comida al repartidor y cierra la puerta.
—Pero... A ellos no les caes bien y si le des decimos dudo que te empiecen a querer.
—De todas formas van a enterarse.
—¿Y si les decimos a Hajime-kun y a Seishu-chan primero? Ellos son como mis papás y te odian menos que mis papás reales—rie nervioso jugando con los dedos de sus manitos.
El mayor ríe aunque en realidad tiene miedo, los padres de su omega dan miedo, un alfa dominante que mide dos metros rubio de ojos grises y fríos acompañado de un omega dominante pelinegro y ojos azules sin brillo más oscuros que los de Takemichi es a lo que se enfrenta.
Por supuesto que de una pareja así saldría un dominante, lo que ama es que su omega no les heredó sus personalidades de ricachones clasistas que fueron consentidos toda su infancia... Casi.
Haruchiyo se apresura a servir el sushi en la bandeja y las salsas en los pequeños recipientes, coloca los cuatro platos en la mesa con los palillos aún embolsados, así parece que él lo hizo. Se apresura a botar las bolsas y los platos descartables donde venía la comida a la basura para que sus suegros no noten que lo compró todo.
El timbre de su departamento suena cusandole un chillido agudo al omega y un escalofrío en el cuerpo del alfa, el ojiazul se apresure a abrir la puerta viendo a sus progenitores de inmediato, ambos adultos tienen expresiones serias que cambian al ver a su precioso hijo más radiante que nunca.
