b e w i l d e r m e n t ; hyunsung

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La vida del príncipe era como cualquier ser mundano que vivió bajo el barro pudo haber deseado vivir, lleno de riquezas y objetos brillantes y cristalinos, además, el rostro de Hwang era similar al de los ángeles pintados en las cúpulas del castillo y las iglesias del pueblo.

Como ley inquebrantable, el joven de diecisiete años tuvo que casarse pronto aún si su padre no estuviese pronto a morir, era simplemente un mandato, uno horripilante pero muy bien visto.

Cualquier plebeyo deseaba casarse con el príncipe Hwang, fuese hombre o mujer, si Hyunjin lo señalaba entre una multitud, este seguro aceptaría unir sus vidas de manera política no sin antes desmayarse de la euforia.

Pero no era tan rápido ni sencillo, porque, aunque bien podría casarse con cualquier campesino, en esta ocasión, su padre ya tenía preparada a la persona con la que su hijo pasaría su vida dentro del castillo.

 ㅡCreí que al menos podría elegirle. -el de cabello cenizo estaba sentado frente a su padre, en la gran mesa de doce asientos, de los cuales tan solo ocupaban dos.

ㅡQuizás era lo que tú deseabas, hijo, pero he decidido otra cosa para bien mayor. -el hombre bien vestido se llevó la copa llena de vino a los labios.

ㅡPadre -Hyunjin soltó los cubiertos de oro sobre la porcelana de su plato medio lleno, mirando fijamente a su mayor. ㅡA usted le permitieron elegir, ¿por qué conmigo no es el caso?

El Rey suspiró, dejando la copa sobre la mesa.

ㅡEs lo mejor para todos. -se quitó el pañuelo que usaba como mandil y lo dejó al lado de su plato vacío, luego se puso de pie y caminó de espaldas a la mesa. ㅡSerá mejor que no te quejes, si lo haces las cosas serán más complicadas para todos aquí.

El menor recargó su mejilla sobre su mano, y su codo en la mesa. Miró hacia ningún lado pensando en cómo podría casarse con un desconocido, eso no era correcto según su criterio.

Sin importar lo que el corazón del príncipe sintiera, el día de la boda llegó un par de meses después, y solo hasta ese día pudo conocer a su prometida.

Ella era bella, realmente hermosa. Portaba la elegancia y la firmeza de un cisne negro flotando en un estanque.

La pareja lucía perfecta ante los ojos del pueblo, y de sus padres también, era inevitable, pues incluso el mismo Hyunjin pudo haber pensado que existía la posibilidad de poder encajar con la persona con la que ahora estaba parado frente al altar, de la cuál aún no sabía el nombre.

Y luego de que el casamentero dijera los votos matrimoniales pudo saberlo, su nombre era Mina y aparentemente se habían conocido cuando niños, pero ninguno de ambos lo recordaba con claridad.

Encariñarse de su esposa fue más fugaz de lo que pensó, y aunque enamorarse de ella nunca fue posible para él, quererla como a una amiga y alguien de confianza fue algo que ocurrió en poco tiempo. Mina era tan inteligente que podía leer un libro en un día, aprendía de todo fácilmente y aunque al ser tan joven no había madurado del todo, su amabilidad podía hacerla encajar perfectamente en cualquier lugar.

Luego de un mes de haberse comprometido, se vieron presionados por ambas familias a tener un hijo, el que sería heredero luego de Hwang, porque el tiempo pasaba rápido y el Rey lo temía más que nadie.

Sin poder quejarse o negarse sucedió, el hijo de la joven pareja nació luego de que el príncipe cumpliera los dieciocho años. El pequeño era tan bonito que pronto sus padres olvidaron que había sido producto de una amenaza y comenzaron a criarlo como sabían y les era posible a su corta edad.

Y aunque Hwang comenzaba a tener esperanzas nuevas en su vida, las cosas no se quedaron así por mucho tiempo, pues cuando el bebé cumplió un año de edad, su madre fue encontrada detrás de los rosales del jardín del castillo, con el vestido manchado en sangre y los labios de un tono violeta debido al frío de los primeros días de invierno. Mina se había suicidado, y fue la presión lo que la orilló a hacerlo, pues su intelecto era innegable, pero ser madre a los quince años fue demasiado para su entendimiento.