Prólogo.

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Boston, Massachusetts era una ciudad de clima húmedo muy propio de Nueva Inglaterra, sus inviernos eran sumamente fríos y sus veranos aunque cálidos también eran húmedos y sus primaveras pese a llegar a ser calurosas contaban con fríos vientos, sin embargo esa mañana de abril el clima pareció despertar de buen humor, pues el sol se levantó sobre lo alto calentando a todos los habitantes sin la presencia de aquellos gélidos vientos.

Sí, Boston parecía saber que ese día era muy importante que su clima fuese bueno. Con un sol tan brillante y un ambiente tan cálido, no habría niño alguno que se negara a salir de la cama. Especialmente uno que vivía en el hermoso barrio de Beacon Hill.

– Giorno, ya es hora de levantarse – Una dulce voz llamaba a través de una puerta de caoba y al no recibir respuesta alguna, la persona del otro lado decidió entrar.

Se trataba de un hombre de gran tamaño, de cabellos azulados y ojos del mismo color y tono. Vestía un pantalón gris de traje y llevaba una camisa blanca de manga larga con una corbata azul perfectamente puesta, también tenía un fino reloj en la muñeca izquierda y unos pulcros y bien lustrados zapatos de color café oscuro. Sin duda daba una imagen elegante y profesional, una que no iba muy acorde con el dulce tono de voz con el que hablaba.

– Vamos, Giorno, es hora de despertar o se nos hará tarde – Dijo acercándose a la cama de la habitación, donde yacía un pequeño bulto cubierto por mantas.

Sin dudarlo un sólo momento, el hombre tomó las sábanas al no recibir respuesta y rápidamente tiró un poco de ellas.

– ¡Whaa! – De debajo de las sábanas, una pequeña criatura saltó rápidamente capturándolo rodeándole del cuello.

– Oh, así que ya estabas despierto – Sonrió mirándole con divertida intriga.

– ¡Buenos días, papi! – Soltó alegre la criatura, la cual se trataba de un pequeño niño de largos cabellos rubios y grandes ojos azules.

– Buenos días, Giogio – Saludó con una sonrisa cálida mientras rodeaba su pequeño cuerpo para darle un pequeño abrazo. El primer abrazo del día. – Será mejor que nos demos prisa y desayunemos, vamos, papá nos espera –.

– ¡Sí! – El pequeño asintió enérgico aferrándose a su padre en señal de que quería que le cargara al comedor.

Su padre por supuesto entendió las señales de su hijo y sin dudarlo le tomó en brazos para poder ir a tomar su desayuno juntos.

Hicieron un breve recorrido por su casa bajando hasta el primer piso, donde se encontraba el comedor y al llegar, el pequeño estiró sus manos para saludar a la persona que en esos momentos se encontraba sirviendo los platos en la mesa del comedor.

– ¡Papá! –.

– Buenos días, Giogio – Le saludó un hombre casi tan grande como el anterior, tenía cabellos rubios muy brillantes como los del pequeño y unos enigmáticos ojos ámbar. – Parece que se te hizo un poco tarde –.

– Para nada, cuando fui a despertarle ya estaba despierto, me dio un pequeño susto – El de cabellos azules dijo en un tono divertido, guiñando un ojo sin que el niño se diera cuenta.

– ¿Enserio? Bueno, no eres muy difícil de asustar, Jojo – Comentó acercándose al par – Además mi Giogio es muy hábil e inteligente –.

Ante el cumplido del rubio, el pequeño estiró sus brazos pidiendo que ahora fuese él quien lo cargara y por supuesto así fue. El hombre rubio le tomó en brazos y pegó su rostro a sus cabellos despeinados en una muestra de afecto, como un pequeño beso no dado.

– Comamos ahora o todos llegaremos tarde – Dijo llevándose consigo al niño para sentarlo en su silla.

– Como tú digas, Dio – Sonriente, les siguió para también degustar su desayuno.

Star Kids - Jojo's Bizarre Adventure Donde viven las historias. Descúbrelo ahora