Capítulo 1❤

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Voy corriendo por el pasillo cuando me encierro en el baño y apoyada en la pared caigo al suelo, estoy agotada de ser siempre la que sufre. Hoy ha sido el colmo, estamos en San Valentin y vale no tengo amigas ni novio, pero que me envíen una carta para meterse conmigo es demasiado. No soy la típica chica que se rinde y deja las cosas porqué son duras y difíciles, tienes que aguantar lo peor para poder llegar al cielo.

Soy Maya Blake, he pasado por la muerte de mi padre y la pérdida de mis amigas, mi casa y todas mis cosas. Ahora vivo en un pequeño edificio de apartamentos a las afueras de la ciudad con mi madre, con la cual no me llevo muy bien, por que me culpa del accidente en el que murió mi padre.

Volviendo al aseo en el que estoy metida, no puedo dejar de pensar en todo lo que he pasado y sin darme cuenta rompo a llorar, las saladas lágrimas hacen carreras por mis mejillas por ver cual será la primera en llegar a mi barbilla. Mucha gente pasa por ese cuarto de baño femenino que hay en la planta baja del instituto, todas esas personas me escuchan e incluso algunas son de mi clase, pero ninguna pregunta, todas parecen estar sordas ante mis sollozos y eso hace que mi pena sea mayor, el simple acto de sentirte completamente sola en una sala infestada de maniquis movidos por las apariencias y las conveniencias.

Todas las cosas horribles que me han echo esos titeres pasan una tras otra por mi cabeza y un inmenso dolor crece en mi pecho, siento que nadie me quiere y que no sirvo para nada en este planeta, todo el mundo podria vivir sin mi.

Siento como toda esa gente apestada sale del baño cuando empieza a sonar el timbre que indica que hay que volver a las clases y tengo que afrontar el mundo real donde me encontraré con toda la gente que me detesta, tendré que salir de mi escondite donde de algún modo me protejo de todo lo que me rodea y me daña a la vez.

Abro la puerta lentamente una vez que todas esas barbies oxigenadas han desaparecido, me miro en el espejo y puedo apreciar una leve hinchazón en mis ojos y un pequeño tintado rosado en ellos, mis mejillas son de color rojo y tienen arañazos en carne viva que me he devido hacer con las uñas. Intento colocarme el pelo lo mejor posible y salgo con la máxima discreción del baño, soy invisible así que supongo que será fácil.

Cuando llego a clase todo el mundo me mira y empieza a abuchearme hasta que llega la profesora, pero ella no puede evitar los papelitos que vuelan hasta mi mesa.

*Esto no ha terminado y si crees eso eres una auténtica gilipollas*

*Mira la puta de la gremlin como se hace la víctima, puta, sucia*

*Vas a terminar echa una mierda como sigas por ese camino*

*Eres una bestia sin corazón, pobre Jase, normal que te haya dicho esas cosas, nadie merece que tu le quieras*

*Ojalá te mueras un dia de estos, pero hoy me tendré que conformar con darte tu paliza del día*

Tengo que ser fuerte, pero con este panorama me resulta muy díficil, me encuentro sentada sola en la última fila de la clase, intento taparme la cara con el pelo y pensar que no existo, que no estoy en esa sala y algún día encontraré a alguien que me valore y me quiera tal como soy, me da igual que no sea mi pareja me sobra con ser alguien que esté a mi lado y me acompañe en los tiempos duros.

Termina la clase y al parecer estoy más tranquila de lo que pensaba, meto la mano en mi bolsillo trasero del pantalón y puedo encontrar la nota que me han enviado por el correo anual de San Valentin de mi instituto, nada más sacarla puedo sentir odio y enfado lo que hace que la lance a la papelera con rabia.

Es la hora de coger el bus y la verdad es que tengo miedo de lo que pueda pasar allí, aún queda más de media hora para que pueda llegar a la no tanta tranquilidad de mi hogar si se puede llamar de ese modo al cuchitril en el que convivo con mi odiosa madre.

Llego a la parada del bus la cual se convertirá en una pesadilla en cuanto suba en él con esas personas que se nombran como mis amigas, imbéciles. Me siento en el suelo apoyada en el poste puesto que en el banco no puedo por que estan los señores marqueses y las marginadas como yo no se pueden acercar. El bus está aquí mi pesadilla se convierte en agonía, el temor me corrompe por dentro, mis piernas tiemblan y siento que la vista se me nubla, como no hay asientos libres me toca quedarme de pie agarrada a una barra y en ese momento cada persona que pasa me regala un hermoso golpe hasta que no puedo aguantar más y caigo al suelo, entonces todos esos apestosos seres empiezan a darme patadas por todo mi cuerpo y lo peor es que a toda la gente de mi alrededor no le importa lo que está pasando en el bus y mucho menos al conductor. Esos golpes e insultos no cesan hasta que no llegamos a la parada en la que todos tienen que bajar para volver a sus queridas casas en las que todos son felices.

Me levanto como puedo, tengo todas las partes de mi cuerpo doloridas y seguramente en poco tiempo empezarán a salir cardenales, me toco la nariz y descubro que sangra y no puedo evitar que la primera lágrima como el resto empapen mis ojos y mi rojiza e irritada piel. Puedo observar que muchos de los asientos que antes estaban ocupados ahora estan vacios puesto que no mucha gente viene a este lado de la ciudad, todo el mund quiere alejarse lo máximo posible de esta zona ya que es territorio peligroso.

Mis piernas comienzan a flaquear y siento que debo sentarme, aún me quedan 20 minutos de viaje así que saco un libros que he cogido prestado de la biblioteca que encuentro en el interior de mi vieja mochila.

La lluvia cae sobre las calles de DownTown cuando bajo del bus, este no duda en cerrar las puertas rápidamente una vez pongo los pies en el encharcado suelo. Camino dando grandes zancadas porque nadie sabe lo que puede pasar en este barrio, llego a la puerta de mi edificio donde para mi sorpresa hay un camión de mudanzas, al parecer ha llegado un vecino nuevo a estos desastrosos apartamentos.

Subo corriendo por las escaleras para llegar cuanto antes a mi casa ya que con la lluvia me he calado entera y no quiero coger un resfriado. Llego casi asfixiada a mi planta cuando una de esas odiosas cajas de mudanzas me cortan el paso, yo como es obvio levanto la caja y la aparto dejandola encima de otra.

De pronto una mujer de unos cuarenta y pocos sale de la casa que al parecer tenia la puerta abierta y me ha odio subir.

- Hola querida, soy Maggie -se presenta amablemente la mujer -Pensaba que eras mi hijo...

- Hola soy Maya y no soy su hijo o eso creo -al parecer el comentario le ha hecho gracia y sonríe aunque algo triste.

- ¿Podrias ayudarme con las cajas? Tendria que hacerlo Kylan, pero no sé donde se ha metido ese niño del demonio -al escuchar ese nombre siento una punzada en el corazón, ese mismo nombre, seguro que otra persona.

- Claro no hay problema, dejo la mochila en mi casa -digo señalando la puerta de enfrente con la cabeza- y vuelvo para ayudarla, señora.

- Oh por dios no me llames señora, me haces sentir vieja, prefiero Maggie.

- Eso está hecho Maggie, vuelvo en seguida.

Entro en mi casa y esta permanece desavitada como es costumbre a estas horas. Salgo al rellano y allí distingo su sombra, un chico alto de pelo negro y bastante bien formado para sus 16 años. Maggie se da cuenta de que he salido para ayudarla, pero antes de eso quiere presentarme a su hijo.

- Kylan, esta es la amable joven de la que te he hablado antes, te presento a Maya -cuando se da la vuelta puedo observar el rostro de esa persona que me rompió en veinte mil pedazos y que últimamente los ha roto en unos miles más.

No soy tu problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora