Londres era más fría durante aquella época del año, por lo tanto, los más desfavorecidos fallecían por la hambruna, el frío y la enfermedad. Sólo los de clase media y los más ricos vivían con comodidad.
Su abrigo le protegía del frío, pero sentía su nariz congelada por la brisa, y su piel pálida estaba sonrosada. Escuchaba villancicos populares y el parloteo de las personas mientras caminaba por las calles llenas de nieve. Escuchaba a los caballos que arreaban los carruajes y cruzó la calle, antes de detenerse frente a una casa.
Era un doctor de renombre, proviniente de una rica y prestigiosa familia. Su nombre era Draco Malfoy. Era un joven alto y delgado, con rastros finos y delicados, su cabello era tan claro que casi parecía plateado y sus ojos eran de un peculiar color gris. Vestía un elegante traje negro, junto a un abrigo de pieles finas de tonos grisáceos, y en su mano izquierda llevaba su maletín de cuero.
Tocó la puerta de aquella casa, el número doce de Grimmauld Place y luego de unos minutos un criado abrió la puerta.
—Buenas noches,—Saludó cordial.—Soy el doctor Malfoy, vengo por petición de Sirius Black.—Explicó, el criado lo miró por unos segundos, antes de dejarle pasar.
—El amo Black está esperándole en la sala de estar.—Dijo este un poco seco. Ayudó al joven a quitarse su abrigo, para posteriormente sacudir la nieve y colgarlo en el perchero que se encontraba al lado de la puerta. El criado, quién luego descubriría se llamaba Kreacher, lo guío hasta la sala.
Un hombre de cabello negro largo, recogido en una cola baja y con barba y bigote le recibió, este miraba el fuego de la chimenea con preocupación, mientras mordía la uña de su pulgar. Lucía un poco demacrado y descuidado a pesar de ser de una familia rica y notó que la sala tenía un poco de polvo acumulado en los cuadros. Los cuáles algunos estaban rasgados o quemados.
—Amo Black—Llamó el criado, quién era un hombre mayor, de piel sumamente arrugada y nariz puntiaguda,—El doctor Malfoy ha llegado.
Ante esto el hombre dió un brinco, levantándose del sofá en el que se encontraba sentado segundos antes. Este se acercó rápidamente hasta Draco y lo tomó por los hombros, sus ojos estaban rojos y temblaba ligeramente.
—Debe ayudarme doctor, se lo ruego.—Dijo en una voz temblorosa.—Mi ahijado, él...
A Draco le incomodó la cercanía, pero no apartó al hombre, comprendiendo su estado deplorable y preocupación.
—Dígame dónde está para atenderle, señor Black.
Sirius Black lo guío a fuera de la sala, subieron las escaleras juntos, estás rechinaban y notó que el tapiz que cubría las paredes era muy viejo y lucía un poco descuidado. Tras subir las escaleras, un largo pasillo los recibió, y el dueño de la casa le dirigió una mirada rápida antes de abrir la segunda puerta.
—Harry, he traído a un doctor.—Avisó el hombre a su ahijado, quién se encontraba postrado en la cama, removiéndose entre las sábanas. Sirius lo miraba preocupado.
—Uhg.—Fue lo único que pudo decir el joven.
La habitación estaba completamente cerrada, ni una luz del exterior se asomaba por las ventanas y la única iluminación era la pequeña chimenea y una lámpara de aceite en la mesita de noche. Harry, era un muchacho de tez morena, cabello negro, un poco delgado, con ojos verdes y una extraña cicatriz en su frente. Sí no estuviese en ese estado tan deplorable, Draco podría considerarlo un muchacho muy apuesto. Unos lentes estaban en la mesita de noche y supuso eran de él.
Se acercó hasta el paciente mientras Sirius lo observaba desde el marco de la puerta.
—Hola Harry, soy el doctor Malfoy.—Se presentó, era una costumbre que tenía con sus pacientes. Luego de decir aquello, revisó el pulso del joven, era lento y estaba ardiendo en fiebre.—Traígame un poco de agua fría, señor Black.—Pidió, mirándolo de reojo, antes de abrir su maletín y dejarlo en la mesa de noche.
—¡Kreacher!—Exclamó, y el criado de inmediato se acercó a su amo, quién todavía permanecía en el marco de la puerta.—Traele agua fría al doctor Malfoy, y un paño limpio.—Tras decir aquello escuchó un "Sí, amo" y el hombre desapareció de la vista de ambos hombres.
Harry tiritaba a pesar de que la habitación se encontraba caliente, constantemente cerraba los ojos con fuerza debido a la luz de la lámpara y los volvía a abrir al rato, su frente estaba bañada en sudor. Draco siguió revisándolo, cuándo abría sus ojos revisaba su respuesta motora y si respondía al estímulo, pero le costaba ya que lucía muy cansado, sus ojos tenían marcadas ojeras y sus pómulos ahora que podía detallarlo mejor, lucían huesudos y sus labios estaban pálidos y agrietados. Kreacher se acercó hasta donde se encontraba el doctor, dejando el agua y el paño en el borde de la cama y Draco tomó el paño, humedeciéndolo, para después colocarlo en la frente de Harry, este siseó por el frío, y tosió un poco, cubriéndose la boca con su mano. Ante esto Draco abrió los ojos de par en par.
—¿Qué tiene mi ahijado, doctor Malfoy?—Preguntó Sirius, acercándose a él.
—Puede que sea tuberculosis,—Y escuchó como Sirius comenzaba a sollozar, lamentándose por lo bajo.
De su maletín sacó un bisturí y un pequeño tazón, tomó el brazo de Harry, quién de repente se sentía rígido, cómo sí no quisiera que lo siguiese tocando, aún así, el doctor continuó. Con el bisturí, hizo una pequeña incisión en la vena periférica haciendo que brotase sangre de la misma, la cuál caía en el tazón. Un olor metálico inundó las fosas nasales de Harry, haciendo que se removiese con más fuerza, dificultando el trabajo del médico.
—Basta, basta....—Escuchó que decía el muchacho que aparentaba tener su misma edad.—No lo soporto—Dijo, un poco más fuerte.
Pero Draco estaba concentrado observando aquella peculiar sangre, que era de un color más oscuro que cualquiera que había visto jamás, tanto que llegaba a parecer negra. Sintió una inmensa curiosidad ¿A caso era una nueva enfermedad, desconocida hasta el momento por la raza humana? ¿Qué ocurría exactamente con Harry?
Luego de un rato, culminó con la sangría, apartando la taza con cuidado de no derramar aquella sangre, y envolvió con una venda limpia la herida abierta, apretándola ligeramente. Remojo el paño con el agua fría, y lo volvió a colocar en la frente del moreno, notando que ahora estaba un poco frío. Todavía podía escuchar el lamento del señor Black mientras recogía sus cosas y guardaba la sangre en un frasco ámbar vacío, el cuál selló y guardó en su maletín.
Se levantó, y Sirius le miró con los ojos rojos.
—Volveré el día de mañana para revisar nuevamente el estado de Harry.—Anunció,—Mientras tanto, cerciórese de controlar su fiebre y realizarle por lo menos dos sangrías más. Sí lo hace, hay una esperanza de que su ahijado sobreviva.—Indicó, Sirius suspiró aliviado.
—Muchas gracias, Doctor Malfoy.—Le agradeció,—Lo esperaremos el día de mañana.
—Que pase una buena noche, señor Black, señor Harry.—Se despidió cordialmente de ambos caballeros y el señor de la casa le ordenó al criado que lo acompañara hasta la puerta.
Al bajar las escaleras, el hombre mayor, Kreacher, lo detuvo diciéndole;
—Le recomiendo se mantenga alejado de esta casa, mi buen señor,—Su mirada era oscura, y un tanto maliciosa.—Por su propio bien.—Draco frunció el entrecejo, confundido.
Para cuándo se encontraba fuera del número doce de Grimmauld Place, pensó que era un lugar muy extraño, habitado por personas muy extrañas.
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Umbrarum Memories [Harco]
Vampiros"La ceniza no tiene valor alguno, tiene que ver con un signo de penitencia, ya que nadie atesora ceniza, entonces, tú, que tanto te crees, eres polvo y en polvo te convertirás. Levántate de aquél que alguna vez fue tu sueño eterno y abraza a la muer...