Capítulo II.

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Sábado, 04/11/78

Otro día de trabajo para Lucía; esta vez más atareado. Los sábados siempre son más fuertes en comparación a otros días, pero algo nuevo la acompañaba hoy.
La imagen de él.
La impotencia la llenaba cada vez más; ¿por qué un cualquiera le provocaba esas cosas dentro suyo? ¿Por qué no podía olvidarlo?
Todos esos pensamientos se vieron interrumpidos por un cliente un tanto conocido. En efecto, era el bicolor. El del viernes.

Apenas entró, la vendedora sintió un fuego avivarse en sus mejillas. Aunque fuera demasiado notorio, intentó disimularlo y lo recibió.

- Buenas tardes, vengo a entregarte la cinta y los 3 pesos. La ví con mis amigos y nos cagamos en las patas como loquitos.
- Buenas! Yo la ví con unas amigas y también, pegamos unos gritos... - agregó tratando de sacar conversación.

Lucía observó todo su ser; sus ojos, su nariz pecosa, pero especialmente sus labios carnosos que querían precipitar alguna frase pero no se emitía.

- Qué querés decir? - preguntó sin rodeos.
- Nada. Por qué?

La morocha no sabía cómo remontar esta vergonzosa conversación, a lo que se le ocurrió decir:

- Esto es lo que pasa cuando 2 personas ya no saben qué decir?

Empezaron a reír a carcajadas, cosa que enrojeció a la pareja. Luego de unos minutos, cobraron el aliento otra vez.
Para su mala suerte, Lucía tenía que volver a su casa, pero tenía un problema; no quería abandonar al pelilargo.

- Ya son las 17. Me tengo que ir a mi casa.
- Tenés auto? - cuestionó.
- No, pero vuelvo en colectivo.

Él no dudó en querer llevarla, pero Lucía se negó tan rápido como pudo.
Aunque obviamente, ¿quién podría resistirse a las propuestas del mismísimo príncipe azul del videoclub?
La joven terminó aceptando debido a la evidente insistencia del hombre, y tan pronto cuando subieron al auto, se pudo percibir una compatibilidad irrompible.

Matices de Primavera - Charly García.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora