02

682 43 34
                                    

Semanas después Killua se encontraba en una esquina de la propia habitación que compartía con su pareja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Semanas después Killua se encontraba en una esquina de la propia habitación que compartía con su pareja. Estaba algo temeroso a pesar de su impotente presencia el ir por primera vez al tan conocido Infierno, ahora sus cuernos estaban más que desarrollados al igual que sus alas y no podía seguir con la vida normal que tenía. Tampoco era justo quedarse escondido en esa casa, con la posibilidad de ser encontrado y llevado por los humanos. Primero se los comería, obviamente. Pero no podían verlo, además que el trabajo de Gon por resguardarlo sería en vano.

—¡Wah!, al fin ¿Cómo me veo? —traía esa ya vieja prenda que no había utilizado en años, provocadora por sí misma, cubriendo poco y nada realmente. Gon está entusiasmado, guardando las cosas de Killua en una mochila mientras los ojos celestes lo ven moverse de un lado a otro. Empacaba bolsas con sangre para llenar su heladera. —¿Killua? —los orbes mieles se encuentran con los preocupados azules.

—Te ves hermoso, como siempre... —contesta tímido. —Me trae recuerdos. —sigue así, en su lugar. Pensativo y a la vez teniendo un aire nostálgico por dejar todo atrás. —Voy a extrañar esta casa...

Gon se acerca y lo agarra de las manos para levantarlo, la altura es prominente y ahora le saca una cabeza de la misma, —Podremos volver siempre que quieras, guardé todas las cosas que pude, fotos, libros, ropa... Si te preocupa tu hermana haremos lo posible para ayudarla desde allá. —las alas blancas son enormes, parecen del tamaño del cuerpo de Gon, de verdad sería imposible resguardarse más tiempo y ya le es imposible conseguir trabajo para mantenerlos a ambos. Debían hacer el paso.

Asiente en respuesta. Trata de acomodar sus alas o terminaría chocando con las cosas otra vez. —De acuerdo, vamos. —se siente mejor cuando recibe un pequeño beso y tomando las cosas necesarias se abre una clase de portal en el suelo. Es rojo y salen escrituras que por alguna razón por un segundo entiende, pero niega con la cabeza para entrar sin soltarlo.

Le parece gracioso llevar al albino como un niño de la manita por su mundo, incluso pidió ser ocultado de la vista de los demás, temía que se dieran cuenta de qué era realmente. El hogar del moreno está bastante lejos de la capital y los portales solo te permiten llegar a la central de trenes, aquellos que vuelan sin la necesidad de vías. —Mira, debemos tomar el tren 66A, luego podremos volar tranquilamente hasta allí, tal y como hemos practicado. —como un bebé dando sus primeros pasos tuvo que ayudarlo a aprender a volar, algo que fue muy difícil.

Caminar entre los demonios le era muy incómodo, lo miraban mucho o directamente se le paraban enfrente niños demonios para molestarlo. Gon apartó a la mayoría, algunos como él eran más descarados y eso al moreno lo altera.

—Oye, comparte un poco de lo que tienes ahí. —ese tono lujurioso lo conocía muy bien. No tenía tiempo de lidiar con súcubos que parecían multiplicarse.

—¡Qué potencial! ¡¿De dónde diablos salió está belleza?!

Algunos mantenían la distancia, parecía algún tipo de bar porque habían otros tipos de demonio más pequeñitos y otros corpulentos. Killua ignoraba por completo las voces mirando alrededor con atención, no era muy distinto al mundo humano. Un íncubo continuaba de cerca sus pasos insistiendo con sus propuestas indecentes.

𝘚𝘶𝘦𝘯̃𝘰𝘴 𝘩𝘶́𝘮𝘦𝘥𝘰𝘴 ¦ KillugonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora