Llevaba un rato largo de insomnio. Uno de los que ya había olvidado por tanto ajetreo en su cabeza, desde que empezó su trabajo como guía del infierno parecía ser una ironía ¿cómo mejorar un lugar donde se supone que las cosas están jodidas? Era prácticamente imposible. Pero aun así, abrió los ojos cuando el movimiento en la cama que compartía con su marido continúo. Esos quejidos los conocía perfectamente. —¿Cariño...? —tiene lagañas en los ojos, busca tocar a Gon entre toda la penumbra que los rodea. En eso escucha el llanto de un bebé. —Doble perfecto.
Para Gon las cosas tampoco fueron de color de rosa, no vive precisamente en un trabajo tan consumidor, pero si es el apoyo de Killua en todo lo que éste necesite, sea consejo o sean explicaciones detalladas sobre el funcionamiento de la ciudad de tierra rojiza. Amaba su vida, pero era un poco estresante, a la única que le permitían estresarlos y con gusto, era a su pequeña Lukia, que como cada noche, llora desconsoladamente por comida. Ya hasta parecía tener un horario que el íncubo respetaba al pie de la letra. —Voy a ver a Lukia, tú sigue descansando. —es un ser que poco necesita descansar en realidad, pero todos los cambios que sufrió su cuerpo los siente demasiado, más ahora que sus alas están adoloridas de tanto moverse con ellas. Aún con lo pedido, Killua se levanta junto a él, directo a la cocina a preparar el biberón tibio para la pequeña de ojos dorados.
—Buenos días chiquita, tranquila, ya estoy aquí, no llores. —al cargarla la bebé se queda prendada a él, sigue llorando, pero menos fuerte y lastimero, Gon sabe que llorar es la única forma de que un ser tan indefenso como lo es un bebé pueda comunicarse, así que no se enoja con ella, ni un poco. —Papi ya debe estar abajo con tu comida Luli. —se va inventando apodos mientras la cubre con su mantita de estrellas.
Killua parecía un borracho, de verdad que tenía el sueño más ligero del mundo y lo odiaba a veces. Se le había creado esa condición en la época donde aún era un humano y Gon se movía en las noches como un cazador cerca de su cuerpo, resultaba una alarma eficaz para algunas ocasiones. Al menos servía ahora que tenían una hija y debía reaccionar rápido... O bueno.
—¡Ah, maldita sea, dejé caer la leche! —se queja al ver que pensando tanto hizo un desastre en la cocina, ese tipo de alimento era imposible de conseguir. Debían irlo a buscar directamente al mundo humano.
No iba a recogerla, estaba seguramente con miles de bacterias a ese punto así que solo volvió a empezar. Malhumorado consiguió su objetivo dejando que se calentara un poquito simulando ser un encendedor con su pulgar hasta que quedó tibia, estar rodeado de demonios siempre le dio curiosidad sobre sus propias habilidades, había aprendido varios trucos útiles. Caminó con pesadez hasta la habitación y por no agacharse se dio en la cara con la parte arriba del marco de la puerta, cosa que hizo reír a su hija.
—Apoya la violencia, ya es demonio hecho y derecho. —mientras Killua se soba la frente, le entrega a Gon el biberón tibio, la niña desesperada se deja acomodar y con ambas manitas agarra el plástico antes de empezar a succionar con fuerza. —Tranquila cariño, nadie va a quitarte el biberón. —iba a ser un demonio muy fuerte, si casi le parte un dedo a Killua cuando solo tenía dos meses y se emocionó de jugar con él, ahora debían tener mucho cuidado de no darle objetos que pueda hacer añicos entre sus dedos. Evitar que se haga daño por sí misma.
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𝘚𝘶𝘦𝘯̃𝘰𝘴 𝘩𝘶́𝘮𝘦𝘥𝘰𝘴 ¦ Killugon
Fanfiction𝑈𝑛 𝑖́𝑛𝑐𝑢𝑏𝑜 𝑐ℎ𝑢𝑝𝑎 𝑝𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑙𝑖́𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑦 𝑛𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑒𝑐𝑢𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑝𝑒𝑛𝑒. 『 𝘏𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘵𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘊𝘩𝘶𝘶𝘴𝘩.』 ↳ 𝖢𝗋𝖾́𝖽𝗂𝗍𝗈𝗌: ⋆...