Tarde para ser un héroe

Capitulo 3

Rotgar necesitaba explicar pronto la situación al jóven, esta situación era más sencilla y más compleja de lo que parecía, los enemigos no eran grandes guerreros, sin embargo eran personas que no se rendirían ante nada para alcanzar sus metas, eran parte de un culto que tenía su mayor presencia en el oeste del reino, se llamaban a sí mismos los mensajeros de la verdad, pero eran conocidos mayormente por el resto de personas como los herejes de la primavera. Esta secta había comenzado hace trescientos años cuando un arzobispo ya olvidado, por todos menos por el culto, dijo que en una revelación había comprendido la realidad, el que conocíamos como Díos no era algo distinto al fuego, era el fuego el origen de todas las cosas y su más ferviente argumento era que dónde hay vida hay calor. Después de cinco años predicando su doctrina la misma logro extenderse mucho, eso llevo a la cuarta guerra en defensa del creador, dónde la iglesia movilizó todo su poder y aplastó a todos los herejes, no obstante algunos se mantenían hasta hoy.

Cuando Rotgar se comenzó a mover en dirección a Luden vió como un anciano se acercaba al jóven por la espalda, seguramente le mataría, debía hacerle alguna seña, cuando estaba a punto de hablar aunque eso llevará a qué se les descubriera, el chico, el jóven que solo conocía la guerra en las clases que recibía de sus muchos maestros, se volvió y en un solo movimiento tomo la vida del anciano. Justo en ese momento se hizo un gran ruido en el campamento, era evidente para Rotgar que no les habían descubierto, pero al ver el temor en los ojos de su compañero le hizo señas de que mantuviera la calma y obsevara con atención.

El ruido se debía a la llegada de alguien importante al campamento, no importante en si mismo, sino importante para ellos.  La mayor parte del culto estaba compuesta por campesinos y uno que otro caballero errante, sin embargo de vez en cuando se encontraba dentro de sus reuniones algún sacerdote. Los sacerdotes eran especialmente extraños porqué no podían ordenarse los mismos de dentro de los miembros sino que debían surgir de la misma forma que su fundador, debían ser miembros de la misma iglesia que recibieran la iluminación. Por eso la cara de Rotgar se transformó al ver llegar no a uno sino a cuatro sacerdotes. Si ver aquí a los herejes era extraño ésto ya era inconcebible.

El jóven caballero se acercó al escudero y le planteo las opciones —Podemos irnos, aún podemos, ya sabemos quienes son los enemigos y seguimos ocultos, sin embargo, aún no encontramos a nuestros compañeros.

Rotgar notó la duda en la cara del muchacho, pero antes de que pudiera tomar una decisión, otros la tomaron por ellos. Desde un camino distinto al que utilizaron los sacerdotes para llegar al lugar, aparecieron tres miembros de la secta con sus caballos. El escape ya no sería tan sencillo, debían hacer algo pronto, ya los herejes sabían de su presencia, pronto se percatarian de la ausencia del guardia.

— Vamos a movernos pronto, el primer paso debe ser confirmar el estado de nuestro grupo —indico el caballero mientras caminaban hacía la parte más despejada del claro, evidentemente siempre por le bosque, dando entonces un gran rodeo.

—Creo que veo algunas personas al final del grupo —le respondió Luden, que aún no superaba el hecho de quitar una vida, había sido tan rápido, pero no había sentido nada de la emoción o la gloria que esperaba.

—Evitaremos el conflicto, una diferencia de dos a uno es normalmente muy difícil de superar, aquí hay al menos un quince a uno. Nuestro objetivo no será matar a nadie ni lograr un milagro, solo debemos rescatar a nuestros compañeros.

El plan era sencillo, sin embargo en este tablero había otro equipo y con más fichas. Si Rotgar estuviera con su armadura de batalla, solo necesitaría las condiciones correctas para vencer a treinta campesinos, no sería fácil pero había posibilidad, sin embargo, por ser enviado como mensajero había salido con el menor peso posible y eso implicaba salir sin armadura completa.