Jinyoung
Jinyoung tomó una respiración profunda mientras que Jaebeom lo penetraba, con un empujón lento y constante que le robó la capacidad de pensar, la gruesa cabeza de su polla atravesó el primer anillo apretado de músculos. Jinyoung cerró los ojos con fuerza, esperando que su cuerpo se relajara e hizo una mueca ante el pequeño destello de dolor.
Intentó concentrarse en cualquier cosa menos en la sensación de quemadura. En el piso de madera bajo sus pies, en las manos de Jaebeom que le apretaban el trasero y el sonido de su respiración agitada mientras que esperaba a que el cuerpo de Jinyoung se adaptara a la invasión.
Cuando volvió a abrir los ojos, Jaebeom lo miraba con una intensidad que le robó el aliento. Nadie nunca había mirado a Jinyoung de la manera en que Jaebeom lo hacía. Era demasiado. Jinyoung lo besó, tenía que hacer algo para distraerse antes de hacer alguna cosa estúpida como soltar un "Te amo" a un completo extraño.
Jaebeom decía que Jinyoung era suyo y lo miraba como si lo dijera en serio, como si fuera algo en contra de lo que no pudiera luchar, como si necesitara que Jinyoung comprendiera que no pensaba dejarlo ir. Nunca. Eso debería haberlo aterrado, pero no era así. Solamente lo... abrumaba, porque si Jaebeom llegaba a cambiar de opinión, eso mataría a Jinyoung. Él no tenía a nadie. A nadie más que a Jaebeom.
No tenía ningún sentido. Ni siquiera se conocían de verdad, pero él quería pertenecerle a Jaebeom, quería su calor, su pasión, demonios... incluso quería su violencia. Pero, enterrado muy en el fondo, Jinyoung deseaba a Jaebeom porque sabía que él sería capaz de quemar todo el jodido mundo por completo solo por Jinyoung, y que nunca sentiría ni una pizca de arrepentimiento al respecto.
Su polla se humedeció entre ellos ante ese pensamiento. La protección de Jaebeom era una cosa embriagadora. Saber que Jinyoung era a quien él quería proteger, hacía que le doliera el pecho de una manera agradable. Enterró el rostro en su garganta, sus ojos se pusieron en blanco por el placer que le recorrió mientras que Jaebeom lo embestía. —Jódeme. Duro. —suplicó.
Jaebeom gruñó, enlazando sus brazos debajo de las piernas de Jinyoung mientras los ponía de pie y se empujaba más profundamente. Jinyoung no pensó que fuera posible sentirse así de lleno. Cuando su espalda golpeó la pared, siseó cuando el duro ladrillo le raspó la piel desnuda, pero luego no fue capaz de pensar en nada más. No podía. Jaebeom le estaba dando a Jinyoung lo que había pedido, embistiéndolo salvajemente, conduciendo lejos cada pensamiento y dejando solamente las sensaciones.
—Oh, joder. Sí, así... —Se escuchó decir. Envolvió su puño alrededor de su polla, masturbándose al mismo ritmo que los empujes de Jaebeom, dándose cuenta después del primer jalón que no le iba tomar mucho llegar al clímax.
—Me voy a correr. —espetó Jaebeom mientras observaba a Jinyoung.
—Oh, mierda. Hazlo —divagó Jinyoung —. Por favor, estoy tan jodidamente cerca. Quiero sentirlo. Quiero sentir como te corres dentro de mí.
—Ruega por ello —exigió Jaebeom —. Necesito escucharlo.
Jinyoung dejó caer la cabeza hacia atrás, estaba demasiado cerca del orgasmo para preocuparse por sentirse avergonzado. —Córrete para mí. Lo necesito. Te necesito. Por favor, Jaebeom. Por favor. Por favor.
Las caderas de Jaebeom temblaron y chocaron contra las de Jinyoung, mientras que dejaba caer la frente sobre la de él y su pene palpitaba profundamente en su interior. Eso era todo lo que necesitaba. Jinyoung derramó su liberación entre ellos, masturbándose él mismo hasta que tembló por el exceso de estimulación.
—Rodéame con tus piernas. —Jaebeom cambió el agarre y abrazó a Jinyoung. Solo pudo colgarse de él mientras que Jaebeom los encaminaba de regreso a la cama y depositaba a Jinyoung sobre el colchón antes de seguirlo, cerniéndose sobre él mientras le preguntaba: —¿Estás bien?