Aquel día creí estar por fin lista para hacerlo, años habían pasado desde la primera vez que pensé en hacer algo así y meses desde mi último intento.
Aquella mañana era un miércoles, día ordinario, debía ir a la escuela así que me levanté de mi cama y me dirigí al baño, me cepillé los dientes y me disponía a volver a mi habitación para poder cambiarme e ir a la escuela, en el camino me topé con mi padre.
—¿A caso no has visto la hora? Si llegas tarde una sola vez más..
—Me enviarás al internado, lo sé, no tienes que repetirlo.— Respondí antes de que al menos pudiera terminar la frase.Mi padre era un hombre estricto, adicto al trabajo y muy exigente, era un médico cirujano, de los mejores de la ciudad por lo que no permitía que hubiera errores, suyos o en su familia por lo que cada vez que cometía un error amenazaba con mandarme a un internado a estudiar.
—Ya iba a cambiarme, no es tan tarde, lograré llegar a tiempo.— dije algo molesta, estaba harta de ese tipo de amenazas así que antes de seguir discutiendo seguí caminando hasta llegar a mi habitación.
Me acerqué al closet y tomé una falda larga café, una blusa lisa verde, un suéter del mismo color, unos calentadores beige y finalicé con mis mocasines de siempre. tomé mi mochila y antes de salir tomé una manzana de la cocina.
Al tomar el metro había mucha gente, supongo que era una consecuencia por haber salido unos minutos tarde. Habían pasado unos minutos y alguien entre la gente llamó mi atención. En uno de los asientos había un chico, algo delgado con cabello negro y mechones rojos agarrado en una coleta corta, tenía audífonos y parecía estar dormido, su rostro se veía relajado, tranquilo sin duda alguna era un chico atractivo, sus facciones finas lo hacían resaltar, me quedé mirándolo unos minutos sin embargo debía bajar en la siguiente estación así que preparé mis cosas y me dirigí hacia la salida del vagón, esperando a que esta abriera sus puertas, antes de salir miré atrás, quizás esperaba que aquél chico bajara en la misma estación pero pude ver a lo lejos que aún estaba dormido. Seguí mi camino habitual hacia la escuela hasta que escuché una vocecita conocida gritando una calle antes de llegar a la escuela.
— ¡Fran, no me dejes!— a penas voltié y ya tenía a Sarah corriendo hacia mí, me cubrí con mis brazos pensando que chocaría conmigo pero se detuvo y me abrazó.—Llevo persiguiendote desde el metro, no puedo creer que camines tan rápido.— dijo con la respiración entrecortada tratando de incorporarse.
—Aunque bueno, claramente no te diste cuenta de que estábamos en el mismo vagón porque tu vista estaba muy ocupada ¿No?
—¿Ocupada? ¿A que te refieres?
—Era muy obvio que estabas viendo al chico del 507.
—No tengo idea de quién estás hablando.
—Claro que tienes idea ¡Te lo comías con la mirada amiga! Hablo del chico de cabello largo con mechones rojos y audífonos.— Dijo moviendo sus manos frente a su cabeza y luego llevándolas a sus orejas para darme una idea visual.
—¿El va en nuestra escuela?
—Sip, de hecho todas lo conocen por ser tan guapo, pero dicen que es gay porque nunca lo han visto con una chica.Sarah sabía todos los chismes de la escuela, a diferencia de mí, era una persona muy social y hablaba con todos, fue así desde que teníamos 7 y nos conocimos , no acostumbraba a hablar mucho así que se me acercó y empezó a hablarme, era extraño que una amistad durara tantos años, ya estábamos en el tercer semestre de preparatoria y parece que los años no habian pasado. Cambiamos de temas hasta llegar a nuestro salón y sentarnos, no llegamos tan tarde y por suerte llegamos antes que la maestra pues era una maestra horrible. La maestra Ana era la maestra de Física, tenía un rostro amable y mucho porte, sin duda era bella pero era una persona odiosa a quien le encantaba hacernos sufrir con exámenes sorpresa y proyectos que debíamos entregar de un día para otro.
Me gustaba sentarme junto a la ventana en sus clases pues las hacía menos aburridas. Viendo hacia afuera solo podía ver un punto fijo, las escaleras que daban hacia la azotea de la escuela que estaban tras una reja de seguridad que supuestamente solo estaba abierta durante mantenimiento, estaba tan perdida en mi mundo hasta que escuché un grito.—¡Señorita Francisca!— Me alarmé como si hubiera despertado de un sueño y contesté algo temblorosa.
—¿Si?
—¿A caso allá afuera hay algo más importante que mi clase?
—No es nada, solo me distraje un momento
—Ah, claro entonces si solo se distrajo un momento ¿Podría hacerme un breve resúmen de lo que he dicho hasta ahora?— Me quedé en blanco por lo que la maestra se enfureció y dijo de forma tranquila y con una sonrisa.—Salga de mi clase ahora mismo.
No quería discutir así que tomé mis cosas y me fuí. Aún era temprano y la mayoría estaba en clases todavía así que aproveché para ir a las escaleras que había visto recién. Por suerte para mi la reja estaba tan oxidada que ya no necesitaba llave pero nadie decía nada pues muchos estudiantes iban ahí a besarse y otros iban como un reto de valentía. Ninguna de esas eran mis razones.Crucé la reja y empecé a subir, a mitad de las escaleras empecé a tambalear. Hoy sería el día, hoy por fin intentaría aquello que tanto deseaba pero ¿Entonces porqué estaba temblando? ¿Porqué tenía tanto miedo?
Incluso con esas dudas en mi cabeza seguí subiendo escalón por escalón, mi corazón palpitaba muy rápido y seguía tambaleando. Al fin logré subir, solo miraba el piso y cuando subí la mirada ví algo que me paralizó, alguien había llegado antes que yo.
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Pendiente a tí
Teen FictionMorir por alguien es fácil, la muerte es rápida y fácil de lograr, sin embargo vivir por alguien es más difícil, en especial cuando ya tomaste la decisión de terminar con tu vida. Después de un acuerdo con alguien que al igual que ella había decidid...