Capítulo 3 Hagamos un trato

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Estábamos ya acomodados uno a lado del otro, apoyándonos en la pared que daba a las escaleras.
—Bueno, creo que ya es hora de contarme
—sí, así es.— Suspiró y de nuevo miró hacia la nada. — No quiero aburrirte, hay cosas que me afectan y no son importantes para nadie, además, si empiezo hablar ahora quizás ya no me calle ¿Estás segura de querer escucharlo?
—Claro, creo que esto sería algo bueno para los dos.
—Bien.— Suspiró y pasó saliva, estaba nervioso y jugaba con sus manos.— Para empezar, mis padres se separaron hace años y de hecho creo que fué lo mejor, ambos eran muy inestables y era estresante escuchar sus peleas, pero su divorcio desencadenó muchos problemas, mi mamá ya tenía problemas con el alcohol y después de esto ella recayó, según su acuerdo debo pasar tiempo con mi papá los fines de semana pero cada vez que vuelvo con mi madre parece que ha empeorado, he intentado ayudarle pero parece no importarle así que gracias a su alcoholismo he tenido que cuidarme yo solo, desgraciadamente no soy bueno con eso, desde pequeño me molestaron por ser "gay" y a mi no me molesta que lo digan de hecho si me gustan los hombres aunque también las mujeres. El punto es lo que hicieron por eso, me golpeaban, me insultaban y me alejaban de todos, siempre volvía a casa con moretones que nadie notaba. Luego, cuando ya iba a salir de secundaria me enamoré, era alguien increíble, me hacía feliz y pasábamos mucho tiempo juntos, a pesar de que nadie quería estar cerca por ser "raro" él siempre estaba conmigo, era el único que notaba si alguien me había causado un nuevo moretón...pero me traicionó, nuestra relación era secreta porque no quería que saliera afectado pero tristemente era amigo de quienes me molestaban y... pasó lo obvio, era como ellos, negó lo nuestro y les ayudó a darme una paliza, salí corriendo y me escondí en un rincón detrás de la escuela, solo él sabía donde estaba y fué a buscarme, me pidió perdón pero no pude disculparlo.. A partir de ahí no pude confiar más en la gente y claramente no pude amar a nadie más. Al entrar al bachillerato nada mejoró, mi autoestima estaba por los suelos, mis calificaciones también y ni hablar de los amigos, tenía algunos compañeros que intentaban integrarme pero empecé a sentir que no podía encajar, intenté diferentes actividades en diferentes lugares quizás para encontrar algo o alguien que me hiciera sentir mejor pero no lo encontré, nada me hacía sentir bien y nadie me hacía sentir como si encajara. Tiempo después comencé a cortarme, quizás así me sentiría mejor o al menos sentiría algo y  se comenzó a volver un hábito sin que lo notara pero cada vez que lo hacía tenía el pensamiento de que quería que todo acabara, no había nada bueno en mi vida y yo...— Sus ojos se llenaron de lágrimas que poco a poco recorrieron las pálidas mejillas de aquél chico, este cubrió su cara con sus brazos y se hizo bolita, comenzando a sollozar.—Debí saltar cuando pude, no debí hacerte caso, solo quiero dejar de vivir en un limbo en el que no siento nada y a la vez todo me afecta.
Sus manos pasaron de estar rodeando sus rodillas a su cabeza, jalaba su cabello, haciendo que aquella coleta que tenía se deshiciera poco a poco. No sabía que hacer, estaba entrando en pánico, solo pude abrazarlo fuertemente y cerrar mis ojos, no quería verlo llorar.
—Sé que has sufrido, sé bien lo que es sentirse mal, sé que quieres morir pero el que estemos aquí los dos al mismo tiempo quizá significa que no debemos morir, quizás necesitábamos encontrarnos..— Dije acariciando su hombro y poco a poco fué soltando su cabello y empezó a incorporarse. Sus manos que antes jalaban su cabello ahora secaban sus lágrimas
—¿Como si fuera el destino?..
—Algo así... Ambos necesitábamos algo que nos detuviera, estábamos a punto de cometer algo que quizás no debía pasar.
—Puede que tengas razón, al subir aquí realmente sentía que no debía hacerlo.
—Yo.. Sentí lo mismo, incluso las piernas me temblaban..
—Entonces tal vez tengas razón, a lo mejor no debemos hacerlo o tal vez solo no aún.
Ambos nos miramos, se hizo un silencio que podría haber sido incómodo de no haber sido por su tierna mirada, sus ojos de pronto se llenaron de esperanza e ilusión, esto con su cabello suelto lo hacía ver como un cachorrito.
—Creo que ambos podemos ayudarnos..¡Hagamos un trato!
—¿Un trato?
—¡Sí! Yo te ayudo y tu me ayudas, nos apoyamos para que la vida del otro no sea tan mala ¿Qué te parece?
—Creo que antes de aceptar debo saber que es lo que te trajo aquí, no te conozco en nada y es raro hacer tratos con extraños.
—Bueno, supongo que después de que me hayas contado todo yo también debo contarte...

Pendiente a tí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora