💐Epílogo💐

3.1K 413 43
                                    


Mikey lanzó las llaves a la encimera de la cocina apenas entró a la casa de dos habitaciones que compartía con Draken, con su aparentemente no-novio siguiéndole en silencio.

Mikey estaba furioso, ¿cómo no estarlo? Hace apenas unas horas él ya planeaba casarse y ahora resulta que ni siquiera tenía una pareja con quien hacerlo.

Lanzó su saco al sillón y aflojó su corbata de camino a su habitación.

Draken estaba confundido y asustado. Su sueño parecía haberse hecho realidad de un momento a otro, pero así como llegó se estaba desmoronando.

—¿Estás molesto? —preguntó suavemente, siguiendo a su recién descubierto novio.

—¿Tú qué crees?

—Lo siento.

Mikey se giró a verlo, y entonces su expresión solo se tambaleó entre el enojo y el dolor. —¿Tú lo sientes? Acabo de descubrir que he estado en una relación durante tantos años yo sólo, ¿pero tú lo sientes? Vete al diablo, Ryuguji.

—Yo no sabía, Mikey, si yo hubiera sabido...

—¿Qué? ¿Qué habría pasado? —interrumpió haciendo uso de la poca paciencia que quedaba en su cuerpo. —¿No me habrías besado, no me habrías dicho "te amo"? O tal vez no habrías aceptado mudarnos juntos, tal vez no habríamos tenido todas esas putas citas en la cafetería, ni las malditas cenas en los restaurantes. —entre sus sentimientos pisoteados y las lágrimas furiosas que se acumulaban en las esquinas de sus ojos, Mikey no podía evitar estallar. —¡Tal vez no habrías tomado mi maldita mano, ni habrías abrazado mi cintura! ¡Tal vez me habrías roto el corazón cómo ahora! —las lágrimas pronto nublaron por completo los ojos negros del menor y rodaron por sus mejillas. —¡¿Por qué me has estado tratando de esta forma?! ¡¿Soy un maldito juego para ti?! —Mikey comenzó a tomar cada cosa que sus manos alcanzaban para luego arrojárselas a Draken, completamente destrozado y haciendo de su habitación un desastre idéntico a como él se sentía en esos momentos. —¡Vamos! ¡Dime que mierda habría pasado si hubieras sabido que he estado enamorado de ti todo este maldito tiempo, pedazo de imbécil!

Draken soportó los golpes que no lograba esquivar, avanzando en medio de la disputa hasta que alcanzó a tomar a Mikey en sus brazos. —¡Yo habría estado muy feliz! —alzó la voz, temiendo que él menor no pudiera escucharlo entre sus gritos y el sonido de las cosas golpeando en todos lados y rompiéndose como el nudo de su garganta. Mikey lo escuchó, pero no tuvo la capacidad para procesarlo.

—¡No te entiendo! ¡No entiendo nada!

Los siguientes minutos se trataron de Mikey llorando desconsolado contra el pecho de Draken, gritándole cosas que ni él mismo entendía e intentando separarse del mayor para poder romperle la cara. Draken lo sostuvo hasta que los gritos comenzaron a disminuir y el llanto se redujo a sollozos e hipidos temblorosos. El mayor respiró el aroma dulce del cabello ajeno y dejó un pequeño y tímido beso sobre los cabellos negros.

Mikey sollozó pellizcando molesto el abdomen, la cintura y los brazos de Draken, como si quisiera hacerlo sufrir igual que él, pero sin atreverse a separarse de su lugar en su pecho.

El mayor lo dejó desquitarse y acarició la espalda temblorosa del más bajo.

—Yo habría estado muy feliz porque he estado enamorado de ti durante toda mi vida. —repitió una vez supo que Mikey entendería lo que decía, pero Mikey solo sorbió su nariz, todavía demasiado triste y dolido como para aceptar que estaba recibiendo una confesión de Draken. La confesión que ni siquiera sabía que quería hasta ese momento.

—Si no éramos nada, ¿entonces por qué nunca me lo pediste? —cuestionó, renuente de las palabras de su mejor amigo.

—Porque he sido un cobarde desde el primer momento en que me di cuenta de que te amo más de lo que me amo a mi mismo. —aceptó el mayor. —Pero si hubiera sabido desde antes que te sentías de la misma forma que yo, no habría dudado en darte un anillo apenas decidieras tenerme a tu lado.

¡Atrapalo, Mikey! || DrakeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora