PRÓLOGO

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CONTENIDO +18

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-"¿Quieres saber algo interesante?, Vault..."- El profundo eco de estas palabras resonó con intensidad lúgubre dentro de las profundas entrañas del castillo más grande de la ciudadela que horas antes había sido asediada incansablemente de manera tan irreal, por legiones enteras de horrores que se lanzaron de cabeza contra este frente de batalla, para desgracia de estos últimos, no duraron mucho ante un poder aún mayor que se levantó más allá de los mismos cielos o su propia realidad, solo para aplastarlos y reducirlos, a solo lo que eran desde un inicio.

Polvo y cenizas

Ahora todos estos horrores se encontraban como nada más que cadáveres calcinados, empalados, en cuyos rostros quedaron plasmadas las muecas de horror de estos corruptos y depravados seres  ahora muertos; cada uno se caía a pedazos lentamente mientras el sonido de las moscas arremolinándose alrededor de estos inundaba por completo las estepas ahora carentes del espesor verde que se apreciaba antes del cruento horror que vivieron estas tierras.

La que alguna vez fue la orgullosa ciudadela que resguardaba a una de las diosas más importantes del continente de Ostia, Celestine Lucross, ahora despedía desde su interior extensas humaredas de cenizas que poco a poco iban dispersándose, a medida que sus habitantes limpiaban los desastres provocados.

Los constantes chirridos y crujidos se escuchaban por todos los caminos de la ciudad; frente a la vista de sus perturbados y cansados habitantes, transitaban numerosos carruajes a los cuales les seguía una bruma de emergentes olores.

Sobre las carretas se hallaban cuerpos de diferentes formas y tamaños, apilados unos sobre otros para llenar por completo cada carreta, con el fin de trasladar estos cuerpos a las afueras de la fortaleza.

Fuera de los muros, grandes contingentes conformados por humanos y otras razas menores, se encontraban paleando y retirando enormes cantidades de tierra en tanto que entre todos formaban grandes fosas. Hombres, mujeres, niños y ancianos, no importaba la edad ni el rango, todos ayudaban en lo que hiciera falta, incluso las monjas, soldados rasos y nobles lo hacían.

La vista era ciertamente deprimente, ver los rostros sudorosos, los cuerpos de esas personas tambaleándose por el miedo que aún recorría cada parte de su ser; a medida que las horas pasaban el cielo empezaba a despejarse de las nubes tormentosas que habían llegado desde la mañana, para dar paso a atardecer.

El contingente ya no se encontraba paleando, ahora se encontraban movilizando y cargando los cuerpos que se hallaban sobre las carretas, muchas de las personas ni siquiera podían ver directamente los cadáveres de estos seres llegando al punto de vomitar con solo estar en presencia de uno, debido al recordatorio de lo que estos casi les habían logrado hacer, además de otras razones, ya todos estos cuerpos estaban desfigurados, con muñones, diferentes partes de los cuerpos arrancados bruscamente dejando al descubierto músculos y huesos con la piel humeante .

El tiempo pasó una vez más y las fosas se comenzaban a llenar hasta el tope de cadáveres procedentes de humanos, demonios, orcos, ogros, lobos humanoides, duendes, diablillos.

Humanos y mercenarios que habían cedido ante sus más bajos intentos y guiados por una sed de sangre, lujuria y poder se habían postrado ante el general de Kuroinu, humanos que habían sido reclutados de pueblos que fueron arrasados por esta despreciable organización. Humanos traidores a su propia raza, sin moral, sin piedad. Todos ahora purgados de su inútil existencia.

Demonios y diablillos que salieron de las más recónditas profundidades de las tierras más podridas del continente, todos ellos habían llegado en miles, pero ahora no eran nada más que cadáveres.

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2023 ⏰

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¿Héroe?¿dios? No, solo convicción por el temorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora