Prefacio.

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La fría soledad envolvía aquella noche con sus garras invisibles, como un abrazo de hielo que se aferraba al alma. La penumbra nocturna, densa y misteriosa, se extendía por cada rincón del pequeño orfanato. Las sombras se alargaban, distorsionando los objetos familiares y creando figuras inquietantes en las paredes.

La luna, testigo silente de los acontecimientos, se alzaba en el cielo como un faro solitario. Su luz plateada se filtraba a través de las cortinas raídas, pintando un rompecabezas de claroscuros en el suelo de madera. Las partículas de polvo danzaban en esa luminiscencia, como pequeños espíritus que buscaban escapar de la oscuridad.

El viento, ese quisquilloso viajero, soplaba desde el norte con una urgencia casi desesperada. Sus aullidos se colaban por las rendijas de las ventanas, como si quisiera arrastrar consigo los secretos ocultos en las paredes. Los árboles del jardín, retorcidos por los años y las tormentas, se inclinaban ante su fuerza invisible. Sus hojas temblaban, como manos que imploraban clemencia.

Dentro de la habitación, todo estaba meticulosamente ordenado. Cada libro en su estante, cada juguete en su caja, cada prenda de ropa doblada con precisión militar. La niña, de cabellos oscuros y ojos grandes como luceros, se aferraba a su osito de peluche. Su respiración era apenas un susurro en la quietud de la noche.

El reloj en la pared marcaba las horas con un tic-tac monótono. El marco de la ventana, desgastado por el tiempo y la intemperie, golpeaba contra los bordes con insistencia. Era un sonido que se repetía en cada tormenta, como un eco de la impotencia humana frente a las fuerzas de la naturaleza.

La niña se revolvía en su cama, incapaz de conciliar el sueño. El viento le susurraba secretos al oído, palabras que no entendía pero que la llenaban de inquietud. ¿Qué había más allá de las paredes del orfanato? ¿Por qué su corazón latía con tanta fuerza, como si presintiera algo que no podía nombrar?

En la oscuridad, algo se movía. Una sombra alargada, apenas perceptible, se deslizaba por el suelo. La niña entrecerró los ojos, tratando de discernir qué era. ¿Un sueño? ¿Una ilusión? Pero no, era real. La sombra se acercaba, silenciosa como un felino acechando a su presa.

Y entonces, en un instante que pareció eterno, la niña vio los ojos. Ojos brillantes como dos luciérnagas en la noche. La sombra se materializó en una figura encorvada, con garras afiladas y una sonrisa que destilaba malicia. El miedo se apoderó de la niña, paralizándola.

Y así, en la fría soledad de aquella habitación, comenzó la historia que nadie más conocería. El reloj siguió marcando las horas, indiferente al drama que se desarrollaba bajo su esfera de cristal. Y la luna, testigo silente, continuó su viaje por el cielo, sin saber que aquel era el inicio del la catástrofe.
Las lluvias así, furiosas y despiadadas, se estrellaban contra los cristales de la ventana, como si intentaran romper la barrera entre el mundo exterior y su refugio solitario. El viento aullaba, arrastrando consigo hojas y ramas rotas, susurros de un pasado olvidado. Pero nada de eso la asustaba. No, su miedo tenía una forma más siniestra.

Lo llamaba "El Monstruo".

No era un monstruo de carne y hueso, sino algo más oscuro y retorcido. Algo que se escondía en las sombras, acechando en los rincones más profundos de su mente. No tenía forma definida, pero podía sentir su presencia. A veces, en la oscuridad de la noche, ella creía ver sus ojos brillando como brasas ardientes.

¿Qué era? ¿Una creación de su imaginación atormentada? ¿O algo más antiguo y maligno?

No podía decirlo con certeza, pero sabía que estaba allí. Siempre al acecho, esperando el momento adecuado para atacar. No importaba cuánto se esforzara por ignorarlo, siempre estaba presente, como una sombra que se aferraba a mis pensamientos.

Cerró los ojos, tratando de bloquear el sonido. Pero era inútil. El Monstruo era persistente, se alimentaban de su miedo y soledad. No había escapatoria.

Y así, en la fría soledad de aquella habitación, continuó la historia que nadie más conocería. El reloj siguió marcando las horas, indiferente al drama que se desarrollaba bajo su esfera de cristal. Y la luna, testigo silente, continuó su viaje por el cielo, sin saber que aquel era el inicio de la catástrofe.

La criatura se inclinó sobre ella, sus dedos rozando su piel. "¿Tienes miedo, pequeña?", susurró. La voz era un susurro sibilante, como el viento entre las hojas. "Deberías. Porque decidí que esta noche, tu vida cambiará para siempre".

En los anales del tiempo, donde las palabras se entrelazan con la eternidad, surge una sentencia que reverbera en los confines del alma. “Una ilusión tejida con hilos de dolor, y una existencia envenenada por el néctar oscuro que el corazón humano resguarda en su abismo interior”.

Esta frase, como un eco redundante, resonaba en los pasillos de su conciencia. La escuchaba en susurros, en los suspiros del viento y en los latidos de su propio ser. Era una mantra que se inscribía en las tablillas de su mente, grabado con fuego y tinta invisible.

Advertencia de contenido.

En las sombras de la mente, donde los susurros se entrelazan con la oscuridad, emerge una advertencia que trasciende los límites de lo mundano. Escucha, mortal, y adéntrate en el abismo de lo prohibido. 🌑📜

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**ADVERTENCIA: Contenido Sensible**

El velo se rasga, y ante ti se despliega un mundo donde la cordura se desvanece como niebla al alba. "Una ilusión creada para disimular el dolor, y una vida corrompida por el veneno que el ser humano guarda en el interior de su alma." Estas palabras, como dagas en la penumbra, te guiarán por senderos retorcidos y abismos insondables.

**El Terror Despierta**

En las páginas de esta obra, la realidad se desgarra. "El gore" se desliza como sangre entre las letras, y la violencia se convierte en un ballet macabro. No temas al erotismo que se oculta tras las sombras, ni a las parafilias que acechan en los rincones más oscuros de la psique humana.

**Personajes trastornados**

Cada figura que puebla estas páginas está tejida con hilos de pesadilla. Sus almas, corroídas por el veneno, danzan al borde del abismo. "El sadismo, la lujuria y la ira" son sus compañeros de viaje. No busques el consuelo del amor o la amistad; aquí, incluso la persona más cuerda puede caer en la tentación del mal.

**Un Mundo Retorcido**

Canadá, tierra de bosques ancestrales y lagos profundos, es el escenario. Sus calles y avenidas, usando nombres reales pero manchados por la sombra, te guiarán hacia la perdición. "La muerte" acecha en cada esquina, y la cordura se desvanece como humo en el viento.

**Ilustraciones Macabras**

Las imágenes que acompañan estas palabras son ventanas a lo inefable. "Los personajes", sus rostros deformados por la locura, te observarán desde el papel. ¿Quiénes son? ¿Qué secretos ocultan? Solo tú puedes descifrarlo.

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**Lectura con Prudencia**

Esta obra no es para todos. "No es un juego", ni una simple historia de terror. Es un viaje a las profundidades de la mente humana, donde los monstruos no son criaturas imaginarias, sino reflejos distorsionados de nosotros mismos.

Así que, lector valiente, adéntrate en la oscuridad. Pero ten cuidado, pues una vez que abras este libro, no podrás cerrarlo. 🖤🔍📖

Un agradecimiento especial a mi amiga, que me apoyó y me ayudó a corregir este prefacio.

AdraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora