Mi lugar seguro

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Pov Alan:

Mi sonrisa se borra al pisar dentro de la casa.

Volvía a la monotonía.

Atravieso la sala, mi padre sentado en el sofá concentrado en su celular.

-Hola, Bendición -Saludo, haciendo que levante la vista.

-¿Cómo te fue? -Pregunta, después de unos segundos de silencio. Su mirada se clava en la mía analizandome.

-Bien -Respondo, con sequedad. Vuelve a su móvil. Retomo mi camino a mi cuarto. Dentro encuentro a mi hermana. No abro la boca, solo un leve ademán de saludo sale de mi. Me siento en la cama y miró mis zapatos. De un momento a otro mi nariz percibe un olor desagradable. Palidezco al darme cuenta que proviene de mi cuerpo.

Mierda, ¿Por qué? ¿Cuando? ¿Lo notaron? no, no, no, no, mierda, mierda, mierda...

Apoyo mis codos en mis piernas, agarro mi cabeza con frustración y apreto mi mandíbula. Asqueado, me levanto con rapidez, tomo la toalla y me meto en el baño. Abro la ducha, entro me siento en el piso y apoyo mi cabeza en mis rodillas.

Malditas hormonas de mierda, odio ser adolescente. Es tan frustrante hacer de todo para tener un buen aroma y que no resulte.

Sollozo.

Quiero morir. Quiero no tener hormonas. Quiero ser un niño otra vez. Quiero no ser yo. Quiero ser feliz.

«Lo bueno de haber tocado fondo es que lo que viene es mejoría»

Recuerdo las palabras de Isabela.

¿Mejoría? ¿Cuando voy a mejorar?

Mi llanto es ahogado por el sonido del agua cayendo cuando se intensifica. Duro varios minutos más llorando antes de levantarme y mirar mi reflejo borroso en el espejo.

Si otros pueden, yo también.

Me sonrió a mi mismo y me ducho fingiendo que nada pasó.

Viéndome en el espejo mientras me peino me sonrió para hacerme sentir mejor.  Mis ojos caen hasta la botella de perfume casi vacía.

¿Ya se acabó? ¿Tan rápido?

La había comprado hace menos de dos semanas, tenía que estarme jodiendo.

Termino mi rutina casi diaria y tomo mi bolso del colegio para salir del cuarto. Enciendo la pantalla del celular y veo la hora. 5:27 pm

Tenía casi cuatro horas exactas para escapar nuevamente de la monotonía.

-Mami, voy a casa de Ginevra -Le aviso, mirándola. Me mira y asiente.

Me guardo el celular en el bolsillo y salgo de la casa.
Emprendo mi caminata, ya aprendida de memoria y cruzo a la acera de enfrente. Me detengo a la tercera casa a la izquierda. Toco la puerta y miró la maceta de siempre con margaritas, rota en una esquina a un lado de la puerta.

Segundos después se oyen pasos rápidos y emocionados en dirección a la puerta y luego la llave girándose. La puerta se abre y nos encontramos frente a frente.

De pie, mirándonos la analizo nuevamente. Con su 1.60 de estatura, piel clara, pecas, cara redonda, su sonrisa con brackets color verde vermilion, cabello lacio y castaño, ojos marrón, cuello fino y cuerpo atlético me atrae y me abraza como si no quisiera soltarme.

Me hace pasar a la cocina y me quita el bolso para dejarlo sobre una silla.

-¡Alan, dulzura! -Exclama su madre al verme. Sin decir nada voy a abrazarla sin dejar de sonreír.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2022 ⏰

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